El femicidio de la abuela de un alumno, la violencia que sufre una madre por parte de su pareja y el inicio de un noviazgo con presencia de maltratos, son algunas de las situaciones que se trabajan en las clases de Educación Sexual Integral (ESI), experiencias que compartieron docentes de Santa Fe, Córdoba y ciudad de Buenos Aires, quienes valoraron ese espacio para que niñas, niños y adolescentes identifiquen a tiempo y pongan en palabras situaciones violentas.
Las docentes Lucía Montini, de 32 años, y Estefanía De Dominicis (31) están a cargo de segundo grado en la Escuela N°6418 Rosario Vera Peñaloza, de la localidad santafesina de Granadero Baigorria.
“En mayo, en Baigorria, hallaron a una mujer enterrada por un femicidio. Los alumnos y alumnas, de 6 y 7 años, vinieron con la noticia al aula, relataron todo lo que salió en el noticiero sin saber que era abuela de un compañero del grado”, contaron a Télam Montini y De Dominicis.
Pero además, el propio niño decidió contarlo en el aula.
“Fue necesario profundizar en el tema, es un alumno de nuestra comunidad ¿Cómo nos vamos a quedar calladas?”, interpeló De Dominicis.
Antes de conocer este hecho extremo de violencia de género, ambas ya implementaban con frecuencia contenidos de ESI con el grupo, utilizando bibliografías disponibles en la plataforma Educ.ar, videos, canciones, juego de roles, cuentos, y estrategias autogestivas.
En marzo, para el Día de la Mujer, tomaron un cuento en el que abordaron el derecho a decidir de las mujeres, proponiéndoles “pensarse en casa” y pensar cómo están delimitados los roles de sus madres, padres o tutores a cargo, para trabajar la violencia doméstica.
También, hicieron juegos de roles para pensar cómo se vinculan y cómo se tratan, y “en ese ejercicio emergieron cosas como ‘mi papá le pega a mi mamá'”, contó Montini.
En cuanto al abordaje del tema del femicidio, las docentes transmitieron al grupo “la necesidad de contención” hacia el niño, nieto de la víctima. Y eso se vio reflejado cuando “un día, de la nada, el nene lloró e inmediatamente todos fueron a abrazarlo”, agregó conmovida la docente.
“Les explicamos que no hay que ejercer violencia sobre otros y menos sacarle la vida porque priva al otro de todos sus derechos, es una situación límite que no tiene que suceder; por eso es importante no naturalizar la violencia. Si te pegan también te pueden matar”, reconstruyó Montini.
En cuanto al abordaje del Ni Una Menos, a partir de lo trabajado en el aula surgieron mensajes como “más amor”, “igualdad”, “mujeres libres y respetadas”, que plasmaron en carteles y compartieron con las familias. Y el trabajo en el aula motivó a tres de los alumnos a ir con sus madres a la marcha.
“Eran varones los que decidieron ir, eso es maravilloso”, valoró Montini.
Las docentes resaltaron que es clave trabajar el conocimiento del propio cuerpo, los límites, lo íntimo y la privacidad, para “perder la vergüenza al nombrar las partes del cuerpo” y “llamarlas por su nombre”, herramientas importantes para prevenir o detectar abusos.
Desde Córdoba, la docente de Inglés Laura Mattas (39), del Instituto Provincial de Educación Media (Ipem) N°157 Presidente Sarmiento, ubicado Cosquín, aportó su experiencia con la implementación de ESI.
“A la hora de enseñar el vocabulario de la familia -en Inglés- lo que hago es representar los distintos tipos de familias. Y al principio la reacción es: ‘Profe, se equivocó, acá dice madre y madre’. Y yo les contesto: ‘No me equivoqué, esto también está bien'”, compartió.
En paralelo, la docente dictó jornadas institucionales de ESI donde trabajó los “vínculos interpersonales”, sobre todo en noviazgos adolescentes, y abordó situaciones violentas como los celos, el control del celular, la exigencia de entregar contraseñas, de no salir con amigas o amigos, hasta la instancia de la violencia física.
“El día de la jornada, un varón de 14 años expresó delante de todos que él había atravesado todos los elementos de las relaciones violentas, hasta que pudo romper esa relación”, y la reflexión final fue que “a la violencia física la preceden otros elementos a los cuales prestarles atención”.
En ese punto, rememoró la docente, el adolescente pudo identificar la violencia y se dijo: “Yo hasta ahí no llegué y pude salir”.
Al terminar la jornada, otra adolescente de 14 le contó que se sentía mal porque su mamá estaba sufriendo violencia de parte de la pareja. El hombre iba a su casa y la amenazaba.
Ante esta situación Mattas contuvo a la alumna, avisó a la escuela y se reunieron con la madre para transmitirle el apoyo y brindarle información para poder ser asistida.
Sin embargo, la docente advirtió que encuentra limitantes en estos casos porque, en esa ocasión “la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) estaba desbordada” y las redes de contención disponibles eran barriales, de organizaciones feministas.
Claudia Carrillo, docente de Educación Física que trabaja como preceptora en la escuela secundaria Liceo N°11 Cornelio Saavedra del barrio porteño de Villa Urquiza, sumó su testimonio con más de 20 años en el ejercicio de la profesión y múltiples experiencias en cuanto al abordaje de las violencias.
“La idea es que la ESI se trabaje en todo momento. Si un profesor está dando clases y de repente escucha una situación de discriminación en un intercambio entre chicos, ahí tiene que parar la clase y aplicar conceptos de ESI”, analizó la docente de 40 años.
Entre los emergentes en la escuela, Carrillo recordó la situación de una adolescente de 13 años que le pidió “hablar” y para expresarse le mostró un video, luego de que en el curso abordaran “el iceberg de la violencia” y mencionaran los diferentes tipos que existen (simbólica, psicológica, verbal, económica, sexual, física).
“El padre empieza a patear la puerta, el lugar era como un ranchito con puerta de chapa -describió la docente sobre lo que vio en ese video-, entra borracho, y ella -por la alumna- lo primero que hace es agarrar al hermanito de 3 años, se esconden dentro de un placard, y deja filmando cómo el padre violenta a la madre. Eso es lo que ella venía a contar”, compartió.
“La adolescente lo mostró desde un video sin tener que ponerlo en palabras. Muchas veces no existen las palabras o no las conocen todavía”, explicó la preceptora.
En ese caso, lo primero fue activar el protocolo de contención hacia la adolescente, a quien le dieron herramientas para pedir ayuda y prevenir, y también citaron a la madre “manteniendo la privacidad de la estudiante” y de su video. A la madre le transmitieron el apoyo de la escuela y le sugirieron acercarse al Centro de Salud ubicado en el barrio, para ser asistida.
“Cuando uno lo pone en palabras lo visibiliza. Si no se nombra no existe. Es importante transmitir que hay situaciones que no las tienen que vivir, más allá de poder sanar, que puedan ponerle nombre para no repetir la misma historia”, concluyó.
El Programa Nacional de ESI fue creado por la Ley 26.150, sancionada en 2006, con el propósito de garantizar el derecho a recibir educación sexual integral en todos los establecimientos educativos del país, de gestión estatal y privada, en todos los niveles y modalidades.
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