VALÈNCIA. La colaboración entre agentes de diferentes sectores es un factor primordial para mejorar el tejido empresarial. Así lo expone el estudio “Palancas para mejorar la competitividad de la Comunitat Valenciana” impulsado por la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) y la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (Redit), que aborda la necesidad de obtener una visión del conjunto de políticas diseñadas para la mejora global del ecosistema.
El desarrollo de esta cooperación fue el tema central del último desayuno informativo organizado por Valencia Plaza, Redit y la AVI. El encuentro reunió a profesionales del ámbito de la investigación, tanto en universidades como en centros tecnológicos, para profundizar sobre el trabajo grupal y su potencial a la hora de transferir conocimientos a las compañías.
A la jornada asistieron el vicepresidente ejecutivo de la AVI, Andrés García; el presidente de Redit, Fernando Saludes; la responsable del Área Técnica de Redit, Elena Cortés; la jefa del departamento de I+D de Aimplas, Raquel Llorens; el responsable del área de Información Estratégica e Innovación Empresarial de ITI, Francisco Ricau; el profesional del área de Química Aplicada y Nuevos Materiales en ITE, Iván Esteve; el presidente de Ruvid, Carlos Hermenegildo; el científico titular del Instituto de Tecnología Química (CSIC-UPV), Antonio Chica; y la profesora titular del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Ciencias de la Alimentación, Toxicología y Medicina Legal de la Universitat de València, Emilia Ferrer.
El debate comenzó con la intervención de Andrés García, vicepresidente ejecutivo de la AVI, quien contextualizó: “A finales de los 90 se dejó a las empresas actuar a su libre albedrío. Hubo una ausencia total de dirección política y estratégica, así que lo que hacemos ahora a través de la Agencia de Innovación, Redit, universidades e institutos de investigación es intentar recomponer el sistema de innovación y ponerlo a trabajar a favor de las empresas para que resuelvan los problemas que están por venir. Si la ciencia va al margen de la empresa, no funciona”.
El objetivo, según subrayó Fernando Saludes, presidente de Redit, es generar plataformas e infraestructuras que ayuden a conectar y a reconocerse como un colectivo. Además, insistió en que hay que conseguir que la experiencia venga para quedarse. “Es muy importante ser pioneros y dar el primer paso, pero hay que mantenerlo como algo anclado a nuestro modelo; es el gran reto que tenemos y es imprescindible”, declaró.
Un encuentro innovador
Siguiendo esta línea de trabajo, recientemente se ha celebrado una jornada en la que han participado más de 60 personas expertas de los institutos tecnológicos, así como investigadores de la Universitat de València; una iniciativa que ha contado con el apoyo de la AVI y que busca explorar nuevas líneas de colaboración. Tal y como explicó Elena Cortés, responsable del Área Técnica de Redit, el fin fue crear ideas de proyectos de innovación de impacto, por ejemplo, en el campo de la economía circular. De esta manera, se han formado un total de 13 ‘betaconsorcios’, grupos previos que todavía no están definidos.
A partir del acto y de las iniciativas planteadas en las mesas de trabajo, se llevará a cabo un seguimiento para poner en marcha la planificación de los proyectos. De hecho, antes de que acabe enero, los participantes deben responder a un formulario y elaborar un programa de cara a los próximos meses. Emilia Ferrer, profesora titular en la Universitat de València, mostró su satisfacción con los resultados de la reunión, pues asegura que su grupo de investigación salió “gratamente sorprendido y convencido”. “Es necesario crear una estructura permanente y que nos acostumbremos a funcionar así. No tenemos una red, sabemos lo que hacemos todos, pero hasta que no nos reunimos… Sin investigación no vamos a mejorar nuestro tejido productivo”, expresó.
Para Francisco Ricau, responsable del área de Información Estratégica e Innovación Empresarial del Instituto Tecnológico de la Informática, una de las claves es que están orientados, puesto que “la colaboración por sí sola no garantiza que se pueda aportar valor”. Sin embargo, según explicó, el hecho de marcar las coordenadas hacia las necesidades del tejido productivo facilita el proceso y lo hace más atractivo. Asimismo, destacó la oportunidad que ofrece la iniciativa para hacer nuevos contactos y revindicó el diálogo con las empresas, insistiendo en la incorporación del factor de la agilidad.
A este pensamiento se sumó Iván Esteve, responsable del área de Química Aplicada y Nuevos Materiales en el Instituto Tecnológico de la Energía, quien valoró la “buena presión” ejercida por Redit y la AVI para mantener la conexión y cumplir con los plazos.
Pero su papel va más allá de la orientación. Un comité estratégico de innovación formado por 20 científicos y científicas, 11 empresarios y empresarias y todas las direcciones de institutos tecnológicos se encarga de segregar las diferentes áreas tratadas, como la economía circular, la salud o la alimentación. También ponen sobre la mesa los principales problemas que hay que abordar en cada tema y proponen una serie de soluciones que se pueden desarrollar en la Comunitat Valenciana. Así pues, se aprovechan los recursos para resolver los problemas propios, se marcan prioridades y la Agencia Valenciana de Innovación financia los proyectos que se han establecido como preferentes.
Aparte de esta financiación, es esencial tener en cuenta la ayuda de los fondos europeos. En este aspecto, Raquel Llorens, jefa del departamento de I+D de Aimplas, compartió: “De los proyectos que salgan se pretende buscar a qué instrumento se llevan para financiarlos, como fondos europeos o regionales; hay que ver dónde los embarcamos. Estos encuentros son positivos porque a veces buscas soluciones en otros países cuando las tienes aquí en València y nos permiten fortalecer el tejido valenciano de innovación”.
Retos pendientes
Planes así suponen grandes avances, pero todavía quedan retos por superar. Carlos Hermenegildo, presidente de la Red de Universidades Valencianas para el fomento de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación (Ruvid), afirmó que, pese a que la Ley de la Ciencia ha mejorado algunos aspectos, sigue habiendo una serie de dinámicas burocráticas “contrarias a cualquier espíritu científico”.
Apuntó también que la relación con las empresas ha evolucionado positivamente respecto a hace dos décadas, pero los prejuicios pasados en ocasiones todavía se arrastran, por lo que esto constituye otro desafío por superar. Asimismo, destacó la labor de los parques científicos de las universidades a la hora de gestionar la transferencia de conocimiento, puesto que tienen instaladas desde startups hasta las secciones de I+D+i de grandes compañías.
Por su parte, Antonio Chica, científico titular del Instituto de Tecnología Química (CSIC-UPV), puso de manifiesto la dificultad que conlleva la creación de una spin-off, que son las empresas que nacen para que el personal universitario transfiera al mercado su conocimiento. “Uno de los grandes problemas es la burocracia, el montón de paredes que tienes que derribar para conformarla, el tener que buscar a los inversores… Es bastante complicado, el apoyo está mal materializado”. A su vez, lamentó que los investigadores en España han estado dirigidos tradicionalmente a la ciencia básica, hecho que impone un esfuerzo mayor a realizar para aquellos que apuestan por la ciencia aplicada, quienes además reciben pocas recompensas .