En la era de la polarización, hasta la mayor nimiedad puede acabar protagonizando una guerra encarnizada. Ni si quiera la ciencia es capaz de mantener su estatus de conocimiento basado en la evidencia. Las vacunas y el cambio climático se alzan entre los temas con mayor carga ideológica y desinformativa, pero no son los únicos. La energía nuclear, alabada en sus inicios y repudiada tras la catástrofe de Chernóbil (Ucrania) es una de las cuestiones que más polémica despierta en la sociedad, con acérrimos defensores y radicales detractores a partes iguales.
Por eso no sorprende que la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, haya acaparado titulares al tildarla de “populista y simplista”. Aunque posteriormente matizó sus declaraciones, las críticas de científicos, operadores y otros entes sociales inundaron medios y redes durante días. Sin embargo, en plena crisis energética y climática, cabe preguntarse qué es lo que realmente dice la ciencia sobre esta controvertida fuente de energía y sobre cuál debería ser su papel en el futuro de la humanidad.
Tras su reciente entrevista en El Mundo, explicó que lo que considera simplista y populista no es la energía nuclear en sí sino los discursos que apuestan por ella. ¿A qué discursos se refiere y qué dice la ciencia en este sentido?
Yo nunca dije que la energía nuclear fuera simplista, lo que es simplista es afirmar que el camino de futuro por el que tendría que apostar al Gobierno de España es la energía nuclear. La ciencia pone alternativas encima de la mesa, una es la energía nuclear, pero también están las fuentes de energía renovable. Decidir cómo se utilizan o cuál es la alternativa más rentable en términos económicos, sociales o medioambientales corresponde a los gobiernos y a la sociedad.
La ciencia no está diciendo que una energía sea mejor o peor, pero sí que hay un amplio consenso de que la nuclear, que tuvo su bum de construcción en los años 60 y su pico en los años 80, no resultó rentable ni en términos económicos ni de rapidez. No era barata ni rápida. Por tanto, a partir de ese pico se ha ido descartando a nivel mundial y hay una gráfica que lo demuestra que es realmente aplastante.
Si las cifras están tan claras, ¿por qué hay un debate constante en torno a ella, con un bando que la rechaza fuertemente y otro que la apoya?
El debate sobre volver a las nucleares no existe, lo que ocurre es que coyunturalmente estamos inmersos en la guerra de Putin, que nos ha puesto en jaque en términos energéticos porque Rusia es una de las principales fuentes de gas para Europa. Entonces hay países que no es que se estén desdiciendo de su modelo futuro, sino que, coyunturalmente, ahora mismo, se tienen que agarrar a lo que pueden para abastecer de energía a sus ciudadanos y están alargando el tiempo de vida de las centrales nucleares que ya tienen. Eso no significa que estén dejando de apostar por un futuro de renovables.
Afortunadamente, esa no es la circunstancia de España. Nosotros no somos tan dependientes del gas y mucho menos del gas ruso, por eso nuestro modelo está siendo alabado por la Comisión Europea y es al que aspiran todos los países europeos. España está liderando el modelo del futuro energético de Europa y del mundo que es, sí o sí, el de las renovables. Porque, repito, la energía nuclear no es la más rentable económicamente. De hecho, no hay ninguna empresa que esté llamando a las puertas del Gobierno de España ni de ningún otro para construir centrales nucleares, porque no son rentables, sino que tiene que entrar la administración pública y hacer una gran inversión.
Ahora mismo, Alemania querría ser España en materia energética
Diana Morant, ministra de Ciencia e Innovación
Lo más importante es ver qué hacemos hoy de cara al futuro para decidir dónde ponemos el dinero, si lo ponemos en estas infraestructuras, que son costosas de construir, de poner en marcha y de mantener, o si lo ponemos en infraestructuras renovables. Tenemos el ejemplo de Francia, que ahora mismo tiene el 60 por ciento de sus plantas paradas, precisamente porque el mantenimiento no es fácil. Y, mirando al futuro, la gestión de residuos también es muy costosa.
Si seguimos apostando por la energía nuclear, estaremos consumiendo una energía que nos hipotecará económicamente en la gestión de los residuos. Hipotecará a nuestros tataranietos, porque hablamos de miles de años de gestión de esos residuos y de pago por tener almacenados unos residuos que ya no producen energía. La energía la consumimos hoy, pero la gestión de los residuos hay que seguir pagándola durante cientos de años. Sin embargo, si apostamos por las energías renovables, esa inversión económica que estamos haciendo hoy nos convierte en ricos en fuentes de energía.
Hoy en día, los países ricos del mundo son los que tienen petróleo. En el futuro serán los países que tengan renovables. Por eso, el plan de España es que en 2030 seamos capaces no solo de abastecernos a nosotros como país, sino de producir el 10 por ciento de toda la energía que consumirá Europa, es decir, seremos exportadores de energía. Es una apuesta de futuro para que nuestros hijos y nuestros nietos tengan una fuente de riqueza que puedan aprovechar y exportar.
Entiendo que su visión sobre las nucleares sería una especie de ‘pan para hoy y hambre para mañana’. No obstante, tras su entrevista, algunos científicos, como la química y divulgadora Deborah García Bello, han sido muy críticos con su punto de vista. ¿Cómo explica esto?
Lo que dicen los científicos es que tenemos que elegir entre complementar las renovables con nuclear o con gas. A efectos de cambio climático, el gas produce emisiones y las nucleares, no. Pero si seguimos invirtiendo en nuclear, vamos a tener un modelo de futuro con residuos y sin renovables limpias. La cuestión es en qué modelo invertimos. Está el cortoplacista y está el modelo de futuro.
El debate en nuestro país se debe a que no producimos suficiente energía renovable para todo el consumo que tenemos y que, cuando nos sobra, no somos capaces de almacenarla. Entonces, nuestro gran objetivo es, por una parte, ampliar el parque de energías renovables para autoabastecernos, y, por otra, ser capaces de almacenarlas para cuando las fuentes renovables no estén disponibles.
La energía renovable se almacena de 3 maneras. La primera es bombeando agua de una presa más baja a una presa más alta para convertirla en energía hidráulica, que ya lo estamos haciendo. La segunda es almacenando energía en baterías de litio, para lo que vamos a crear un centro de almacenamiento de energía en Cáceres y en colaboración con Portugal, donde se van a estudiar las posibles tecnologías de almacenamiento a través de baterías de investigación, y para el que vamos a poner más de 70 millones de euros de los fondos Next Generation. Y la tercera es el hidrógeno verde a partir de fuentes renovables.
Estos son los grandes retos que tenemos como país, y ahí es donde está invirtiendo España, en aumentar el parque y las tecnologías de almacenamiento, y ahí es donde están todos los países, porque de verdad que no existe debate en cuál tiene que ser el futuro.
Además de los residuos, en su entrevista con Onda Cero destacó que los grandes problemas de la nuclear están en la dependencia del uranio y los largos tiempos de construcción de plantas renovables y sus costes asociados. Sin embargo, las baterías dependen del litio, y el hidrógeno verde va a requerir grandes inversiones y a tardar décadas en desarrollarse para, por ejemplo, poder dar servicio a industrias como la aviación. ¿Por qué depender del litio es mejor que del uranio o por qué es preferible tardar mucho tiempo en desarrollar el hidrógeno verde frente a construir una central nuclear?
El principal proveedor del uranio es Rusia, entonces volvemos a caer en el debate cortoplacista, que es donde estamos coyunturalmente por culpa de la guerra de Putin y de que no queremos depender de un autócrata que nos va a poner en jaque cada vez que quiera. El uranio nos vuelve a hacer dependientes de Rusia y, por tanto, tampoco es una solución a corto plazo para ser más autónomos y para que se abarate el precio de la energía nuclear. Cuando hablamos de dependencia hablamos, no de depender de materiales, sino de depender de países terceros que, cuando quieren, ponen en jaque a las sociedades.
Claramente también somos dependientes de los materiales. La cuestión es en qué invertimos hasta que dejemos de serlo. Podemos seguir invirtiendo en nucleares, alargando el tiempo de vida útil y construyendo centrales nuevas. Pero me gustaría recordar que hay centrales que llevan en construcción desde 2007 y aún no han empezado a funcionar. Y la energía nuclear tampoco bajaría la factura de la luz de nuestro ciudadano porque es más cara. Entonces, también en términos de rentabilidad social, tampoco nos interesa este camino.
Sin embargo, un informe de 2019 de la Agencia Internacional de la Energía afirma que la transición hacia una economía 100 por 100 renovable será mucho más cara si no se combina con el alargamiento de la vida útil de las centrales existentes.
La previsión de España para los próximos 10 años es que la energía se va a ir abaratando a medida que aumente el hidrógeno verde. Esto es progresivo, pero todos los institutos y los organismos calculan que en 10 años vamos a tener la energía más barata de todos los países de nuestro alrededor y esto ya no es por la excepción Ibérica, sino a largo plazo. El modelo que tiene ahora desplegado España nos va a convertir en el país donde la energía va a ser la más barata.
La guerra de Putin nos está poniendo en una tesitura de actuar de forma inmediata. Claramente tampoco España va a cerrar las nucleares de manera inmediata. No vamos a perder autonomía energética porque se va a ir compensando con el progreso y el aumento del parque de las renovables. Conforme vaya bajando la aportación de la nuclear va a ir aumentando la de renovables para que España no tenga ningún momento carencia energética, vamos a sustituir una por otra.
En 2021, el 20 por ciento de nuestra generación eléctrica provino de las nucleares que afirma que vamos a ir compensando poco a poco a base de renovables. Pero hubo otro 17 por ciento de energía de ciclo combinado y casi otro 2 por ciento de carbón, que sí emiten CO2. ¿No debería ser prioritario sustituir esas fuentes en lugar de la nuclear?
Eso también se va a ir compensando con renovables. La aspiración de España es ser un país 100 por 100 renovable.
Vale, pero también hay estudios que señalan que ese escenario sería inviable económicamente o prohibitivamente caro.
Ahora mismo no podemos tener una economía 100 por 100 renovable porque no tenemos tecnologías de almacenamiento, por eso estamos invirtiendo en ciencia. Si ya estuviera todo descubierto, el debate sería otro. Así que, efectivamente, la cuestión es en qué invertimos, qué es lo que queremos descubrir. El centro de almacenamiento de Cáceres va a ser un centro de investigación y puntero en el mundo que se crea precisamente para estudiar las tecnologías de almacenamiento que ahora no existen.
¿Eso significa apostar por un futuro que depende de cosas que todavía no existen confiando en que se descubran tecnologías que lo hagan rentable?
Bueno, esa es la aspiración de la ciencia, conseguir las tecnologías para el almacenamiento de la energía y para la producción del hidrógeno cien por cien renovable. Se van a descubrir seguro, porque la base ya existe. Por ejemplo, Volkswagen ha anunciado una mega factoría de baterías para coches. Si se puede almacenar para un coche del tamaño que cabe en un coche, se va a poder almacenar del tamaño para abastecer una ciudad o varios edificios. Esto es ciencia, no es una utopía.
Rechaza la nuclear y sus apuestas de investigación se centran en temas con potencial real a corto plazo. Entonces ¿a qué se debe su reciente acuerdo con Croacia para impulsar la puesta en marcha del proyecto IFMIF-DONES en Granada?
Tendemos a pensar que solo existe un tipo de energía nuclear, la de fisión que ya conocemos. Lo que queremos es estudiar la nuclear de fusión, que ahora mismo no existe y se puede ver como una utopía. Pero estamos hablando de 700 millones de euros en una infraestructura para el mundo, porque no se pueden replicar en todas partes, que son únicas para el mundo. Y esta va a estar aquí para estudiar la energía que se produce dentro del de las estrellas y del Sol. Es una fuente de una energía ilimitada y limpia porque no produce residuos.
Volviendo a la energía nuclear de fisión tradicional, en su entrevista en Onda Cero también mencionó que los discursos que la apoyan son “discursos interesados”. Dado que hay científicos e investigadores que la apoyan, ¿a qué intereses se refiere?
Los científicos se encargan de explicarnos las tecnologías que hay encima de la mesa y los contras que tiene cada una, y luego la sociedad elige. No creo que los científicos que tienen debates tengan ningún interés oculto. De hecho, los científicos tienen debates porque en realidad no se trata de un debate tecnológico, sino que se basa más en una decisión entre las distintas alternativas que pone encima de la mesa la ciencia, de cuáles son las más rentables económicamente para los países en términos sociales y medioambientales, y eso es una elección de la sociedad. La ciencia no elige, elige la sociedad.
Lo que sí hay son intereses económicos. Los operadores nucleares tienen interés y miedo al cambio, y es normal. Yo lo vería más como un tema de resistencia, que de interés, porque de verdad que yo afirmo que estos operadores, que ahora ven su interés en la nuclear, lo van a ver muy claramente en las renovable, pero hay una resistencia al cambio y eso ocurre en todos los sectores.
En realidad, ya hay grandes operadores que están apostando claramente por las energías renovables. La resistencia al cambio siempre está ahí, lo bueno es que están los fondos europeos, que nos dan un camino a seguir en el que los vamos a acompañar.
También hay intereses políticos en desmontar todo lo que hace el Gobierno de España y decir que se equivoca. Pues mire, la Comisión Europea nos excepcionado ya dos veces. Para mí es un reconocimiento a lo que están haciendo España y Portugal, porque las dos excepciones señalan que no somos tan dependientes del gas como otros países.
La excepción Ibérica, por la cual el precio final de la luz no tiene en cuenta el elevado precio del gas ante la escasez del gas se debe a que nosotros dependemos tanto del gas. Y la segunda excepción vuelve a reconocer que, al no tener esa dependencia de gas, no tenemos que hacer el mismo esfuerzo que van a hacer el resto de los países que van a tener que pedir esfuerzos a la ciudadanía. Alemania ha declarado nivel 3 de emergencia, va a poner horarios. Nosotros seguimos garantizando el suministro de gas porque tenemos almacenamiento suficiente para que nuestros hogares y nuestras empresas no tengan que sufrir cortes.
Entonces estas dos excepciones, que son históricas, dicen que el modelo de España es un modelo eficaz y lo ponen en valor. En otras crisis previas, España no ha tenido fuerza a la hora de discutir y negociar porque éramos un país débil. Ahora somos un país fuerte, precisamente por nuestra fortaleza en renovables. La Comisión Europea entiende que no tenemos que seguir las mismas reglas del juego porque nuestro escenario energético es muchísimo más positivo. Ahora mismo, Alemania querría ser España. No hay un debate real sobre el futuro, porque ningún país está planificando su futuro a base de nucleares.