Desde la supuesta “carencia” de proteínas en los vegetales hasta que “todo lo fresco es mejor”. Es común que en las redes sociales encontremos mitos sobre la salud y cómo cuidar nuestro organismo, los cuales muchas veces ni siquiera cuentan con un respaldo científico.
Aquello no solo puede provocar que otras personas se alimenten con objetivos distintos a los que buscan, sino que también, desatar graves enfermedades y trastornos alimenticios.
Frente a esta situación, el New York Times consultó a un grupo de especialistas de renombre internacional, quienes derribaron algunos de los mitos más frecuentes que escuchan entre sus pacientes.
Uno de los más controversiales es que las frutas y verduras frescas son “siempre” mejor que las envasadas, lo cual se contradice con investigaciones publicadas en SAGE Journals. Según los académicos, estas últimas podrían ser tan nutritivas como las primeras.
La ex miembro del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y profesora de Harvard, Sara Bleach, explicó al citado medio que lo más importante no es fijarse en si son enlatadas, congeladas o secas, sino que más bien, revisar que tengan la menor cantidad de azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio.
En más de alguna ocasión habrás escuchado que “toda la grasa es mala”, pero a pesar de que esa afirmación ha sido recurrente desde hace décadas, la académica de la Universidad de California en Los Ángeles, Vijaya Surampudi, aseguró que no es así.
Sí aseveró que algunos tipos de grasas, tales como las saturadas y las trans, pueden aumentar las posibilidades de sufrir cardiopatías o infartos, pero eso no aplica para todas.
Por ejemplo, las monoinsaturadas que se encuentran en ingredientes como el aceite de oliva y algunos frutos secos, y las poliinsaturadas que están en el aceite de girasol, las nueces y el pescado, pueden reducir aquellos riesgos.
En este sentido, Surampudi destacó que no porque un producto tenga una etiqueta que diga “sin grasa”, significa que automáticamente sea “saludable”.
Respecto a la relación entre las calorías y los cambios de peso, el profesor de la Universidad Tufts, Dariush Mozaffarian, explicó que consumir más no se traduce en obesidad o sobrepeso.
“Más bien, son los tipos de alimentos que comemos los que pueden ser causantes a largo plazo”, detalló, para luego añadir que en vez de evitar comer, es mejor disminuir los alimentos ultraprocesados en la dieta.
En otras palabras, es mejor la calidad que la cantidad cuando pensamos en cómo cuidar nuestra alimentación.
Algunos cibernautas no especialistas aseguran que las personas con diabetes de tipo dos no deben comer fruta, pero investigaciones han revelado lo contrario. Una publicada en el medio especializado BMJ detalló que una ración diaria de elementos como uvas o manzanas puede reducir los riesgos de desarrollarla.
De la misma manera, otra de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos concluyó que su consumo puede ayudar a controlar la glucemia en los pacientes que ya fueron diagnosticados.
La doctora del centro médico Kaiser Permanente de San Francisco, Linda Shiue, dijo que tanto los diabéticos de tipo dos como el resto de las personas pueden conseguir beneficios de la fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes que se encuentran en las frutas.
En torno a los rumores de que las papas blancas son malas para la salud de los comensales a nivel general, la experta del Centro John Hopkins, Daphene Altema-Johnson, explicó que estas tienen vitamina C, potasio y fibra, entre otros nutrientes, por lo que su ingesta efectivamente es saludable.
Y en cuanto a la leche vegetal y los mitos de que es más sana que la de vaca, la ex subsecretaria de Agricultura en Estados Unidos y profesora de la Universidad Estatal de Arizona, Kathleen Merrigan, fue enfática al decir que “no es cierto”, ya que una tasa de la de origen animal tiene —en promedio— unos ocho gramos de proteínas, mientras que otras como la de almendras solo presentan entre uno y dos.
A pesar de que antiguamente se solía decir a los padres que una forma de evitar que sus hijos desarrollaran alergia al cacahuate era no alimentarlos con eso cuando bebés, especialistas en este ámbito han compartido conclusiones distintas.
Un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos aseguró que es mejor introducir este alimento cuanto antes en vez de nunca incorporarlo en la dieta, siempre y cuando los pequeños no tengan algún tipo de eccema o antecedentes de reacciones alérgicas.
Los expertos detallaron que el momento ideal para hacerlo es entre los cuatro y los seis meses, a través de por ejemplo, mantequilla de cacahuate diluida. En este sentido, la investigadora de la Universidad de Northwestern, Ruchi Gupta, recomendó probar con dos cucharadas pequeñas mezcladas con agua o leche materna, tres veces por semana.
“También es clave alimentarlos con una dieta variada durante su primer año de vida para prevenir las alergias alimentarias”, afirmó Gupta.
Es importante aclarar que a esa edad los bebés no pueden comer estos frutos enteros, ya que podrían ahogarse.
Una de las preguntas más comunes que suelen recibir los vegetarianos es cómo hacen para conseguir proteínas, consulta que según el científico de la Universidad de Stanford, Christopher Gardner, no tiene mucho sentido.
“El mito es que las plantas carecen por completo de algunos aminoácidos (componentes básicos de las proteínas”, explicó, para después agregar que estas sí tienen al menos 20, entre ellos los más importantes.
Según él, a pesar de que están presentes, el tema es que la proporción no es tan alta como la de los productos de origen animal, por lo que recomendó a los vegetarianos incluir una amplia variedad de alimentos vegetales en su dieta, tales como cereales y ciruelas, para así llegar a un nivel óptimo de proteínas.
“Es más fácil de lo que la mayoría cree”, sentenció.
Sobre el mito de que la soya puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama, el médico y profesor de la Universidad de Harvard, Frank B. Hu, dijo que esta correlación solo se ha visto en investigaciones con animales y que “no se ha demostrado en estudios con humanos”.
Por el contrario, las comidas y líquidos con este componente pueden ser positivos para la salud y hasta podrían proteger frente a tal diagnóstico.
“Los alimentos a base de soya son también una fuente de nutrientes beneficios relacionados con la reducción del riesgo de cardiopatías, como proteínas de alta calidad, fibra, vitaminas y minerales”, concluyó.
Cabe destacar que siempre es recomendable agendar una consulta con tu médico de cabecera o nutricionista, para así evaluar cada caso específico.