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Quizá escuchaste alguna vez sobre los desiertos alimentarios. Se trata de un problema que afecta a algunas poblaciones. Mira sus consecuencias y cómo abordarlos.
El acceso a la alimentación es un tema de creciente prioridad en la agenda política de muchos países. Así mismo, el cómo afecta la adquisición de los alimentos a la salud de los ciudadanos preocupa desde la perspectiva de la gobernabilidad social y sanitaria. Estas prioridades se han atendido desde la década de los 90, cuando apareció el concepto de desiertos alimentarios.
Los desiertos alimentarios son áreas geográficas en las que la población no tiene acceso a una alimentación saludable. En ellos, las familias no pueden adquirir alimentos frescos y nutritivos, sino productos de alto procesamiento y con calorías vacías que afectan su estado de salud.
Si quieres conocer más sobre los desiertos alimentarios y cómo afectan al cuerpo, sigue leyendo este artículo. Verás cómo un problema social del pasado sigue siendo del presente.
¿Qué son los desiertos alimentarios y cuál es su historia?
Desde la década de 1990, los problemas derivados de la disponibilidad de alimentos se han convertido en una preocupación para académicos y gobiernos del mundo. Fue en el Reino Unido donde comenzó el llamado de atención sobre el desabastecimiento alimentario de los pueblos desfavorecidos en las principales ciudades británicas.
Lo más dramático fue observar que esta situación de exclusión social condicionaba la dieta de los residentes. Todo dependía de la posición económica de la persona y de los barrios, afectando de manera indirecta su salud.
¿Cómo se definen?
El término ha sido utilizado por académicos, legisladores y grupos comunitarios para describir aquellas áreas urbanas pobladas donde los residentes no tienen acceso a una dieta asequible ni saludable. Los informes gubernamentales han dicho que los desiertos alimentarios pueden dañar la salud pública al restringir la disponibilidad y la asequibilidad de alimentos beneficiosos para la salud.
Como parte de la política aplicada, se promueve el suministro adecuado de alimentos para las personas con bajos ingresos o que viven en barrios pobres.
Según lo declara el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), en ese país más de 13 millones de personas viven en estas áreas geográficas. Por supuesto, esto también representa un problema de salud ambiental que puede afectar la vida de las familias durante generaciones.
Existe una alta probabilidad de que un desierto alimentario aparezca en una zona de bajo valor adquisitivo. En estas regiones abundan las cadenas de restaurantes de comida rápida, la carne barata, los alimentos ricos en grasa, azúcar y sal, así como ultraprocesados.
Se ha comprobado que el consumo de estos productos puede causar enfermedades crónicas asociadas a una mala alimentación, como las siguientes:
- Diabetes.
- Obesidad.
- Anemia.
Características de los desiertos alimentarios
La USDA estableció algunas características que ayudan a definir si un área se puede considerar un desierto alimentario. Sobre todo, se considera la pobreza, que debe ser como mínimo del 20 % de la población, lo que impediría adquirir alimentos saludables de alta calidad.
Otro factor se relaciona con la distancia presente entre un 33 % de la población y la tienda de comestibles más cercana. Para que una zona rural sea declarada como desierto alimentario debe estar a más de 10 millas; en las urbanas, a más de 1 milla.
También el acceso a un vehículo o transporte público para el traslado hasta los supermercados cuenta. En este sentido, la USDA reporta que más de 2 millones de hogares en Estados Unidos no tienen vehículo.
Por otro lado, aunque pareciera contradictorio, el 82 % de los desiertos alimentarios se ubican en las áreas urbanas. Sobre todo en aquellas ciudades en las que los costos de vida son tan elevados, que los comerciantes tienden a buscar otros lugares donde invertir.
Impacto de los desiertos alimentarios en la salud
Tal como ocurre en un desierto, la poca disponibilidad de alimentos frescos y saludables puede afectar de manera importante la salud humana. Veamos las consecuencias.
Sobrepeso y obesidad
La obesidad es el mayor problema de salud relacionado con la presencia de los desiertos alimentarios. Esto se debe a que el poco acceso a los alimentos saludables favorece el consumo de procesados, azucarados y refinados. Son más baratos, pero aumentan las calorías y los depósitos de grasa a largo plazo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba para el 2016 que el 39 % de las personas adultas tendría sobrepeso y el 13 % eran obesas. Además, ambos estados incrementan el riesgo de enfermedades no trasmisibles, como la diabetes tipo 2, los problemas cardíacos, los derrames cerebrales, la osteoartritis, el síndrome metabólico, entre otros.
Incluso, puede ser un factor de riesgo para desarrollar cáncer.
Así mismo, desde el punto de vista de la salud pública, la obesidad puede ser generacional, ya que los hijos de las personas obesas tienen más posibilidad de volverse obesos en el futuro.
Se puede afectar el crecimiento y el desarrollo de los niños
Los malos hábitos alimenticios no solo afectan la buena nutrición del adulto, sino también la de los niños en crecimiento. Ciertos nutrientes son clave para el buen desarrollo cerebral durante la primera infancia. El hierro, la vitamina A y el yodo son claves para la salud cognitiva y el sistema inmunitario.
Por otra parte, la influencia de una buena ingesta de nutrientes para el desarrollo del infante sucede desde el vientre materno. Por ejemplo, la deficiencia de ácido fólico en las primeras etapas de la gesta puede producir anomalías congénitas.
Aumenta el riesgo de alergias alimentarias
Los desiertos alimentarios representan un riesgo para las personas que sufren alergias alimentarias. Más de 15 millones de estadounidenses las padecen y muchas de ellas ponen en peligro la vida.
Los colorantes, los saborizantes, los nitritos, los sulfitos o cualquier otro aditivo en los ultraprocesados son alérgenos. Este tipo de productos predominan en las tiendas de los desiertos alimentarios.
Los alimentos frescos y saludables que se consiguen en las grandes cadenas de supermercados son más seguros para el consumo y ponen en menor riesgo a las personas que sufren de este trastorno.
Por otro lado, las restricciones dietéticas en los desiertos alimentarios, como la intolerancia a la lactosa o la alergia al gluten, no disponen de una variedad de productos que permitan hacer la sustitución. En caso de existir algún sustituto, sus costos pueden llegar a ser un 37 % superior al de un supermercado común.
¿Cómo abordar el problema de los desiertos alimentarios?
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan algunos métodos para abordar y prevenir los desiertos alimentarios:
- Establecer mercados locales de agricultores.
- Construir jardines comunitarios.
- Invertir y mejorar el transporte público que permita el traslado desde los desiertos alimentarios hasta la cadena de mercados saludables.
- Mejorar las leyes locales para atraer hasta los desiertos a los grandes y pequeños inversionistas de supermercados y alimentos saludables.
A pesar de estas medidas, existen hábitos de compra, costumbres y ajustes de presupuesto arraigados en las familias que también hay que considerar. Por eso se requieren otras medidas coadyuvantes a las establecidas, como la educación y la orientación nutricional.
También se deben respetar las tradiciones y las culturas familiares de cada comunidad. Por ello, abordar los desiertos alimentarios es una tarea ardua que requiere del compromiso de todos los entes involucrados.
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