David Bennett tenía 57 años y vivía en Maryland. Desde hacía tiempo sufría una enfermedad cardíaca grave que precisaba de un trasplante, pero había sido rechazado de varias listas de espera para recibir un corazón humano. Así, aceptó recibir uno de cerdo modificado genéticamente, lo que se conoce como un xenotrasplante. “Era morir o hacer este trasplante. Quiero vivir. Sé que es un tiro en la oscuridad, pero es mi última opción”, dijo el paciente. La operación se llevó a cabo el siete de enero de 2022. Desgraciadamente, fallecía dos meses después.
“Aunque no fue un trasplante que podamos considerar exitoso, en realidad es un hito en la historia porque el órgano funcionó. Desde luego, creemos que esto puede trazar una nueva historia en el desarrollo clínico del xenotrasplante”, explica a EL ESPAÑOL Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
Bennett falleció por una infección que, consideran los propios investigadores, se podría haber evitado. Al parecer, se detectó que el corazón trasplantado estaba infectado con un herpesvirus porcino que no había sido diagnosticado en las pruebas. No obstante, Muhammad Mohiuddin, de la Facultad de Medicina de Maryland y director del proceso, expresó en el estudio que publicaron en The New England Journal of Medicine que no había evidencia de que el virus hubiera dañado el corazón y se hubiera propagado por el cuerpo del paciente, aunque no podía descartar que hubiera sido así.
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Sea como fuere, los expertos coinciden en que los dos meses de vida de Bennett con un corazón de cerdo son, si no un éxito, una puerta a la esperanza de un futuro fructífero en la investigación de xenotrasplantes. “Lo que marca esto es una nueva época en la que, entendemos, en breve se podrían plantear ensayos clínicos bien diseñados que pudieran demostrar la eficacia y la seguridad de este tipo de procedimientos”, aclara Domínguez-Gil.
Una larga historia
La historia de los xenotrasplantes viene de lejos. El primero se realizó en 1964. James Hardy, un cirujano de la Universidad de Misisipi, intentó transferir un corazón de chimpancé a Boyd Rush, un hombre de 68 años. Sin embargo, la operación fue todo un fracaso porque el equipo no tardó en percibir que el órgano no era lo suficientemente grande para el paciente. Sobrevivió tan sólo 90 minutos.
Justo 20 años más tarde, una bebé de 12 días con un defecto cardíaco congénito de muy mal pronóstico se convertía en la siguiente persona en recibir un xenotrasplante. En su caso, un cirujano de la Universidad de Loma Linda, Leonard Bailey, le trasplantó un pequeño corazón de babuino. Stephanie Fae, más conocida como Baby Fae, murió 21 días después de la operación, lo que causó una gran polémica en Estados Unidos.
Sin embargo, la controversia de aquellos días se ha convertido en esperanza en estos. El mundo enfrenta una grave crisis de abastecimiento de órganos. Los últimos datos recopilados por el Observatorio Mundial de Donación y Trasplante señalan que, anualmente, se ejecutan más de 150.000 trasplantes de órganos sólidos en todo el mundo, lo que implica un incremento del 52% respecto a 2010. No obstante, se estima que esa cifra representa menos del 10% de las necesidades mundiales.
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Una de las más cruciales es la del riñón. En base al mismo informe, cada año se realizan alrededor de 100.000 trasplantes de riñón en todo el mundo, una cifra nimia en comparación con los más de cinco millones de pacientes que se someten a diálisis anualmente.
Pacientes en muerte cerebral
Tras el caso de Bennett, este 2022 se produjo otro hito en el mundo de los xenotrasplantes y tiene relación, precisamente, con el riñón. Dos grupos de investigación notificaron de forma independiente (véase The New England Journal of Medicine y American Journal of Transplantation) que habían trasplantado con éxito los primeros riñones de cerdo a tres personas que habían sido declaradas legalmente muertas, es decir, en muerte cerebral. Ambos equipos informaron que los órganos fueron capaces de producir orina y que no fueron rechazados por el sistema inmunitario. “En estos casos se pudo objetivar que se conseguía la función del órgano“, apunta la presidenta de la ONT.
Los resultados son prometedores y, como indica Domínguez-Gil, el xenotrasplante “sería una vía para suplir las necesidades no cubiertas hasta el momento con el trasplante convencional”, ya que, aunque hablamos de corazones y riñones, esto se podría realizar con cualquier órgano. La experta destaca, además, que todo el proceso se haría con la ventaja de la inmediatez, pues se elimina la necesidad de esperar a que sea donando un órgano adecuado para las características del receptor.
He aquí, entonces, la pregunta del millón: ¿cuándo serán una realidad los xenotrasplantes? ¿En la próxima década? “No sé si en esta década, creo que todavía falta tiempo. Es importante transmitir que no estamos hablando de algo que vaya a estar disponible para nuestros pacientes en un breve espacio de tiempo”, confiesa la experta, que aclara su respuesta: “Todavía estamos hablando de un procedimiento que se encuentra en fases muy precoces y del que queda mucho por determinar, dilucidar y hacerse estudios en condiciones para determinar calidad, seguridad, eficacia, etc.”.
De momento, con casos como el de Bennett parece que Estados Unidos ha tomado la delantera, aunque igualando la prudencia de Domínguez-Gil, el cirujano Robert Montgomery, de la Universidad de Nueva York y director de uno de los equipos del xenotrasplante de riñón, subrayaba en sus resultados que la idea es seguir haciendo pruebas con personas en muerte cerebral antes de pasar a ensayos clínicos con vivos.
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Mientras, hay que señalar que Europa juega con una regulación muy estricta en este campo. Aun así, la experta da una pincelada de lo que nos espera: “Me consta que ahora mismo, en el entorno europeo, ya se está planteando la posibilidad de que algunos centros europeos participen en ensayos clínicos desde cero“.
El cerdo, el elegido
El futuro del ser humano puede estar en las granjas de cerdos. Aunque antiguamente se recurrió al uso de órganos de primates, es en el animal porcino en el que se han encontrado las particularidades idóneas para los xenotrasplantes. Como detalla la doctora, por un lado, tiene unas características de similitud con la anatomía humana. Por otro, convive de manera muy habitual con el ser humano, lo que da mayores garantías de bioseguridad.
Hasta principios de 1990, los órganos del cerdo planteaban un grave problema, el rechazo del sistema inmunitario humano. No fue hasta que entró en juego David Cooper, cirujano del Hospital General de Massachusetts, que se encontró una solución, al identificar el gen que provocaba la mala reacción. Más de dos décadas después, los avances en la tecnología consiguieron no sólo modificar dicho gen, también muchos otros que pudieran ayudar en el proceso. Por ejemplo, en el caso de Bennett, el órgano tenía diez cambios genéticos: la modificación de cuatro genes de cerdo y la adición de seis humanos.
La ciencia de los xenotrasplantes avanza, los datos no dan lugar a duda. El problema, según la presidenta de la ONT, quizá no está ya tanto en el proceso per se, sino en dilucidar qué personas van a ser los candidatos a recibir este tipo de trasplantes. “No es fácil determinar el tipo de pacientes que se beneficiarían de este tipo de trasplantes y que esté justificado incluirnos en un ensayo clínico”.
El caso de Bennett causó controversia en este sentido. “Aquí no nos llegan a decir realmente por qué el paciente no cumplía criterios para recibir un trasplante humano”, recuerda Domínguez-Gil: “De las declaraciones de los autores se deduce que fue porque era una persona que no cumplía adecuadamente la adhesión a los tratamientos prescritos, pero esto también es necesario para un xenotrasplante“. Así, con esta nueva cuestión sobre la mesa, la doctora sentencia: “De cara a los futuros ensayos clínicos que se puedan desarrollar, me parece el tema más difícil de definir”.