La Met Office británica lanza la alerta “ámbar” ante la ola de calor que amenaza con llegar a los 40 grados en Reino Unido y advierte que se puede alcanzar un récord de temperaturas este fin de semana
La Met Office ha activado la «alerta ámbar» ante el temor de que el Reino Unido pueda registrar temperaturas cercanas a los 40 grados ese fin de semana. El pico de calor más alto en las islas británicas desde que comenzaron los registros se alcanzó en Cambridge, con 38,7 grados en el 2019, pero la segunda ola de calor sahariano de este verano amenaza con fulminar todos los récords.
La alerta ha dejado en evidencia la falta de preparación del Reino Unido ante episodios de clima extremo. Uno de cada cinco ayuntamientos no cuenta con una plan de acción ante el clima. Siete de las once líneas de metro de Londres carecen aún de aire acondicionado. Las estrategias de la Agencia de Medio Ambiente se han concentrado hasta ahora en el riesgo de inundaciones en zonas fluviales y costeras, pero las olas de calor habían pasado a segundo plano.
En medio de la crisis creada por su dimisión, Boris Johnson convocó esta semana un gabinete de emergencia Cobra para analizar la situación y coordinar la respuesta de la agencias gubernamentales. Una portavoz de la Agencia de Seguridad de la Salud (UKHSA) admitió que el país se enfrenta a una situación sin precedentes hasta el próximo martes: «Si superamos los 40 grados, es muy posible que se declare por primera vez el nivel rojo de emergencia por el calor».
«En varios lugares se llegará a los 35 grados el domingo y hay un 30% de posibilidades de que alcanzar un récord de temperaturas el lunes», advirtió Matthew Box, de la Met Office. «Esto se debe al aire caliente que proviene del continente, actualmente instalado sobre Francia (donde el termómetro ha subido a los 45 grados) pero avanzando hacia nuestras costas de aquí a principios de la próxima semana».
Una oleada de incendios ha sacudido los bosques del sur de Inglaterra. En Salisbury, el fuego fue directamente provocado por unas mabiobras militares. En Londres, más de cien bomberos acudieron a sofocar un incendio en el sótano de un pub en Trafalgar Square. También en la capital, las traviesas de las vías del tren ardieron espontáneamente en la estación de Battersea.
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El asfalto de la carretera empezó a derretirse y a provocar grandes socavones en Hampshire. En Dorset, una planta solar con 80.000 paneles quedó parcialmente destruida por el fuego. El hospital de Portsmouth se declaró en emergencia por el daño causado a sus equipos por las altas termperaturas. Los servicios de ambulancias en todo el país se vieron gravemente afectados.
Miles de británicos acudieron, entretanto, en hordas a las playas de Brighton a Blackpool, pasando por Bournemouth. El caos se apoderó una vez más de los aeropuertos por el éxodo estival, hasta el punto que Heathrow se ha visto obligado a fijar un tope de 100.000 pasajeros al día.
Un verano seco
Todos los elementos han confluido, además, en un verano especialmente seco, con el verde de los parques de Londres exhibiendo grandes calvas y matorrales secos, como saltó a la vista en los últimos días del torneo de Wimbledon, que concluyó con un calor excesivo y húmedo.
Entretanto, los políticos británicos desertaron esta misma semana de un encuentro sobre la emergencia climática al que asistieron apenas 70 diputados y miembros de la Cámara de los Lores. El jefe científico del Gobierno, Patrick Vallance, hizo un repaso a los riesgos para salud por al aumento de las tempaturas. La diputada del Partido Verde Caroline Lucas recalcó cómo hacer tres años que el Parlamento declaró la “emergencia climática” y cómo los diputados han dado la espalda al tema desde entonces.
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En el concurso por la sucesión de Boris Johnson, la crisis climática se ha convertido en tabú entre los candidatos, con posturas extremas como la defendida por la fiscal geneal Suella Braveman, partidaria de eliminar el objetivo de emisiones cero para el 2050. Braveman ha llegado a decir que explicar el cambio climático a los niños equivale al “abuso de menores”.
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