“Quiero contratar un PR que trabaje para mí, pero no tengo mucho dinero ahora para pagarle”. Quien escribió esto en Twitter hace menos de una semana tiene buenas razones para contratar a un PR o relaciones públicas: su carrera estará manchada para siempre por el mayor escándalo de la ciencia en el siglo XXI. No estaba solo, pero es el único que ha pagado por ello.
Un nuevo documental profundiza en el entorno de He Jiankui, el científico chino que a finales de 2018 anunció que había editado genéticamente unos embriones para hacerlos inmunes al VIH. De ahí nacieron tres niñas de las que no se ha vuelto a saber nada.
He fue denunciado y condenado. Salió de la cárcel en abril de este año y lo primero que hizo fue montar una start-up cuyo objetivo es desarrollar una curación para la distrofia muscular de Duchenne. Lo conseguirá, dice, con 1.000 millones de yuanes (unos 135 millones de euros).
I want to hire a PR to work for me, but I do not have much money to pay now.
— Jiankui He (@Jiankui_He) December 26, 2022
Nadie más ha pagado por aquél experimento que horrorizó al mundo cuando mucha gente, incluyendo investigadores prominentes, conocían e incluso le apoyaron. Sabían de su pretensión de cruzar todas las líneas rojas éticas de la investigación sobre edición genética para crear unos bebés portadores de una mutación del gen CCR5, que confiere resistencia frente al VIH de los progenitores. Esa fue la excusa de He a pesar de que hay métodos seguros en la actualidad para conseguir ese objetivo.
‘Make people better‘, de Cody Sheehy, no se ha estrenado todavía en España, pero ya ha comenzado a levantar polvareda en un asunto que cambió la biomedicina para siempre hace tan solo cuatro años. Porque las bebés CRISPR fueron el espejo el que vieron reflejadas todas las posturas tibias sobre la posible edición de líneas germinales, es decir, de cambios en el ADN que serán heredados.
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Este hecho obligó a posicionarse claramente en contra a investigadores e instituciones: CRISPR, la técnica que ha expandido las posibilidades de la ingeniería genética, es barata y fácil de usar, pero todavía está muy lejos su empleo seguro. Este 2022 han finalizado los primeros ensayos clínicos de terapias basadas en esta herramienta, con prometedores resultados, pero siempre basadas en modificaciones no heredables.
El documental indaga en ese ecosistema que, implícitamente, apoyaba una búsqueda fulgurante de avances en el campo. Y en ese ecosistema, los ‘atajos’ que tomó He eran aceptables.
Sheehy se centra en tres protagonistas de la historia: el periodista del MIT Technology Review Antonio Regalado que destapó la noticia, el experto en bioética Ben Hurlbut y el publicista Ryan Ferrell.
Hurlbut fue consultado por el propio He en 2017 y le desaconsejó empezar su proyecto. No sería hasta el año siguiente cuando el científico chino iniciaría la búsqueda de parejas con VIH para proponerles el experimento.
Una campaña de márketing
Ferrell, en cambio, trabajó codo con codo con He. Diseñó una campaña de relaciones públicas que buscaba controlar la forma de dar a conocer el hito que el investigador estaba buscando e impulsar su figura internacionalmente.
Esa campaña consistía en escribir un artículo sobre los riesgos de la edición genética para una revista generalista, un artículo científico que enviarían a Nature, cinco vídeos donde explicaban los pormenores de su proyecto y un reportaje en exclusiva con una de las grandes agencias de infomación mundiales, Associated Press.
Los periodistas de la agencia –Marilynn Marchione, Christina Larson y Emily Wang– habían tenido acceso a He Jiankui e incluso grabaron cómo inyectaba los reactivos CRISPR en un embrión humano no viable.
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No fueron los únicos que sabían de antemano lo que se estaba cociendo. El artículo científico sería escrito por He junto al que fue su tutor de doctorado en la estadounidense Universidad de Rice, Michael Deem.
Los abogados de Deem han negado repetidamente su participación. Sin embargo, según el periodista Walter Isaacson -autor de El código de la vida, la biografía de la premio Nobel por el CRISPR Jennifer Doudna-, un vídeo muestra al norteamericano junto con el chino en una entrevista a una potencial pareja, en la que se explicaba el consentimiento informado del experimento.
La universidad dijo que iniciaría una investigación al respecto. No obstante, nada más de supo del tema hasta que en la primavera de 2022 se conoció que Deem ya no trabajaba en la institución.
Años atrás, Deem había presentado a He al investigador de la Universidad de Standford Stephen Quake. He compró la tecnología de Quake para montar una empresa de secuenciado de genomas, Direct Genomics, que reportó al chino sustanciosos ingresos.
Quake formó parte de la junta directiva de la empresa, junto Yu Jun, confundador del Instituto de Genómica de Beijing, y Bill Efcavitch, jefe de I+D de la empresa biomédica Helicos. El antiguo CEO de esta, Steve Lombardi, habló con potenciales inversores para las ideas de He. Ninguno de ellos ha asumido responsabilidad alguna por el escándalo de las bebés CRISPR.
Absueltos de malas prácticas
También hubo gente a la que se acercó He y, como Hurlbut, desaconsejaron que siguiera adelante. El oncólogo Matthew Porteus, investigador en células madre de la Universidad de Standford, lamentó ante el periodista Walter Isaacson no haber hecho más para impedir que el experimento de He siguiera adelante. La universidad de Standford investigó y absolvió a Quake, Hurlbut y Porteus de cualquier mala práctica.
En el documental ‘Make people better’, el publicista Ryan Ferrell dice que había al menos dos docenas de personas que sabían o sospechaban lo que He estaba haciendo. Entre ellos, la propia Jennifer Doudna, que fue contactada por el científico chino. Él le habría explicado su proyecto, pero ella no le hizo mucho caso.
En China, a pesar del rechazo y la pena de cárcel, el Hospital HarMoniCare de Mujeres y Niños de Shenzhen dio su aprobación ética al ensayo de He en 2017. Una ONG que trabajaba con pacientes de sida, Baihualin, ayudó al investigador a reclutar participantes en su experimento.
La cosa no queda ahí. La idea de editar el gen CCR5 ya estaba circulando años atrás en los círculos de la edición genética. George Church, otro de los padres de CRISPR y conocido ahora por querer desextinguir los mamuts, habló de ello en una conferencia de 2016, a la que había acudido He Jiankui.
De esa conferencia salió un informe sobre la edición de líneas germinales. Walter Isaacson explica que He, “en lugar de leer el informe como una llamada a no avanzar con las ediciones heredables en embriones humanos por el momento, lo interpretó como una señal de que podía proceder con cautela“.
El científico chino no hubiera podido interpretar nada si el informe hubiera sido lo suficientemente claro y contundente, como sí lo fueron las muestras de rechazo posteriores al destape del escándalo. Hoy en día hay tres niñas que viven con sus genes editados. Son las únicas en el mundo, pero no se sabe hasta cuándo lo serán.