En Panamá las acciones de fuerza de la ciudadanía en 1987 alcanzaron sus objetivos tras 16 días de huelga. Ese movimiento también ofrecido lecciones que hoy se deben tomar en consideración
En 1987, iniciamos la primera huelga en la historia de la Caja de Seguro Social, CSS, a cargo de trabajadores administrativos, por la implantación de una estabilidad laboral y escala salarial. Esta acción de fuerza fue ampliamente acogida por la ciudadanía y después de 16 días alcanzó sus objetivos. La experiencia ofrece varias lecciones que suelen no tomarse en cuenta en el desarrollo de movimientos de protestas acaecidos desde que el modelo económico social generador de desigualdades fue implantado en 1990. Compartiré un par de tales lecciones aprendidas.
Primera lección. Tener objetivos claros vinculando lo particular con lo universal. No se hubiese alcanzado el éxito si no se hubiera contado con un propósito determinado y propuestas de como hacerlo viable y sostenible en el tiempo sin afectar a la población trabajadora del país. Es decir, una escala salarial en sí es cosa de una relación laboral entre empleadores y empleados. No obstante, aquí el tema se vinculó a la lucha por derrumbar algunos de los mecanismos de corrupción institucionalizada en la CSS. Así, la dirección del movimiento planteamos la eliminación de los programas de “farmacias subrogadas” (hoy quieren resucitarla con el programa Medicsol) y “camas subrogadas” que no era otra cosa que la justificación para drenar fondos de los asegurados hacia empresarios de los productos farmacéuticos y de las grandes empresas hospitalarias privadas. Identificamos que esos fondos equivalían a cuatro veces más de lo requerido para implantación de la escala salarial y las otras tres cuartas partes servían para equipar los servicios de farmacias y hospitalización requeridos… y así lo hicimos. Este propósito que echaba por tierra negociados entre autoridades de la CCS y mercaderes de la salud nos ganó el beneplácito de la ciudadanía a tal punto que se recibió apoyo de la población para sostener la huelga por tantos días.
Otra de las medidas que implantamos para no perjudicar a la población asegurada fue, que convencimos a los trabajadores de áreas de apoyo a servicios médicos (nutrición, lavandería, caldera, etc.) y a los de prestaciones económicas (informática para pago de pensiones a jubilados, subsidios de maternidad) para que no suspendieran sus funciones. Por supuesto que inicialmente hubo resistencia por razón de la influencia de médicos-políticos que querían que se generara anarquía para cosecha de sus partidos… los mismos de hoy.
Con estas medidas, los mercenarios de la comunicación no encontraron por donde desvirtuar nuestro movimiento. Hoy, estos mismos medios de comunicación y sus mercenarios encuentran varios eventos de afectación al pueblo (pacientes oncológicos que pierden sus citas médicas; impedimento del libre tránsito a camiones que llevan productos farmacéuticos y alimentos) que utilizan para generar animadversión de la ciudadanía. Olvidan que se ha denunciado antes que por la corrupción no hay equipamientos e insumos hospitalarios provocando sufrimiento y muertes en los pacientes y que las protestas de este mes se han dado precisamente para darle un corte a esa realidad de corrupción institucionalizada.
Segunda lección. Con la unidad todo, sin la unidad nada. Este principio, que también se lo he escuchado a los dirigentes del Frente Amplio de Colón, fue indispensable para resistir y orientar adecuadamente nuestro movimiento. Nuestra huelga se convirtió en la razón de la cuarta jornada de lucha de la otrora gloriosa Federación de Asociaciones de empleados públicos (Fenasep) que con sus 42 organizaciones afiliadas se dio una marcha multitudinaria y movilizaciones diversas en ese momento. Esta organización operaba fomentando la unidad entre todas las agrupaciones de trabajadores del sector público, entre ellas la nuestra. Siempre se mantuvo la medida de sentarse en mesas únicas cuando ocurrían negociaciones; los egos y espíritus vanguardistas se dejaba a un lado, aún cuando los dirigentes de las asociaciones pertenecían a los más diversos partidos políticos unos y otros a ninguno.
He aquí por qué el gobierno ha evitado a toda costa que se consolide la unidad de las fuerzas en protesta actualmente. La unidad les genera terror, la desalientan a pesar de que, sin esta, el control de los cierres de vías que afectan al propio pueblo se dificulta. A la postre, las élites económicas y su gobierno cosechan lo que sembraron, no culpabilicen a los que protestamos, de los perjuicios ocasionados circunstancialmente al pueblo. El modelo económico social lo hace permanentemente.
Sociólogo y docente investigador de la UP