Recién arrancó el año y ya estamos cansadas. Volvimos de unos días de vacaciones y parece que nada es suficiente para sentirnos con energía. El estrés de fin de año, las corridas en el trabajo, las reuniones sociales y los encuentros familiares (sin mencionar la pandemia que venimos atravesando) nos provocaron un desgaste psíquico y emocional y sumaron más cansancio que disfrute y descanso. Entonces, ¿cómo hacer para resetear el cuerpo y la mente y arrancar más enteras los siguientes meses del calendario? Algunas preguntas que podés hacerte para realizar ese cambio a tiempo.
Solemos compartir culturalmente cierto pensamiento mágico ligado a la esperanza de un “cambio” radical al renovar el almanaque. Pero lo cierto es que, por lo general, no tardamos mucho en confrontar con la realidad de que aquellas cosas irresueltas el año pasado siguen estando en el nuevo año, y la vida no es tan radicalmente distinta a la de hace unos meses. Las fiestas suelen ser generadoras de estrés, pues se supone que debemos cumplir con determinados eventos que se imponen como obligaciones, en un momento del año en el que ya no nos queda energía disponible. Existen ciertos imperativos culturales respecto de cómo deberíamos sentirnos en el nuevo año, y en ocasiones estos imperativos se transforman en un peso, en un mandato que se nos impone sin darnos el permiso de “elegir”, alejándonos de lo que verdaderamente sentimos y deseamos.
Para responder a esta pregunta, el primer paso es conectarnos con nuestro cuerpo. Empezar desde los pies, sentir cómo están apoyados, cerrar los ojos y mantener una respiración circular (que puede ser de cuatro segundos de inhalar y cuatro segundos de exhalar). Sosteniendo esa respiración circular, que baja nuestras ondas cerebrales y la actividad mental, entramos en un estado de presencia y de conexión con nosotras mismas. Entonces, desde ese estado –cerrando los ojos y llevando la mirada para adentro–, podemos empezar a hacer un escaneo de las distintas partes de nuestro cuerpo. Tenemos que ir observando en qué lugares hay tensión o dolor. Esta es una forma muy sencilla de empezar a conectarnos con nuestra energía y percibir nuestro estado energético. Luego, si queremos profundizar más en el escaneo del cuerpo, podemos reconocer que hay siete centros energéticos principales llamados chakras. Conocerlos nos permite reconocer en qué parte de nuestro cuerpo percibimos esas energías que se relacionan con características que estamos precisando sanar, observar o desbloquear. Y un punto muy importante para tener una total dimensión de dónde está nuestra energía: ¿te hiciste los chequeos médicos anuales? ¿Cómo venís con este tema? ¡No cuelgues!
Muchas veces nos preocupamos en exceso por los demás y hasta es frecuente que los pongamos por delante de nosotras. Nos dejamos para después. Cuando nuestra rutina se centra más en los demás, en dar demasiado, y no nos tomamos tiempo para nosotras, terminamos agotadas. Nuestra energía se drena. Por eso, la pregunta es: ¿cuánto tiempo te estás dedicando para vos? Ya sea para bailar, tomar clases de cerámica, tenis, pasar tiempo de calidad con amigas, reírte o simplemente disfrutar de una taza de café sin pensar en la lista de cosas que tenés que hacer. Y si creés que no tenés tiempo para eso, te proponemos que lo hagas una prioridad, que lo agendes: tomarte tiempo para hacer alguna actividad que te dé felicidad. Algo que te haga salir con una sonrisa, eso que nutre tu alma. No solo te va a hacer sentir mucho mejor con vos, sino que te va a permitir ser una mejor persona con los demás. En lugar de estar agotada corriendo de un lugar a otro, sintiendo que estás ocupándote de todos, si antes de los demás te ocupás de vos, vas a lograr terminar el día con mayor satisfacción y energía.
Aunque parecería que cuando estamos cansadas lo que menos queremos es hacer ejercicio, por el contrario, mover el cuerpo aumenta nuestros niveles de serotonina y dopamina –las hormonas de la felicidad y el placer–, que atenúan los efectos del estrés. Además, hacer ejercicio nos ayuda a dormir mejor. Otra cuestión fundamental es el descanso. Hoy estamos tan estimuladas que a la noche nos cuesta conciliar el sueño, no dormimos lo suficiente o no tenemos un descanso profundo y reparador. Limitar el uso de las pantallas después de que cae el sol es fundamental para que el cuerpo produzca melatonina, la hormona que regula el sueño. Cenar liviano y al menos 2 horas antes de acostarse, dormir entre 7 y 8 horas por día y evitar aparatos electrónicos en la habitación son otros tips para favorecer el buen descanso.
Cuando percibimos cansancio, desgano y falta de vitalidad, lo que estamos necesitando es conectarnos con nuestra capacidad de desear, de bajar un poco el ruido mental. Porque, así como cuando nos encontramos frente a una hoja en blanco podemos dibujar lo que queramos, experimentar un estado de presencia nos conecta con ese vacío que, por un lado, nos da tanto miedo, pero también se habilita como un espacio de creación, de posibilidad. Entonces, cuando nos preguntamos qué está necesitando nuestro espíritu, en realidad, a lo que nos enfrentamos es a una hoja en blanco. Allí tendremos que pensar qué queremos dibujar hoy. Podés ayudarte con visualizaciones y meditaciones guiadas.
Es fundamental prestar atención a la calidad de los alimentos que elegimos, siendo los crudos (vegetales, frutas, semillas, frutos secos) los que nos van a aportar la mayor vitalidad. Esto es porque, al no estar cocinados ni procesados, conservan sus enzimas, proteínas, minerales y propiedades antioxidantes. Si, en cambio, elegimos alimentos procesados, tenemos que saber que son proinflamatorios y, además, al estar cocidos, van a hacer que usemos nuestras enzimas y estemos con menos energía. La idea para evitar esta situación es, por ejemplo, empezar el día con frutas de estación, semillas y alguna infusión y, al mediodía, acompañar con vegetales de diversos colores (mejor si están crudos). Otras pautas de alimentación consciente son no comer paradas, prestar atención a los alimentos, evitar mirar la TV o el teléfono. La idea es escucharnos, sentir qué nos pide el cuerpo, observar los colores de los alimentos que hemos elegido, detenernos en la respiración que nos trae calma, prestando atención a nuestras emociones, a cómo estamos comiendo, cómo es nuestro estado de ánimo. •
Expertas consultadas:
Por la Lic. María Sivana, psicóloga clínica (@lic.mariasivana)
Estemos atentas a los ideales que tenemos internalizados, ligados a la positividad tóxica de este tiempo, en el que “siempre debemos sentirnos plenas y felices”, darnos el permiso de estar cansadas y habilitarnos el descanso. Después de todo, hacemos lo que podemos, y con eso alcanza.
Por otro lado, tengamos momentos de disfrute y seamos cuidadosas con lo que consumimos, no solo respecto a la nutrición, sino a la información e imágenes con las que nos alimentamos. Busquemos activamente momentos de conexión con nosotras mismas (aunque sean 10 minutos al día), a través de la respiración consciente, meditación, mindfulness, del contacto con la naturaleza o la expresión artística… Lo importante es encontrar calma y presencia.