Hace unos días impartí un curso de inversiones. Una de las participantes, de 13 años, fue de las asistentes más entusiastas. Al final del curso, comentó que quería invertir la mayor cantidad posible, incluso el dinero que estaba destinado para su fiesta de 15 años. Nos decía, “además de eso quiero encontrar la forma de ganar más dinero, pero no veo como”.
Todos quieren encontrar la forma de ganar dinero y eso incluye a los niños. A muchos de los que somos papás, en algún momento nuestros hijos nos han preguntado cómo pueden ganar dinero. Incluso algunos hemos tenido que frenar el espíritu emprendedor de nuestros hijos cuando han tenido la iniciativa de llevar a vender algo a la escuela, y les hemos tenido que explicar que no lo pueden hacer porque no está permitido.
Se habla mucho de la importancia del emprendimiento. Hay escuelas que ofrecen en su programa educativo clases y/o cursos en la que los niños aprenden los conceptos básicos sobre el tema, incluso algunos llegan a diseñar y a elaborar su producto, y los que llegan más lejos, hacen una feria para venderlos un día. Pero hasta allí se quedan, y no logran convertirlo en una experiencia trascendente.
Experiencias
El emprendimiento, las ventas y las finanzas, además del conocimiento teórico que requieren, necesitan ir acompañados del aprendizaje vivencial.
Vender es un arte infravalorado. Para vender hay que tener agallas, vencer la vergüenza, hay que convencer, aprender a insistir sin incordiar, aprender a negociar y sobre todo luchar contra la frustración y el desánimo cuando un posible cliente dice no.
Vender permite conocer las necesidades y las preferencias de las personas, y si se presta atención, esa información es muy valiosa para retroalimentar y mejorar cualquier emprendimiento.
Si los niños llevaran al cabo un emprendimiento de mediano o largo plazos, tendrían que aprender a entender a su cliente, a costear bien su producto y a establecer los márgenes de ganancia para asegurar que su negocio sobreviva en el largo plazo. Tendrían que aprender administrar su dinero, a reinvertir sus ganancias y a buscar otras opciones de inversión que le permitan ir aumentando su patrimonio.
¡Qué cosas tan valiosas podrían aprender nuestros hijos si tuvieran la oportunidad de vivir la experiencia de emprender, vender y manejar su dinero, pero no como cosa de un día, sino como parte de una experiencia formativa de largo plazo.
Reconozco a las escuelas que están tratando de enseñar a emprender en sus aulas, y las invito a explorar la posibilidad de asignar 1 o 2 días al mes, para darles un espacio para vender los resultados de sus proyectos de emprendimiento, siguiendo ciertos lineamientos. Que los niños sepan que emprender es un proyecto de largo plazo. Eso sería educación para la vida.
El emprendimiento, las ventas y las finanzas son una combinación ganadora que ojalá nuestros niños puedan experimentar desde una edad temprana. Me gustaría que las escuelas se den cuenta de esta gran oportunidad de aprendizaje formativo, que tanta falta hace en nuestra sociedad actual.— Mérida, Yucatán.
marisol.cen@kookayfinanzas.com
@kookayfinanzas
Profesora Universitaria y consultora