El ataque yihadista en Algeciras ha dado alas a Vox para incrustar su relato antiinmigración, focalizado principalmente al mundo árabe y a la de corte islámica. Si bien cotidianamente la formación no desaprovecha cualquier delito en el que esté implicado un ciudadano de origen marroquí o argelino para abordar con generalidades su estrategia nativista, enlazando, por ejemplo la religión con las libertades de la mujer, algo que hacen socios como la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia; el asesinato del sacristán algecireño y los cuatro heridos que dejó la acción de Yasin Kanza ha valido para encajar a la perfección el rechazo a la inmigración ilegal, a la ocupación y para atacar al Gobierno en la línea de ausencia de actuación. Y es que el autor de los hechos, que se juzgan como terrorismo yihadista, residía ilegalmente en un bloque de viviendas abandonado y desde el mes de junio estaba pendiente de expulsión a Marruecos.
Después de meses centrando su discurso en la unidad territorial, tras el anuncio del Gobierno de intención, y posteriormente, de reforma de la sedición y la malversación para tender puentes con ERC, una cuestión que le permitió abandonar la marginalidad tras el momento culmen del procés con su entrada al parlamento de Andalucía como quinta fuerza, Vox optó por insistir en su apuesta ultraconservadora por los valores tradicionales. Una defensa que le vincula directamente con sus socios en el Este de Europa: la Fidesz húngara de Viktor Orbán y la polaca Ley y Justicia. Por ello, y mirándose en el espejo del programa emprendido por el primer ministro húngaro, los de Santiago Abascal abrieron la vereda a la polémica del aborto y el ‘protocolo’ de medidas en favor de la natalidad en Castilla y León.
Una vez rebajada la cuestión, con el PP dejando a su presidente autonómico la decisión de mantener o romper el Gobierno y con Vox dando por zanjado, posteriormente, el asunto -aunque exigiendo que tarde o temprano se adopten los acuerdos firmados como son ofrecer una ecografía en 4D o escuchar el latido del feto-, Abascal aprovechó la primera sesión parlamentaria del año, que radicó en la comparecencia del presidente del Gobierno para explicar las decisiones alcanzadas en las últimas reuniones del Consejo Europeo, para desplegar, nuevamente, el discurso más euroescéptico. Una intervención en la que buscó amplificar la división entre «las élites de Bruselas» y «los millonarios de Davos», de la sociedad española. Y en la que acusó a Pedro Sánchez de ceder «al dictado de sus jefes» en cuanto a «las extremistas políticas climáticas, más limitaciones al campo y a la industria» y más apertura de fronteras.
Con este último giro ideológico, en el que la «inmigración ilegal» vuelve a estar en el centro del discurso, Vox busca potenciar el relato xenófobo para reforzar su espacio, enlazarlo con el temor que este tipo de eventos pueden suscitar entre la población y frenar fugas hacia el PP conforme se aproxima la primera gran cita electoral del año: los comicios locales y autonómicos. Incluso para incitar a los populares a renunciar a la moderación para confrontar ideológicamente con Vox y evitar, de igual manera, la salida del votante más conservador que apuesta por Alberto Núñez Feijóo. Un ejemplo claro es la posición del PP respecto al atentado yihadista del miércoles. Por un lado, la secretaria general Cuca Gamarra y el barón andaluz Juanma Moreno Bonilla, pedían no generalizar ni «estigmatizar». Pero horas más tarde, Feijóo aseguraba que «los católicos no matan desde hace muchos siglos, otros pueblos sí»; algo que matizaba posteriormente incidiendo que hay un problema de terrorismo fundamentalista.
Destacar que fuentes populares han matizado a este diario que las palabras de Feijóo no fueron una equivocación o una improvisación, sino que se hizo a conciencia. Y es que desde el PP quieren hacer ver que el partido está también junto al votante católico, y aunque este tipo de afirmaciones no integrarán la línea oficial que seguirá el partido en campaña, se precisó para frenar, en cierto modo, a Vox bajo este marco.
Abascal intenta, sobre todo, volver a atraer al electorado que ya se ha ido al PP, entre el 20% y el 30%, según la generalidad de las encuestas publicadas»
José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Púbica y Estudios Políticos en IPSOS España
En conversaciones con El Independiente, el director de Opinión Pública y Estudios Políticos de IPSOS España y PhD en Sociología, José Pablo Ferrándiz, advierte sobre la motivación que puede estar llevando a Vox a implementar sus temas más cruciales: una pérdida hacia el PP del 20% y el 30% de su electorado, que se traduce en descensos de estimación, reflejada de manera generalizada en casi todas las encuestas. «Hay miedo de seguir cayendo ante el voto útil al PP; y Cataluña ya no puede verse como combustible, porque actualmente «hay un panorama de distensión». Preguntado por ello, sí concibe el discurso antiinmigración de los de Abascal como un intento de reforzamiento de los más fieles, pero apunta a que se trata más de una apuesta por «intentar volver a atraer a los que ya se han ido». Y para ello, Vox emplea «trampas» para «descolocar al PP, que se encuentra incómodo en estos asuntos». Y con declaraciones, comentadas anteriormente, como las de Feijóo sobre el cristianismo y el islam, Vox ha conseguido ligeramente que el PP entre al trapo, reafirma el sociólogo. También se ha visto con el tema del aborto, incide Ferrándiz, sobre el que «hay un consenso social extendido».
En su opinión, el ‘efecto Feijóo’ del nuevo PP está cayendo en los mismos vicios de la etapa Casado después de un punto de novedad, que es «la presión de Vox», del que no puede desligarse del todo por si lo necesita, y «desde la Comunidad de Madrid con Isabel Díaz Ayuso» haciendo competencia directa al Gobierno. Y deberá aprender a lidiar, de momento, con ello. A su favor tiene que el desplome de Ciudadanos «le ha permitido crecer», aunque sin conseguir independencia completa. A ello, Feijóo tiene un problema extra a juicio de Ferrándiz, y es que está acostumbrado a gobernar y competir sin llegar a acuerdos en Galicia, donde el PP ha dominado en solitario todo el arco de centroderecha.
Movimiento no limitado a la derecha
Por su parte, el doctor en Ciencia Política y profesor de esta materia en la Universidad Carlos III de Madrid, Lluís Orriols, amplifica el foco sobre este asunto y añade otra variante: la posible apertura de Vox hacia el electorado de izquierdas para «romper las coordenadas de competición» existentes. «Cuando hablamos de activar la identidad nacional, y no solo de corte xenófoba, esto no se limita a la competencia Vox-PP», matiza. «Si algo hemos aprendido de nuestro entorno, es que la batalla en estas cuestiones puede romper las bases de la izquierda; puede conseguir que el votante de izquierdas afín en lo económico y en las políticas de distribución al partido socialdemócrata de cada lugar, puedan votar a la extrema derecha populista al enfrentarse a cuestiones de corte identitario», argumenta el politólogo barcelonés.
Si algo hemos aprendido de nuestro entorno, es que la batalla de la identidad nacional puede romper las bases de la izquierda; hacer que sus votantes apoyen a la extrema derecha populista
Lluís Orriols, doctor de Ciencia Política y profesor de esta materia en la UC3M
Vox ha conseguido superar el bache que supuso la salida abrupta y la posterior vuelta al foco mediático de Macarena Olona. Ahora, nuevamente posicionada para marcar agenda con la presentación de su IPL, los de Abascal saben ajustar el discurso para evitar darle un protagonismo innecesario tras cerrarle completamente la puerta en septiembre. Preguntado por la iniciativa registrada en el Congreso el pasado 20 de enero, el portavoz parlamentario Iván Espinosa de los Monteros eludió profundizar y recalcó que cualquier ciudadano está en su derecho de presentar lo que considere. «Si llega a pleno, se fijarán posiciones, dijo».
Ni si quiera se han desarrollado cambios internos de calado en la cúpula tras los movimientos de Javier Ortega Smith e Ignacio Garriga, primero; y el de Víctor González más tarde. Algo que previó Abascal. Por un lado, en las capas inferiores, Vox fulminó al secretario de Organización Tomás Fernández y lo relevó por la diputada María Ruiz. Más tarde creó la vicesecretaría de Institucional con el parlamentario Ignacio de Hoeces al frente. Y por último ha elegido a José María Figaredo como líder en Asturias.
Vox prolongará la cuestión
Desde Algeciras, horas después del ataque, el portavoz de Vox en el Parlamento afirmó que «el islamismo ya está en nuestra tierra, y es una cultura incompatible con la nuestra». «No vais a poder silenciar el problema de la inmigración ilegal descontrolada», siguió, en referencia al resto de partidos y los medios de comunicación. Lejos de abandonar la cuestión y limitarse únicamente a pedir la comparecencia en las Cortes del ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, algo que también ha hecho Ciudadanos; u optar por solicitar que se convoque la comisión de seguimiento del pacto de Estado contra el terrorismo yihadista, como el PP y los naranjas, Vox ha puesto el foco en una entidad.
Vía proposición no de ley, los ultraconservadores solicitan que se suprima la Fundación Pluralismo y Convivencia, dependiente del Ministerio de la Presidencia. Según expone este ministerio, «la misión» de la fundación es «incentivar el reconocimiento y el acomodo de la diversidad religiosa como elementos básicos para la garantía del ejercicio efectivo de la libertad religiosa y la construcción de un adecuado marco de convivencia». Al mismo tiempo, el partido de Abascal busca personarse como acusación popular en el proceso que juzgará el atentado en Algeciras. Para ello, ha presentado un escrito en el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional.
La inmigración es uno de los temas principales que ha permitido a Vox crecer en el sur de España, concretamente en la costa mediterránea, donde hay notable presencia migratoria por factores como la necesidad de mano de obra para la agricultura y la recolección. De hecho, allí cosechó los mejores resultados electorales en las últimas generales. A excepción de varios puntos en Toledo y la Comunidad de Madrid, la ultraderecha fue la más apoyada en la Región de Murcia con el 27,99% de los votos. A nivel local, en las municipales previas de mayo, Vox afianzó feudos en Almería como El Ejido o Níjar; en Murcia, con el caso de Torre-Pacheco -fue el único lugar de la región donde fue la lista más votada-, con casi la mitad de inmigrantes en el padrón municipal, y Fuente del Álamo, donde quedó segundo en el escrutinio.