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La iniciativa Open Stadiums consiguió, poco antes del asesinato de Mahsa Amini, que las mujeres presenciaran un encuentro de la liga local tras 40 años de prohibición
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Las aficionadas, que han podido ver de modo muy limitado duelos de la selección por presión de la FIFA, han sido perseguidas, condenadas y torturadas por su pasión
El fútbol podría ser lo menos importante en Irán, que vive un estado de excepción tras el asesinato de Mahsa Amini. Los campos se han vaciado, pero sus protagonistas y todos los que les rodean está siendo uno de los grandes bastiones contra el régimen de los ayatolás. Jugadores asesinados, otros condenados a largas penas como Amir Nasr-Azadani, clubes amedrentados y aficionadas en el punto de mira.
No es algo casual. En los campos de fútbol se articuló una de las acciones más potentes para reivindicar los derechos de las mujeres. El año pasado, antes del estallido de la crisis, la plataforma Open Stadiums consiguió que, por primera vez en 40 años, hubiera público femenino en un partido de la liga local. Su presión también consiguió el acceso de seguidoras a duelos de la selección nacional. Siempre con trabas burocráticas, aforos reducidos y selectivos, además de controles abusivos que se iniciaron con la revolución de 1979.
EXPULSIÓN DE IRÁN
En el camino reivindicativo, muertes y hasta exilio de un grupo que vive estos días en la clandestinidad, dando apoyo a las protestas en la calle y haciendo activismo institucional. Antes del Mundial de Qatar, Open Stadiums envió un comunicado dirigido a Gianni Infantino, presidente de la FIFA, para pedir la expulsión de Irán. “¿Por qué darle a sus representantes un escenario global cuando se niegan a respetar los derechos humanos y la dignidad, torturando y matando a su propio pueblo”, rezaba la misiva.
As Iranian football fans, with heavy heart we asked FIFA, due to ongoing human rights violation based on Articles 3-4 of its statutes, immediately expel Iran from #Qatar2022 Worldcup.
Open letter to @FIFAcom⬇️#MahsaAmini#مهسا_امینی#banIRfromWorldcup#StandwithIranianWomen pic.twitter.com/b1tbOJR3T2
— OpenStadiums (@openStadiums) 30 de septiembre de 2022
¿Obtuvieron alguna respuesta? “¡No!”, responden con indignación desde la organización a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Lo hacen desde el anonimato en el que han trabajado siempre. “En 2005 desarrollamos la primera campaña para poder asistir al partido en el que Irán se jugaba la clasificación para el Mundial de Alemania. Pero Open Stadiums se constituyó formalmente en 2013, aprovechando una visita de Joseph Blatter a Irán”, indica la representante de una entidad que se construyó con gente jovencísima.
Cuando preguntaban sobre las razones del veto, las autoridades indicaban que “no era apropiado como mujer acudir a los estadios”, como si la mera presencia fuera una “insinuación”. Después, pasaron a la acción internacional, alertando de la prohibición. No había redes sociales y a veces recurrían a métodos como el fax. La suya ha sido una lucha solitaria, en la que han contado con pocos apoyos explícitos.
ÁRBITRAS CENSURADAS
“Aunque éramos anónimas y clandestinas, muchas veces fuimos blanco del régimen. La gente tuvo que exiliarse debido a las presiones que recibíamos”, cuentan desde Open Stadiums, quienes lejos de la frustración apuntan ejemplos sobre cómo se han removido las conciencias. Recientemente, Aso Javaheri, árbitra internacional iraní, anunciaba en sus redes sociales que se retiraba “después de años bajo el sufrimiento de la obligación del hijab”. En agosto de 2022, su compañera Mahsa Ghorbani desapareció del listado de colegiadas por no usar pantalones largos.
Aso Javaheri,
la árbitra iraní de fútbol femenino ha sido apartada de su trabajo por el comité de arbitraje por tesis doctoral sobre la brecha d género en el deporte, y la economía política del negocio de deporte en Irán “islámico”. pic.twitter.com/HP9gLB0aQc
— nazanin (@nazaninarmanian) 27 de enero de 2021
Siendo una adolescente, la activista de Open Stadiums tuvo claro que uno de sus objetivos era asistir a un partido de fútbol. Porque era el acto más revolucionario en el único país del mundo que ha vetado el acceso a las mujeres a un estadio. Ni siquiera Arabia Saudí ha echado el cerrojo de tal manera a los entornos deportivos. La revolución de 1979 fijó nuevas reglas para el comportamiento de las mujeres, que habían desarrollado una importante cultura de grada hasta que en 1981 se vetó su acceso.
Esto algo que documentó en la película Offside, de Jafar Panahi, donde una chica vestida de hombre es detenida antes de entrar en un estadio. Aunque ficción, se basa en una realidad que han experimentado las militantes de Open Stadiums. “A mí y a otras compañeras nos descubrieron un día, pero nos dejaron ver el partido hasta el final y nos soltaron. Esto fue en 2009, cuando la seguridad en los campos era menos agresiva”, cuenta y lo hace recordando el caso de Sahar Khodayari.
En septiembre de 2019, esta joven aficionada quiso pasar los controles de seguridad para ver a su equipo favorito, el Esteghlal Tehran Football Club, uno de los pocos que en la reciente crisis se ha posicionado en contra de los abusos de poder. Fue detenida y acusada de “cometer abiertamente un acto pecaminoso” tras acceder al feudo vestida de hombre. Una argumentación que se ha usado en casos similares. Khodayari, conocida como ‘la chica de azul’ por los colores de su club, se inmoló frente al tribunal que la condenó a seis meses de cárcel.
LA MUERTE DE UNA AFICIONADA
Murió en el hospital con el 90% de su cuerpo quemado. La tragedia movilizó a Aministía Internacional y a Human Rights, que pidieron a la FIFA la abolición de la prohibición del acceso de las mujeres a los campos. La federación persa abrió tímidamente la mano y permitió el acceso del público femenino a un partido de clasificación para el Mundial entre Irán y Camboya. Un año antes, se concedió el acceso a un encuentro frente a Portugal. “Recordamos con nostalgia aquello, porque nos permitió cumplir un sueño. No puedo describir lo felices que fuimos pudiendo entrar en los estadios”, asegura la militante de Open Stadiums.
Essa é Sahar Khodayari, uma iraniana de 29 anos que sempre se disfarçava de homem para ir aos estádios apoiar o Esteghlal FC, um dos times mais populares do país. Era a lendária torcedora “BlueGirl”. Após ser presa pela polícia, ela ateou fogo no próprio corpo e morreu ontem. pic.twitter.com/vSgTPRLuMq
— Copa Além da Copa (@copaalemdacopa) 10 de septiembre de 2019
El sistema parecía abrir unas rendijas que Khodayari o las activistas intentaron aprovechar, pero lo único que encontrar fue una brutal respuesta. Sin embargo, con todas las miradas encima, en un 2019 convulso por primera vez en décadas un grupo de mujeres pudo ver en Teherán un partido de Liga de Campeones de la AFC (confederación asiática).
En las competiciones organizadas por entidades supranacionales, Irán se ha visto obligada a ceder en más ocasiones. Pero en liga nacional no abrió la puerta de los estadios hasta el 25 de agosto de 2022, 40 años después del último celebrado en un clima de normalidad.
EN EL ESTADIO ‘LIBERTAD’
La decisión llegó después de que Hamid Sajjadi, ministro de Deportes y Juventud, recibiera una carta de la FIFA sobre la admisión de mujeres y niñas en los partidos de fútbol. Así lo confesó él mismo, aunque quiso dejar constancia de que el mensaje enviado por Infantino era una solicitud, “no un requisito”. Acabó trascendiendo que el tono de la misiva era imperativo. Por eso la federación suspendió la prohibición en un partido que enfrentó al Esteghlal y al Sanat Mes Kerman en el estadio Azadi, que significa “libertad”.
El lugar donde fue perseguida y detenida Sahar Khodayari. Durante los prolegómenos del partido, el cántico más entonado fue “blue girl”, en referencia a la seguidora fallecida y a su club. El partido, que terminó con triunfo para el Estheghal, fue una fiesta a medias. Un lavado de cara en los prolegómenos del Mundial. Desde Open Stadiums denunciaron cómo las mujeres fueron desplazadas al anfiteatro, donde la visión es mucho peor, a pesar de pagar a precio de una buena localidad.
تصاویری از بانوان استقلالی حاضر در ورزشگاه آزادی#استقلال pic.twitter.com/Ov18ZFsaCN
— استقلال تهران (@FcEsteghlal) 6 de septiembre de 2022
El número de entradas despachadas no superó las 500 y se entregaron a mujeres seleccionadas, la mayoría trabajadoras de alguna administración estatal. Además, algunas de las asistentes denunciaron “cacheos agresivos, próximos al acoso”. Días después, el 31 de agosto, el mismo estadio Azadi acogió otro encuentro con presencia de aficionadas, el que enfrentó al Persépolis y al Sanat Naft Abadan.
En el informe de ese encuentro, Open Stadiums habla de un exceso de fuerzas de seguridad y avisos constantes para llevar bien el ‘hijab‘. Llegaron hinchas de todo el país, sin importar que tuvieran o no entrada. Los efectivos policiales evitaron que existiera incluso contacto visual entre los hombres y las mujeres, bloqueándose asientos. Las seguidoras no pudieron entrar a pie y se dispusieron autobuses para su transporte.
Los jugadores fueron mucho más espontáneos. Jürgen Locadia, ex del PSV, celebró la victoria del Persépolis con la grada femenina. Ellas pudieron disfrutar de lo que se les privó a las mujeres que, meses antes, fueron agredidas con spray pimienta y botes de humo cuando intentaron acceder a un partido frente al Líbano, clasificatorio para el Mundial de Qatar. Duelo para el que tenían entradas legalmente conseguidas. Un cambio de última hora echó por tierra el protocolo y desató la reacción. “Al régimen nunca le gustó que las mujeres de Irán enviaran una imagen diferente de su pueblo al exterior. La identidad del poder es restringir todos nuestros derechos y fuimos perseguidas”.
می گفت حسرت می خورم برای این چهل سالی که نمی تونستم بیام … در باز شد و اون شب صبح شد ✌🏻 #زنان #پرسپولیس pic.twitter.com/PbGJjwM9vF
— هدیه خطیبی (@HediehKhatibi) 31 de agosto de 2022
A partir de ese último día del mes de agosto, las luces se apagaron definitivamente para el público femenino. Apenas unas semanas después, la ‘policía de la moralidad’ asesinó a Mahsa Amini. Durante estos meses, los cargos y el fútbol federativo iraní han vuelto a mostrar su verdadera cara. Ya no necesitan utilizar excusas como “errores técnicos” en las webs de venta o vergonzosas explicaciones con base sexual, asegurando que “las mujeres van a los campos simplemente para ver a los hombres”, llegando a considerar una “desgracia” la presencia femenina en los feudos deportivos.
REPRESIÓN EN QATAR
Al final, la selección de Irán participó en el Mundial de Qatar, pero su presencia estuvo manchada desde el principio. Una gran parte del pueblo persa criticó la tibieza de los jugadores del conocido como ‘Team Melli’, que en el primer partido se negó a interpretar en el himno, pero que acabó cantándolo en el resto, salvo excepciones como la de Sardar Azmoun.
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“A pesar de la gente de Irán que vimos en las gradas de los campos, Qatar era un país muy peligroso para los iraníes ‘normales’ porque la policía qatarí colaboraba con agentes del régimen. Arrestaban a cualquiera que se atreviera a decir algo sobre la revolución actual. Fue un entorno de estrés y amargura”, sentencian desde Open Stadiums.
En estas circunstancias no es de extrañar que cuando los de Carlos Queiroz quedaron eliminados en fase de grupos, en muchos pueblos y ciudades del país se celebrase el fracaso. Manifestaciones que fueron reprimidas, como no podía ser de otro modo, con violencia estatal que derivó en más muertes. Porque en Irán, los estadios son solo uno de los muchos foros públicos que se han cerrado con sangre a cal y canto.