“Mamá, quiero ser vegetariana”, se ha convertido en una frase habitual en muchos hogares. Según una encuesta de ProVeg Internacional, el 87% de los vegetarianos españoles son mujeres. Este porcentaje es especialmente llamativo entre las adolescentes, algo que está suscitando muchas preguntas a sus padres, en caso de ser omnívoros. Según la encuesta acerca de los hábitos alimentarios de los españoles que realizó ProVeg en junio entre 2.749 personas, casi nueve de cada diez vegetarianos y ocho de cada diez veganos se identifican con el género femenino.
Hay algunas razones que podrían explicar por qué las mujeres son más proclives al vegetarianismo. “Tradicionalmente, comer carne se ha asociado con la virilidad y con ser muy hombre, por así decirlo. También, por motivos sociológicos, a las mujeres se nos ha hecho madurar antes”, manifiesta Verónica Larco, directora de comunicación de ProVeg España.
Tradicionalmente, comer carne se ha asociado con la virilidad y con ser muy hombre, por así decirlo. También, por motivos sociológicos, a las mujeres se nos ha hecho madurar antes”
La cuestión es que ser vegetariana se ha convertido en una tendencia que tener en cuenta entre los 11 y los 17 años, así que la primero que han saber los padres es que cuando la dieta vegetariana está bien planificada, es adecuada para todas las edades. Según detalla Lucía Martínez en Vegetarianos con más ciencia (Paidós), probablemente uno de los mejores libros que se han publicado sobre el tema, las dietas vegetales “son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluyendo el embarazo, la lactancia, la infancia, la niñez, la adolescencia y la vejez”.
Sin embargo, es durante la adolescencia cuando la llamada del vegetarianismo parece ser más fuerte, entre otras cosas porque a esta edad, interviene la dietista-nutricionista Júlia Farré, es fácil sentirse incomprendido por los progenitores, algo que lleva a buscar una identidad propia en el camino que conduce hacia la vida adulta. En este sentido, juzgar la cultura alimentaria de los padres comienza a ser un nuevo motivo de conflicto intergeneracional. “No se trata tanto de llevar la contraria a los padres, como de buscar el propio camino”, recalca Farré. “Una cosa que tiene el vegetarianismo –añade– es la sensación de pertenecer a un grupo, y esto para una adolescente es importantísimo”.
“¿Qué hace una madre en un caso así? Pues hablar mucho con ella e intentar entenderla”, responde Nuria Cosio, madre de Micaela, una joven que comunicó su deseo de ser vegetariana a los 17 años. “Al final, mi preocupación es nutricional. Yo intento respetar a mi hija pero intentando llegar a consensos permanentes con ella”, declara esta asturiana madre de otros dos hijos más pequeños que siguen comiendo de todo.
Al final, mi preocupación es nutricional. Yo intento respetar a mi hija pero intentando llegar a consensos permanentes con ella”
“Por lo que veo entre mis conocidos, que los padres sean omnívoros y alguna de sus hijas se haga vegetariana empieza a ser más habitual de lo que podamos pensar. Entre nuestro grupo más cercano de amigos, por ejemplo, muchos han vivido la misma situación y siempre han sido las chicas adolescentes de la familia las que han manifestado esta inquietud, aunque algunas ya han dejado de serlo”, desvela Cosio. “Tener a una persona en casa, a la que quieres y respetas, pero que piensa de manera diferente a la tuya te lleva, como mínimo, a cuestionarte algunas cosas. Pero en ningún momento he querido plantearlo como si yo estuviera en el lado acertado y mi hija en el equivocado”, admite esta mamá.
Omnívoros y vegetarianos comparten mesa
En cada vez más familias se está convirtiendo en habitual que alguno de los hijos y, especialmente, de las hijas, sea vegetariano o vegano. En estos casos, los dietistas-nutricionistas recomiendan elaborar un menú complementario donde haya un elemento principal que sea común y otros opcionales y cambiantes. Por ejemplo, una ensalada de pasta (común) con atún (para los familiares omnívoros) o con dados de tofu salteados (para los vegetarianos). Cuando no sea posible, hay varias posibilidades. Por ejemplo, establecer un día a la semana en el que toda la familia coma vegetariano (como hacen algunos restaurante con los lunes sin carne). Otra opción es utilizar el horno para cocinar varios platos a la vez. Es lo que hace, por ejemplo, Nuria Cosio, madre de una hija vegetariana. “Cuando estoy haciendo una pizza que tiene de todo para mí, para mi marido y para mis otros dos hijos, aprovecho para cocinar también unas berenjenas rellenas de verduras para mi hija Micaela, que es vegetariana”. Al final, se trata de pasar del antiguo menú familiar a comer a la carta, buscando puntos de encuentro.
En la práctica, Micaela, su hija mayor, al igual que muchas jóvenes que todavía dependen de sus padres, ha tenido que aceptar convertirse en vegetariana en varias fases. De momento, ha conseguido librarse de comer carne de cerdo, ternera y carne roja. Sin embargo, sigue comiendo a regañadientes algún día pescado o pollo, ante la insistencia de su madre, preocupada porque le falten nutrientes.
Micaela, como tantas jóvenes, ha decidido hacerse vegetariana para contribuir a la sostenibilidad y proteger el medio ambiente, el segundo motivo más frecuente para ser vegetariana entre las españolas, justo después del bienestar animal, según la encuesta realizada por ProVeg. Si no cambia de postura, será vegetariana al 100% cuando viva sola. De momento, ha logrado que en su casa se coma más verdura (según datos que aporta el dietista-nutricionista Julio Basulto, los niños y jóvenes vegetarianos toman el triple de vegetales que los que no lo son).
Sin embargo, no todas las chicas que manifiestan el deseo de llevar una alimentación vegetariana tienen principios igual de sólidos, en tanto también las hay que se hacen vegetarianas durante unos días, semanas o meses, “pero que al cabo de menos de un año, dejan de serlo”, según ha observado Farré en su consulta, por donde pasan cientos de pacientes cada año. Tal vez ello explique por qué en las encuestas siempre aparecen más vegetarianos de los que puede que en realidad haya.
Difícil de cuantificar
Algunas chicas se hacen vegetarianas pero lo son durante unos meses, lo que explicaría por qué aparecen en las encuestas más de las que en verdad hay
Sobre este particular, tanto esta experta como el dietista-nutricionista Julio Basulto, coautor de libros de cabecera como Alimentación vegetariana en la infancia y Más vegetales, menos animales (ambos en Debolsillo) y un firme defensor de la salud pública, alertan que un buen número de niñas que aspiran a ser vegetarianas pueden ocultar, en realidad, un trastorno de la conducta alimentaria.
“Es una situación que estamos viendo mucho en consulta”, confirma Farré. “Cada vez más niñas y niños quieren ser vegetarianos, pero hay una diferencia muy importante y es que una parte de las niñas que dicen pretender serlo lo utilizan a veces como excusa para comer todavía menos que antes”, reconoce. “Estas niñas eligen el vegetarianismo para justificar una restricción alimentaria motivada por la insatisfacción que sienten con su cuerpo”, explica.
Basulto le da la razón: también su mujer, la dietista-nutricionista Olga Ayllón, se está encontrando al pasar consulta con casos parecidos. “Pero hay que tener muy claro que no es la dieta vegetariana la que lleva al trastorno alimentario, sino al revés. La dieta vegetariana no es la causa, sino la consecuencia”, puntualiza Basulto.
Hay que tener muy claro que no es la dieta vegetariana la que lleva al trastorno alimentario, sino al revés. La dieta vegetariana no es la causa, sino la consecuencia”
El consejo de este experto para las mamás y papás es estar atentos, pues nadie mejor que ellos para descubrir las auténticas motivaciones de sus hijos. Para averiguar la verdadera razón para hacerse vegetariano, “a veces se utiliza como estrategia –revela este experto que copa las listas de libros más vendidos– comunicarle a la niña o niño que tal vez en un primer momento engorde 100 o 200 gramos. Si su respuesta es desmesurada y huye compungida ante la posibilidad de engordar esos gramos, mala señal”, anticipa.
En caso de sospechar que la motivación es estética, Basulto sugiere pedir una segunda opinión al pediatra y, de ser necesario, plantearse visitar al psicólogo. No obstante, son más los casos donde la motivación es sincera. Aunque los adolescentes vegetarianos son muy apasionados acerca de lo que se pone en la mesa y pueden surgir tensiones inevitables cuando una menor sienta que consumir carne es un asesinato y no tolere que algunos de sus familiares lo hagan, el primer consejo es informarse.
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“Es lo mismo que si tu hijo pequeño te dice que quiere hacer crossfit: igual no lo apuntas a la primera y te documentas sobre si puede ser lesivo o cuál es la mejor edad para iniciarse”, pone como ejemplo Basulto. Así pues, el primer consejo es acudir a una dietista-nutricionista. “Lo principal es quitar los alimentos de origen animal, prescindir de los ultra-procesados y tomar la vitamina B12 una o dos veces por semana”, resume Basulto.
“Respeto mucho a los padres que dicen: ´yo no quiero que mi hija sea vegetariana porque es muy pequeña´, ya que yo no soy educador, sino nutricionista pero, como tal, debo decir que ser vegetariano es completamente compatible con la salud”, resalta el autor de Mamá come sano, Se me hace bola, Secretos de la gente sana o Come mierda: no comas mejor, deja de comer peor, entre otros libros.
“Si nuestra hija nos dice que quiere ser vegetariana, lo primero que recomiendo a los padres es reaccionar con calma, porque no es el fin del mundo”, aconseja Larco. “Pero no hay que decirle que no simplemente por ser su padre o madre”, añade la directora de comunicación de ProVeg en España.
“Lo primero es escuchar a tu hija, sin juzgarla”, opina Farré. “Es importante intentar averiguar si tiene o no la decisión tomada, porque es muy diferente. Si crees que ya la ha tomado, mejor no le des tu opinión, porque lo va a hacer de todas maneras, le digas lo que le digas. Pero si está dubitativa, la puedes intentar acompañar en el proceso de decidirse, aconsejarle, probar un tiempo para ver qué tal se siente, comprarle algún libro relacionado con el tema o redactar una lista de pros y contras”, propone la fundadora del Centro Júlia Farré de Barcelona donde trabajan 15 dietistas-nutricionistas.
Vegetarianos por imitación y concienciación
Según la encuesta realizada el pasado mes de junio por ProVeg entre 2.479 españoles, el mayor impulsor a la hora de cambiar de alimentación son las redes sociales y la información que se encuentra en ellas. De la misma manera, el segundo factor son los documentales, películas o series. Muy por detrás se sitúan el entorno familiar y los amigos, como factor decisivo a la hora de hacerse vegetariano. Estos datos no suponen ninguna sorpresa para los dietistas-nutricionistas consultados. “Seguramente, uno de los factores más determinantes entre los adolescentes es el mimetismo. Pero no podemos culparlos porque también los adultos se suelen hacer vegetarianos por imitación. Ahora bien, si esto es lo mejor para el bienestar animal, la sostenibilidad y la justicia alimentaria…¿Dónde está el problema?”, lanza Basulto.
Algunos expertos creen que estos conflictos son una buena oportunidad para practicar la tolerancia con los hijos. Sin embargo, algunas madres y padres consultados en este reportaje señalan que es difícil ser condescendiente con una niña de 11, 12 o 13 años que tiene la cabeza llena de pájaros… Muchas veces, cuando las niñas son todavía demasiado jóvenes, los padres tienen que hacerse cargo de su vegetarianismo, algo que no siempre hacen de buena gana. “Si eres tan mayor como para hacerte vegetariana, también lo eres para ayudarme a comprar y colaborar en casa, si es que pretendes que esta decisión que has tomado sea sostenible”, les dicen.
Hay otros temas encima del tapete, como si las niñas o niños melindrosos, tiquismiquis y selectivos a la hora de comer tienen más difícil ser vegetarianos (la condición sine qua non para serlo, aunque sea de perogrullo, es que gusten los vegetales…) Sin embargo, el mensaje que lanzan los dietistas-nutricionistas de cara a que la sociedad no se divida entre proveg y veganhaters es que, aunque seamos omnívoros, las dietas vegetarianas bien planificadas que incluyen una amplia variedad de alimentos vegetales y una fuente fiable de vitamina B12 proporcionan una ingesta adecuada de nutrientes, además de ser más sostenibles medioambientalmente. Y esto es válido para cualquier edad…