[ad_1]
La fuerza de la gravedad tira de todo para abajo, haciendo que, con los años, nos vayamos encorvando cada vez más. Jonatan Rotaetxe, director y entrenador de Henao Sport (Bilbao), nos propone tres recomendaciones (y tres ejercicios) para compensar esta tendencia.
Es un hecho. Según van pasando los años, caminamos más encorvados con todo lo que eso acarrea desde el punto de vista de nuestra salud anatómica. Porque, más allá de todo lo que dice nuestra posición corporal sobre nosotros mismos (seguridad, autoestima, etc) y cómo afecta en nuestra apariencia (hasta podemos parecer más altos), unos malos hábitos posturales, tarde o temprano, terminarán por convertirse en el origen de sobrecargas y de todo un rosario de desagradables dolores con la espalda como epicentro.
¿A qué se debe este desastre? “Aunque nosotros no nos demos cuenta de ello, mantener una postura estable y alineada en nuestro día a día implica tener que contrarrestar los efectos de la fuerza de la gravedad en cada una de las tareas cotidianas que realizamos: andar, trabajar, entrenar, etc”, explica Jonatan Rotaetxe, director y entrenador de Henao Sport (Bilbao).
Y si, a la fuerza de la gravedad, le añadimos nuestra tendencia a movernos poco o nada, el tema adquiere unos tintes dramáticos a no ser que tomemos cartas en el asunto desde ya.
Más allá de esforzarnos en mejorar nuestra postura con gestos tan, aparentemente, ‘sencillos’ como sentarnos bien (evitando ese ‘modo gárgola’ que adoptamos al adelantar la barbilla y rotar los hombros hacia dentro con el que, además, se favorece la aparición de chepa al provocar que la espalda se enrolle sobre sí misma), Rotaetxe hace hincapié en la importancia de “potenciar el equilibrio (estabilidad) desde un trabajo de nivelación de fuerzas opuestas que se compensan (activan) y anulan (inhiben) para conseguir, de esta manera, esa adecuada alineación postural que resulta tan crucial para gozar de una buena salud, prevenir dolores y/o lesiones”.
Estos son las tres pautas que nos propone para ayudar a acercarnos a ese deseable objetivo:
1. Tomar conciencia de nuestra alineación corporal: “Colocarnos ante una pared, apoyando la cabeza, la parte superior de la espalda, los glúteos y los talones, y buscar la autoelongación -con la respiración como herramienta principal- nos ayudará a constatar si nuestra postura es adecuada o no y, en virtud de esto, corregirla”.
2. Realizar un trabajo de fuerza compensatorio. “Uno de los errores posturales más comunes es flexionar el tronco hacia adelante y rotar los hombros hacia adentro. Para contrarrestarlo y compensarlo, evitando así tensiones y posibles lesiones, resulta muy útil activar, mediante trabajo de fuerza, las cadenas musculares de rotación externa y extensión”.
3. Potenciar la movilidad de la cintura escapular. “Para que la articulación se mueva en su rango óptimo, debemos de evitar que la musculatura esté rígida o sobrecargada con ejercicios específicos para conseguirlo”.
ADVERTENCIA: es fundamental consultar a un profesional la conveniencia de empezar un programa de entrenamiento. También escuchar las llamadas de nuestro cuerpo y parar ante cualquier síntoma de malestar, mareo o dolor.
Con información de El Mundo
[ad_2]
Source link