El universo virtual de China, especialmente Weibo, sirve como plataforma de desahogo de una población que se siente abandonada
Principales temas de conversación: la abrupta apertura, la preocupación por la falta de acceso a recursos médicos o la falta de credibilidad en los expertos
También hay una gran división entre aquellos que se manifestaron por la flexibilización y los que les culpan de haber provocado un caos de contagios y muertes
Muchos ciudadanos chinos están experimentando una profunda sensación de abandono después del radical viraje con respecto a la narrativa oficial que ha inundado a la población durante toda la pandemia. La propaganda perfectamente orquestada y argumentada de por qué era necesario tener una tolerancia cero con el Covid-19 y dar prioridad a las medidas draconianas sobre factores como la economía se ha derrumbado con un chasquido. Los férreos cierres de edificios, barrios, ciudades, provincias, las frecuentes pruebas masivas y fronteras bloqueadas, los centros de cuarentena gubernamentales… la realidad en la que ha estado sumida China durante alrededor de 156 semanas ha pasado, de la noche a la mañana, a otra en la que no ha habido ningún tipo de control.
Tampoco un manual de guía o recomendaciones a la ciudadanía en los compases iniciales de la apertura que sirviera de adaptación a un cambio de rutina tan extremo. El 22 de diciembre, 15 días después de que se levantaran los límites y con el virus propagándose a un ritmo vertiginoso, las autoridades publicaron la ansiada guía a través de Weibo, el Twitter chino. Hasta entonces, ante el desconcierto sanitario, no hubo más que días de información cero en la salida de la estrategia de ‘Covid Cero’.
Uno de los barómetros del sentir de la población china son precisamente las redes sociales, donde el contenido que publican los usuarios lucha a contracorriente contra la censura de las autoridades. Después de que el Gobierno anunciara hace unos días que dejaría de publicar datos relacionados con fallecimientos y contagios por Covid-19, los ciudadanos se han convertido en los reporteros a pie de calle de lo que está sucediendo en esta nueva realidad. Las imágenes que llegan al exterior de hospitales saturados, de pacientes hacinados sin acceso a camas que comparten respiradores, de cuerpos sin vida esparcidos en zonas rurales, de crematorios que no dan abasto o de sanitarios absolutamente desbordados recuerdan a los peores momentos de la pandemia en otros lugares del mundo.
Por eso la pregunta es obligada, ¿por qué las autoridades no han ideado o ejecutado ningún plan de apertura después de casi tres años de duros confinamientos y estrictas medidas que, precisamente, pretendían evitar lo que ahora está sucediendo?
Weibo, caldo de cultivo de la población
Ésta y otras dudas, desacuerdos y miedos han hecho que las redes sociales, especialmente Weibo, sean el caldo de cultivo de conversaciones que reflejan las sensaciones que están experimentando los ciudadanos chinos. Todo ello en un ambiente de caos donde se están produciendo millones de contagios y un número indeterminado de fallecimientos diarios.
1. Disturbing! According to Chinese social media, 23 y/o Chen Jiahui (陈家辉), a graduate student at West China Hospital affiliated with Sichuan University, was forced to work after testing #COVID positive. After 3 days of high-intensity work, on Dec 13, he suddenly passed out, pic.twitter.com/SB1kOzENHv
— Inconvenient Truths by Jennifer Zeng 曾錚真言 (@jenniferzeng97) 21 de diciembre de 2022
“Este es el resultado de abrir”, escribió un internauta según Bloomberg. “¿Por qué tenemos que abrirnos? ¿Por qué no podemos tener en cuenta primero a los grupos vulnerables?”, agregó en una clara muestra de la desorientación que vive el país. Otro usuario añadió: “Hace un mes seguíamos diciendo que nos ceñiríamos al ‘Covid Cero’ y que daríamos prioridad a las personas, pero un mes después estamos completamente ‘tumbados’ y dejándolo pasar”, argumentó.
Los temas de conversación que se dirimen en Weibo oscilan entre la estupefacción por el abrupto cambio de rumbo a la preocupación por la falta de acceso a recursos médicos y al estado de los servicios sanitarios, pasando por la pérdida de credibilidad en los expertos. Todo ello en un ambiente de división entre aquellos que están a favor de la eliminación de medidas anticovid y los que perciben esta apertura como una irresponsabilidad catastrófica y culpan a los participantes de las manifestaciones del Din-A4 de lo que está sucediendo. “Se levantan los cierres, pero ahora ya no me atrevo a salir en absoluto”, apuntó un usuario según el portal What’s On Weibo. “Ante un cambio tan repentino, si hubiéramos tenido un camino con medidas de flexibilización primero, podríamos haber tenido algunas opciones. Ahora no tenemos elección”, prosiguió en un comentario. Antes de la aparición de la guía gubernamental el 22 de diciembre, otro internauta añadió: “lo que me parece un poco extraño es que ahora se está abriendo todo, pero ¿por qué no hemos visto algo así como un manual a nivel nacional sobre el tratamiento médico? Cómo manejar el contagio, qué tipo de medicamentos podemos tomar, cómo descansar, cómo utilizar las pruebas de antígenos, en qué circunstancias debemos quedarnos en casa y cuándo ir al hospital, cuándo podemos empezar a hacer ejercicio y emprender actividades de nuevo, qué pasa con la nutrición, la cuestión del estrés mental y cuándo podemos volver a trabajar de nuevo”. Parte de esta información apareció casi 20 días después de su denuncia.
Los servicios de censura en la popular red social tardaron en actuar ante posts como el de esta usuaria: “¿Por qué abrimos en invierno, por qué no restablecieron la compra de antipiréticos antes de abrir, por qué se empeñaron en avisarnos tan a última hora?”.
División social
La sensación de descontrol que está experimentando parte de la población es uno de los temas más extendidos, según la sinóloga, Manya Koetse. “Además de las personas que publican sus síntomas de Covid, hay más debates en las redes sociales chinas en torno al actual brote”, esgrime en Twitter. Éste es uno de ellos y la base de todas las disputas entre desconocidos, familiares y amigos reside en aquellos que ahora culpan a los que se pronunciaron o manifestaron a favor de la apertura el mes pasado.
Algunos comentarios destacados al respecto han dado buena muestra de la división:
“Ya que tanta gente estaba descontenta con los controles de cierre, ahora deberían estar abiertos a aceptar las consecuencias a las que se enfrentan hoy”, afirmó un bloguero. “Los manifestantes que portaban papeles DIN-A4, en protesta por la relajación de las medidas, no tenían en cuenta el status quo de la situación médica de China y el tamaño de la población. Ahora hacen la vista gorda ante el sufrimiento humano al que nos enfrentamos”, agregó otro. Quizás uno de los comentarios más duros, también difundido por What’s On Weibo es el de un popular internauta original de Shanghái:
“Odio. En los últimos días, he observado una tendencia más amplia de la opinión pública en relación con el número masivo de infecciones tras la apertura, algunas de ellas con graves síntomas; algunos ancianos simplemente no pueden soportarlo y fallecen. Todos estos sufrimientos se consideran un mal causado por quienes exigieron la liberalización, y todos los que abogaron por ella deberían ahora pagar el precio y pedir disculpas. Si alguien promovió con entusiasmo la apertura antes y ahora está infectado, sólo puede culparse a sí mismo”, destacó.
Desesperación sanitaria
La falta de credibilidad ante las recomendaciones de los expertos y la preocupación por la falta de recursos médicos también han avivado las redes sociales chinas.
“Antes era partidario de la apertura, hasta que me contagié de Covid. De repente me doy cuenta de que este virus no es tan fácil, sé de muchos ancianos que ya han fallecido a causa de él y me siento realmente mal, lo que me hace preguntarme de qué manera acabará esta ‘catástrofe’”, declaró una persona en Weibo. En otro hilo, alguien explicó las dificultades que está pasando para hacerse con medicinas. “No puedo conseguir medicamentos, no puedo hacerme una prueba de ácido nucleico, tampoco la están haciendo en el hospital, y las pruebas de antígenos están agotadas”, relató.
El personal médico también ha denunciado una situación que les sobrepasa: “solemos tener treinta pacientes en nuestra sala, ahora tenemos más de setenta y sin embargo contamos con el mismo número de personal”, escribió. El trabajador de una funeraria añadió que abrieron hace 19 días y que “en todos los condados y municipios, las funerarias están a rebosar, los crematorios están completamente llenos. Espero que los que murieron puedan descansar en paz, y que los que viven sean fuertes. Mañana será un día mejor”.
Y así transcurren estos últimos días de 2023 en el universo virtual de China, uno de los pocos lugares que sirven -a medias por la censura- de desahogo mientras la nueva estrategia de lograr la inmunidad de rebaño merma a una población desabrigada en el peor invierno de la pandemia, abandonada a su suerte y que hubiera preferido un plan de acción en lugar de una abrupta reacción por parte de sus líderes.