NASÁU, Bahamas (AP) — Vestido con un traje azul canario en una cálida noche de diciembre y la frente cubierta de sudor, el obispo Lawrence Rolle canta la letra de su último éxito musical para los cientos de niños y adultos reunidos con el fin de celebrar la Navidad.
“¡FTX!”, entona, inclinado y sacudiendo la cabeza para hacer más énfasis. “¡El dinero se ha ido!”
“¡FTX!”, gritan en respuesta su corista y el público. “¡El dinero se ha ido!”
Se suponía que la plataforma de intercambio de criptomonedas FTX sería la joya de la corona de los intentos del gobierno de las Bahamas para convertirse en el destino global de todo lo relacionado con las criptomonedas, después de años de tener una economía demasiado dependiente del turismo y la banca. En lugar de ello, FTX está en bancarrota y los bahameños tratan de dilucidar qué sigue para su país y si su experimento nacional de criptomonedas ha fallado. Los reguladores intentan localizar el dinero perdido de los clientes de FTX.
Mientras tanto, organizaciones benéficas como la de Rolle y docenas de contratistas que se quedaron sin trabajo tienen esperanzas de que aparezca otra empresa y brinde nuevas oportunidades a la nación insular, sin las complicaciones ni la vergüenza de un presunto fraude de miles de millones de dólares.
Rolle, un predicador pentecostal conocido como el “obispo cantor”, es un personaje destacado en las Bahamas. Durante décadas ha cocinado y donado alimentos a los pobres, y provisto almuerzos escolares desde su cocina vecinal en el International Deliverance Praying Ministry (Ministerio Internacional de Oración de Liberación) en Over-The-Hill, una de las partes más pobres de la capital, Nasáu. Rolle y su personal alimentan a unas 2.500 personas por semana.
Rolle había sido invitado por Kirby Samuel, director de la Academia Preparatoria Monte Carmelo, para cantar como parte de la celebración navideña de la escuela. Su presentación consistió principalmente de media docena de canciones góspel afrocaribeñas, pero una de ellas se destacó: Su éxito en redes sociales sobre el reciente colapso de FTX.
El ministerio de Rolle recibió 50.000 dólares de FTX en 2022, uno de los diversos donativos que esa empresa hizo al pueblo de las Bahamas cuando se mudó a la nación insular del Caribe en 2021. Fue dinero, señaló él, que se usó para restaurar un remolque de almacenamiento de alimentos y hacer donaciones adicionales de comida. Rolle explicó que cuesta más de 10.000 dólares semanales operar su programa de donación de alimentos.
Cuando se le preguntó sobre el fracaso de FTX, Rolle respondió que era una triste distracción de los muchos problemas que enfrenta el país. Otros están enojados, en particular con Sam Bankman-Fried, el joven fundador de FTX. Las Bahamas tenían la reputación, al igual que otras islas del Caribe, de ser un destino para finanzas ilícitas y extraterritoriales. Existía la creencia de que las criptomonedas le permitirían a la isla diversificar su economía, brindarían a los bahameños más oportunidades financieras, y, en general, ayudarían a dar al país un futuro más próspero.
La nación promulgó la Ley de Activos Digitales e Intercambios Registrados en 2020, con la que convirtió a las Bahamas en uno de los primeros países en elaborar un marco regulatorio para las criptomonedas y otros activos digitales. El primer ministro, Philip Davis, participó en abril en la ceremonia inaugural de la nueva sede de 60 millones de dólares de FTX en Nasáu, junto con Bankman-Fried.
“Su llegada fue una especie de culminación del trabajo que los bahameños hicieron para avanzar en esta dirección”, dijo Stefen Deleveaux, presidente y director ejecutivo de la Caribbean Blockchain Association (Asociación de Cadenas de Bloques del Caribe).
Varias otras empresas de criptomonedas y compañías nuevas tienen su sede en las Bahamas, algunas de ellas en una incubadora conocida como Crypto Isle, no lejos del centro de Nasáu.
Deleveaux dijo que se interesó en las criptomonedas desde 2014, y que principalmente ha tratado de centrar las labores de sus organizaciones en las partes de las criptomonedas que no involucran intercambio, como la tecnología de las cadenas de bloques, la inclusión financiera y los usos tecnológicos. Sigue escéptico sobre el intercambio de criptomonedas.
“Es frustrante. Ahora, cuando la gente piense en criptomonedas, pensará en FTX”, dijo Deleveaux. “Eso va a hacer que mi propio trabajo sea mucho más difícil”.
De varias maneras, FTX era omnipresente y a la vez alejada de la comunidad local, dijeron algunos bahameños. Sus anuncios estaban por todas partes, sobre todo en la terminal de arribo de turistas del aeropuerto de Nasáu. Pero al mismo tiempo, FTX realizaba la mayoría de sus operaciones desde el complejo de lujo conocido como Albany, el cual tiene grandes medidas de seguridad, donde suele verse a residentes como Tiger Woods y Justin Timberlake. Albany se encuentra en el lado opuesto de Nasáu en New Providence, la isla más poblada de las Bahamas.
“Uno no llega a Albany deambulando de manera casual”, dijo Deleveaux.
Un cantinero en el centro turístico Margaritaville Resort, donde FTX acumuló una cuenta sin pagar de 55.000 dólares, describió a un grupo de 10 a 15 empleados de la empresa, en su mayoría blancos, que solían comer en el restaurante con los rostros clavados en sus computadoras portátiles todo el tiempo. Si bien FTX contrató a bahameños y a compañías bahameñas, fue casi en su totalidad para trabajos de logística como construcción, servicios de limpieza o servicios de alimentos.
Y con la misma rapidez con que FTX se arraigó en los círculos de élite de las Bahamas, todo se vino abajo. La compañía quebró de manera espectacular en noviembre, pasando de ser solvente a estar quebrada en menos de una semana. Un proveedor de servicios de alimentos dijo que tuvo que despedir a la mayoría de sus trabajadores después de que FTX, con la que tenía su contrato más importante, quedara en bancarrota.
Bankman-Fried, de 30 años, fue arrestado el mes pasado en las Bahamas y extraditado a Estados Unidos para enfrentar cargos penales en lo que Damian Williams, fiscal federal estadounidense, ha llamado “uno de los fraudes más grandes en la historia de Estados Unidos”. El empresario de criptomonedas de pelo revuelto ha sido puesto en libertad bajo fianza, y está previsto que vaya a juicio en octubre.
Mientras tanto, las fuerzas policiales y los reguladores en Estados Unidos y las Bahamas, al igual que los abogados y la nueva administración de FTX, tratan de determinar cuánto dinero de los inversores y clientes “se ha ido”, como repite a menudo el obispo Rolle en su canción. Los cálculos de cuánto dinero se perdió en el colapso de FTX han variado significativamente, ya que algunos activos aún se están recuperando, pero una estimación sitúa las pérdidas en entre 8 mil millones y 10 mil millones de dólares.
“Al igual que el resto del mundo, he estado pegado a mi televisor desde el colapso (de FTX)”, dijo Samuel, el director de Monte Carmelo, en una entrevista.
Sin embargo, otros bahameños dijeron que el colapso de FTX ha desviado la atención de los problemas actuales del país caribeño.
La economía de las Bahamas enfrentó una dura prueba por la pandemia de COVID-19. El país prohibió el ingreso de visitantes externos durante casi dos años, y sólo comenzó a permitir que los cruceros atracaran en su popular muelle hace unos ocho meses. En Nasáu hay una evidencia generalizada de las consecuencias económicas de la pandemia. El hotel British Colonial, mejor conocido por haber aparecido en la película de James Bond “Nunca digas nunca jamás”, fue tapiado y cerrado en febrero. Las habitaciones allí llegaron a costar 400 dólares la noche.
A pesar de tener kilómetros de playas vírgenes, hermosos centros turísticos y la economía más rica del Caribe, las Bahamas sigue siendo un país desgarrado por la desigualdad. Los taxistas hablaron sobre la imposibilidad de obtener un préstamo de 6.000 dólares para comprar su propio vehículo. Aproximadamente uno de cada cinco bahameños no tiene una cuenta bancaria, según el banco central del país.
A fines del año pasado, el gobierno de las Bahamas tuvo que imponer controles de precios a docenas de alimentos básicos en un intento desesperado por combatir la inflación.
Los funcionarios de FTX parecieron reconocer que los alimentos y el hambre eran un problema a enfrentar para poder desarrollar una imagen de buena voluntad hacia sus nuevos vecinos. Además de la donación de 50.000 dólares al ministerio de Rolle, FTX donó 250.000 dólares al banco de alimentos Hands for Hunger, y vertió 1,1 millones de dólares a una nueva organización sin fines de lucro conocida como el Agricultural Development Committee (Comité de Desarrollo Agrícola), enfocada en fortalecer la seguridad alimentaria de la nación. Phillip Smith, fundador de ese organismo, no respondió a varias solicitudes de comentarios sobre el donativo.
Cuando FTX se declaró en bancarrota, hubo especulaciones en los medios bahameños sobre si Rolle tendría que devolver la donación de 50.000 dólares, que dijo fue gastada en aproximadamente un mes después de que la recibió.
“Aprovechamos ese dinero lo mejor que pudimos, comprando harina, arroz”, dijo Rolle. “Hay demasiadas personas hambrientas”.
“Es un tema difícil para el obispo, pero creo que es algo en lo que todos en el país estarán de acuerdo: Lo que sea que le hayan dado, él no lo gastó en sí mismo”, dijo Samuel, de Monte Carmelo.
“Sólo deseo que haya mejores empresas que FTX”, dijo Rolle. “Muchos de nuestros niños no tienen padres, o tenemos padres que tienen dos o cuatro o cinco hijos, o chicos que no tienen padre. Apenas podemos pagar el alimentarlos. Ruego a Dios que alguien venga a donar aún más”.