Si cualquier persona entra en el perfil oficial de Twitter de Marta Perarnau Vives (Manresa, 1995) todavía a día de hoy una de las primeras cosas que verá será su despedida del Rayo Vallecano, el club en el que pasó once temporadas y que ha marcado su vida. “La Franja me define y es algo que voy a llevar conmigo”, cuenta a AS desde el otro lado del Atlántico la hoy capitana de Atlético de San Luis, que acaba de sumar sus primeros tres puntos en el Apertura de la Liga MX Femenil al derrotar por 2-1 a Cruz Azul, con un tanto, a pase suyo, de la también española Bea Parra en el 87′.
Con ese tipo de goles las victorias saben mejor, pero, para Marta, lo verdaderamente importante, siempre han sido las personas y su objetivo de temporada así lo demuestra. “Tenemos un nuevo entrenador y estamos intentando crear una familia, por lo que estoy totalmente de acuerdo con él. Aquí están por encima las personas”, dice una futbolista que apura su TFG en Psicología, además de estar realizando un curso de Análisis y ‘Scouting’.
Desencantada con sus últimas temporadas en la Liga española, donde vistió la camiseta del Betis (2019-21) después de la del Rayo, la defensa de Manresa metió el verano pasado todas sus pertenencias “en un trastero” y se convirtió, junto a Parra, en la primera futbolista española en jugar en México. En el país norteamericano confirmaron que la defensa catalana, que en su juventud compaginó el balón con el atletismo casi por genética competitiva, sigue siendo una auténtica líder. De hecho, tras el Apertura de 2021, le dieron el brazalete.
Sobre su capitanía, la llegada de Jenni Hermoso a México, la equiparación de recursos con el masculino que tienen en su liga o la “falta de respeto a los valores humanos y a la mujer” que se ha producido este año en un Rayo femenino descendido a la categoría de Plata habla una Marta Perarnau a la que se la entiende sin necesidad de dar nombres…
Un año en Atlético de San Luis y capitana desde hace un tiempo, ¿cómo ocurrió?
La verdad es que me sorprendió mucho serlo. Surgió al final del primer torneo, arrancando Clausura. Hubo una votación de vestuario y mis compañeras me eligieron para que las representara. Me sorprendió mucho y me alegré enormemente. Fue un respaldo a que estaba haciendo bien las cosas. Yo soy una jugadora que vive del equipo, de hecho, dejé el atletismo porque lo sentía como un deporte individual. Mi objetivo viniendo aquí era salir de la zona de confort y llenarnos de vida, de una forma recíproca. En ese sentido conecté muy bien con todas y cada una de las compañeras e intento siempre defenderlas fuera y dentro del campo.
¿Cuál era su conocimiento de la liga mexicana antes de llegar? ¿Cómo tomó la decisión?
Desconocía totalmente la liga. Lo que quería era salir de España porque habían sido unos años muy duros, estaba viendo cosas que sentía que no me representaban, sobre todo por cómo se trataba a la futbolista. Creía que me iba a encontrar lo mismo en otro equipo de España y hui de eso. Decidí junto a Bea —Parra— irnos a cualquier parte del mundo, lo que surgiese… Y la opción que más nos motivó fue esta. Tuvimos un día para decidir y la verdad que era justo el cambio que buscaba. No dudé. En una semana guardé todas mis cosas en el trastero y me vine para acá.
¿En qué sentido le falló el fútbol femenino español?
Entiendo el fútbol como relaciones humanas… Antes que futbolistas somos personas. El fútbol femenino va evolucionando y estábamos adquiriendo los recursos que necesitábamos para ser profesionales, pero también llegan ciertas inyecciones de dinero que, por un lado, son positivas y, por otro, nos acercan a aspectos del fútbol masculino de los que no me gusta ser partícipe. Lo sentía como un negocio, que la persona pasaba a un segundo plano y yo pienso lo contrario. El trato al ser humano es primordial. La futbolista se estaba convirtiendo en un número para una empresa, como ocurre en el masculino, y yo eso no lo comparto. Se pierde la esencia del deporte y los valores que queremos transmitir. Creo que el fútbol femenino debe seguir diferenciándose de ese negocio que es el masculino. Hui de eso. Mis dos últimos años fueron muy duros en ese aspecto. Quizá buscamos un ideal que no existe, pero si un representante o una televisión manda más que lo que ocurre en un entrenamiento, estamos perdiendo la esencia…
¿Cómo le contaría a una persona que nunca vio un partido cómo es la liga femenina mexicana?
Se dice femenil (ríe). Definiría la liga como muy física. Aquí predomina la individualidad más que la organización técnico-táctica. En el fútbol español se ven más asociaciones y esto es un juego muy vertical. Se busca mucho el golpeo. La jugadora mexicana es muy fuerte, hay muchos choques, es muy parecido el juego estadounidense… Ninguno es mejor que el otro, es fútbol y te adaptas.
Desde España llama mucho la atención lo bien organizada que está…
A mí lo que más me chocó el fue el cambio radical de recursos. A nivel europeo es muy desconocida, pero es la más seguida en Latinoamérica, si no me equivoco. Tenemos todos los recursos con los que cuentan los hombres, jugamos en el mismo estadio, vamos a los mismos hoteles, viajamos prácticamente en las mismas condiciones, el gimnasio es el mismo, que yo no lo había vivido en los equipos que había estado… La liga está haciendo un trabajo enorme para que tengan la misma visibilidad. Los estadios pues no se llenan todavía todos como se llenan a diario los del masculino, pero viene muchísima gente. De media serían unos 3.000 los que vienen a vernos a nosotras y no somos a las que más gente acude. En Monterrey, por ejemplo, entraron 9.000 personas el día que fuimos, y era una entrada baja para ellos. Me parece una asistencia increíble comparado con lo que yo vivía. Es espectacular jugar en esos estadios, pisar el Azteca, el Universitario de México… se me ponen los pelos de punta.
¿Y con cuál se queda?
En el que más disfruto es el Alfonso Lastras, que es el nuestro. Influye mucho nuestra afición, ese ánimo me hace sentir muy bien. Me impresionó mucho el Universitario porque además estaban mis padres. Ahí se celebraron los Juegos, lo vimos juntos y me impresionó.
¿Qué objetivo se marca Atlético de San Luis este año?
Tenemos un nuevo entrenador y estamos intentando crear una familia, por lo que estoy totalmente de acuerdo con él. Aquí están por encima las personas. A partir de esa valoración del ser humano vamos a crecer juntas. Nuestro objetivo es tener esa identidad y esa pasión como Atlético de San Luis y clasificarnos para la liguilla, que significa que tenemos que estar entre las ocho primeras. Hasta ahora nunca se ha participado y queremos que sea la primera vez. El año pasado hicimos récord de puntos, pero no fue suficiente…
Vemos cada vez a más mujeres en los banquillos, ¿cómo está la presencia femenina en los cuerpos técnicos de allí?
No sabría decirte el número, pero se ven muchísimas mujeres en los cuerpos técnicos y también directoras deportivas. En el caso de Atlético de San Luis, Adriana Águila ha sido la autora de todo el progreso que está teniendo el equipo. Es una persona increíble y una jefa, entre comillas, muy buena. Estoy encantada de poder trabajar para ella. Ha sido siempre muy clara y es una referente de cómo una líder mujer debe hacer las cosas.
¿Y usted sigue entrenando en categorías inferiores?
No me lo permiten. Aparte de mi familia, es lo que más echo de menos. Disfrutaba muchísimo con las niñas y niños y aprendía muchísimo. Aquí no tengo la oportunidad, pero tenemos una categoría Sub-18 y hay muy buena relación con la entrenadora. Nos permite asistir a los entrenamientos y ser partícipes. Cuando los horarios lo permiten intento echar una mano e implicarme con las categorías inferiores.
Siguiendo con la liga mexicana, Jenni Hermoso ya está en Pachuca, ¿ha sido un boom?
Sí, el boom mediático ha sido increíble, creo que en España también lo fue. Aquí ha sido el tema del que todo el mundo del fútbol hablaba. La repercusión va a ser muy positiva. Todos sabemos de la calidad y experiencia que tiene, es una jugadora por encima de la media. El hecho de que haya decidido venir a una liga como la de México habla muy bien de esta competición y de cómo se están haciendo aquí las cosas.
¿Es fácil que se adapte?
Desde mi experiencia te diría que la adaptación es muy complicada, incluido el idioma. Parece que es el mismo, pero las palabras son totalmente diferentes. Es un cambio muy grande. Hay un choque cultural muy grande, tanto a nivel social como de fútbol. Tuvimos que adaptarnos a ese fútbol que se parece más al estilo estadounidense y luego a la ciudad, gastronomía… Si llevas toda la vida viviendo en España te cuesta. El primer torneo, que dura seis meses, se utiliza como adaptación. Yo no lo sentí así, me creía adaptada, pero en realidad no lo estaba. Cuesta un poco, pero luego podrá sentirse como en casa.
Y para acabar, el Rayo, su Rayo, que ha descendido…
Siento una profunda tristeza, pero ¿no lo esperábamos? Estaba claro cuál era el destino. Es un club que estaba dejando al Femenino como la última parte, no interesaba… Es el club de mi vida y la Franja es algo que voy a llevar siempre conmigo, que me define y que la llevo día a día. Me siento orgullosa de representar esos valores que sí que tiene, aunque tengamos que llevarlos fuera de allí porque allí no nos dejaban. Lo que han hecho es dejarlo caducar, a la deriva, para que se fuera cayendo poco a poco.
¿Cómo ha visto lo de esta temporada?
Se pensaba que no se podían hacer las cosas peor y se empeoraban. Lo de este año ha sido una falta de respeto a los valores humanos y a la mujer. Para mí no tiene nombre que se haya podido hacer algo así. La consecuencia final la paga quien menos tiene que pagarla, que son las jugadoras y los aficionados. Me muero de pena, ojalá en algún momento eso cambie. Todos sabemos cuál debe ser el cambio y quién es el causante de todo esto. Hasta ese cambio no será posible que el Femenino crezca. Mientras tanto decir que el Rayo no es eso que ahora mismo se mostraba. El Rayo su afición, los valores que representa y cada jugadora que se mató por defenderlos, aunque ya no vistiera la Franja…