En America Latina y el Caribe, las tasas de crecimiento siguen siendo bajas, lo que para el economista del Banco interamericano de Desarrollo (BID), Eduardo Cavallo, se trata de indicadores que dejan a la región rezagada con respecto al resto del mundo, a pesar de que se prevé una recuperación para el 2024.
“Latinoamérica, hoy por hoy, es la que menos crece entre todas de las regiones del mundo”, dijo, al tiempo que explicó que ese debe ser un tema muy importante para la agenda de crecimiento y desarrollo de los países de la región, durante el panel “Comercio internacional y sistema financiero: perspectivas globales en un mundo post-covid y un mundo post-conflicto Europa del Este”, en el trigésimo octavo Congreso Latinoamericano de Comercio Exterior (Clace).
Retos
Para el economista, uno de los principales desafíos para la región es la inflación. “Efectivamente ha subido de manera significativa en el transcurso del 2022”, indicó. Se trata de una tendencia se ha acentuado a partir de la guerra.
Si bien en los últimos meses se ha notado “una leve” tendencia hacia la baja, entiende que todavía está en niveles “muy elevados”, en comparación a los presenciado antes de la guerra y de la pandemia. “Lo interesante de esto es que el aumento de la inflación es consistente en todos los países de la región, independientemente del régimen monetario que tengan”, destacó.
En sentido, advirtió que lo que se ha observado es que la inflación de alimentos aumentó “mucho más” que los precios de otros tipos de productos. “Esto es un problema porque la inflación de alimentos golpea fundamentalmente a los segmentos más pobres y más vulnerables de nuestra población”, dijo.
De acuerdo con el economista, si el aumento en la inflación de alimentos llega al 20% y se vuelve persistente, podría tener un impacto muy significativo sobre la pobreza en la región.
“Podríamos observar que 15 millones de personas más en toda la región podrían ser empujados hacia la pobreza. Esto es un desafío para la política económica porque justamente uno trata de buscar formas de cómo evitar y mitigar este tipo de pactos y efectos”, sostuvo.
Otra consecuencia tendría que ver con el costo de financiamiento. “Con uno tan elevado como el que teníamos en los peores momentos de la pandemia, esto hace que el costo de endeudamiento –por ejemplo del sector público–, aumente significativamente”, indicó.
Si los gobiernos hoy salen a emitir deuda, lo hacen a tasas mucho más elevadas que antes de la pandemia, esto se traduce también al costo de financiamiento externo del sector privado. “Si el sector público está pagando tasas más altas, el sector privado, mucho más aún. Por lo tanto, las condiciones de financiamiento externo se han apretado para la región y este es un segundo enorme desafío que enfrentamos este año”, dijo Cavallo.
La situación fiscal es también un tema de interés. Durante la pandemia hubo lo que el economista catalogó de “fuerte expansión del gasto público”, para tratar de mitigar los efectos de la pandemia.
Como resultado, se presenció “un fuerte” aumento del endeudamiento público. “La deuda pasó de un promedio de 57% del producto interno bruto (PIB) antes de la pandemia, a más del 70% del PIB hacia finales de 2021 y 2022”. Para el economista del BID, ese aumento pone en una situación difícil a la región.
“Nosotros tenemos mucha experiencia, como región con altos niveles de endeudamiento. El desafío de política económica es que necesitamos bajar estos niveles de endeudamiento justamente para evitar la repetición de ciclos que han sido muy malos en épocas anteriores”, señaló.
En ese sentido, recomendó reducir los niveles de deuda para contrarrestar el aumento de tasas de interés que se están viendo a nivel global y para disminuir los riesgos de financiamiento y así impulsar el crecimiento. “Nosotros sabemos que el sobreendeudamiento es como una especie de freno al crecimiento”, advirtió.
Buenas nuevas
Sin embargo,la buena noticia es que reducir los niveles de endeudamiento es posible. No obstante, se requiere de un esfuerzo fiscal superior al que se proyecta para la región, “que nuevamente aumentó mucho el déficit fiscal durante la pandemia”.
Para tratar de mitigar los efectos de la crisis sanitaria, se comenzado a revertir ese ciclo, “pero la proyección es que ese ciclo de consolidación fiscal se va a estabilizar”, pero se necesitaría una consolidación o un aumento del superávit fiscal “mucho más significativo” del que se está produciendo para poder reducir la deuda hacia lo que se estima son niveles prudentes.
Finalizando, resaltó que la región tiene que ser muy eficiente con el gasto y tiene que tratar de eliminar “esas redundancias” e ineficiencias. “Acá tenemos el desafío general de aumentar la productividad”.
Para el economista, América Latina no crece, “en definitiva”, entre otros factores, por una inversión mal focalizada, problemas en la cadena de suministro, así como la informalidad “que atenta contra la posibilidad de asignar eficientemente los recursos”.
“Nos falta avanzar en la agenda de digitalización, justamente para hacer más eficientes los procesos en el entramado productivo de nuestras economías”. Asimismo, dijo que se deben aprovechar las oportunidades que se abren en términos de comercio internacional.
“Cuando surgió la guerra, nos dimos cuenta de que América Latina y el Caribe exportaba al resto del mundo una canasta de productos similares a la que, por ejemplo, exportan los países que estaban en conflicto. El hecho de que ya estamos en algunos mercados en el cual los países en conflicto no pueden exportar, es un oportunidad para la región”, destacó.
En ese sentido dijo que se debe aumentar la penetración de los productos en los mercados, “justamente para tratar de estabilizar los precios y ayudar a la recuperación de la economía global”. No obstante, para eso, se deben apuntalar nuestros acuerdos, y ser más eficientes en las cadenas de suministro, eliminar las restricciones que existen, así como facilitar el comercio interno, concluyó.