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La aparición del coronavirus en Chile el año 2020 provocó un cambio muy grande en Yocelyn Vargas (28). La Fitness Coach chilena debió reinventarse debido al cierre de los gimnasios producto de la enfermedad, por lo que debió pensar en nuevas estrategias para seguir trabajando. ¿La principal? Asesorar a través de redes sociales a alumnos e interesados en mejorar su calidad de vida.
Fue así como ya superó los 25 mil seguidores en Instagram, su red social principal donde muestra ejercicios y responde a las consultas de la gente que confía en su trabajo. En AS Chile, Vargas cuenta cómo ha logrado este crecimiento.
– Tiene más de 25 mil seguidores en Instagram. ¿En qué momento comenzó a crear su comunidad?
– El momento de potenciar mis redes comenzó en pandemia. Por todo lo que estaba pasando, los gimnasios cerraron y me vi en la necesidad de generar nuevas maneras para llegar a la gente, de poder entrenar vía online a las personas. Ahí comencé a potenciar mucho Instagram, que es la red social principal en la que me muevo.
– ¿De qué forma lo hizo?
– Empecé a ver a entrenadores de aquí y otros países para saber cómo lo estaban haciendo, qué tipo de contenido generaban. Trato de ser muy versátil en mostrar la visión que yo tengo en cuanto al entrenamiento, no solo en cuanto a algo teórico, que para eso hay profesionales muy buenos. Entonces desde ahí comenzó a formarse esta comunidad, tanto con alumnos como con personas que me siguen todos los días y me transmiten buena energía y me agradecen lo que comparto.
– ¿Hubo algún posteo que marcara un punto de quiebre positivo para este crecimiento?
– Fue algo gradual. No hubo algún post que explotara por decirlo de alguna forma. Los seguidores fueron aumentando gracias al trabajo paulatino que estoy haciendo, a lo que voy evaluando respecto a qué subir cada día y la interacción con las personas a través de las historias.
– ¿A quién va dirigido su trabajo?
– Al público en general, porque la verdad no me cierro ni a varones ni damas o tampoco a un tema de edad. Abarco varios grupos etarios que entrenan conmigo online o presencial.
– ¿Cómo cuida el hecho de no exponer sus experiencias personales teniendo en cuenta que cada persona es distinta y necesita un trabajo diferente? ¿Es una línea muy fina?
– Al principio fue más complejo, porque siempre me preguntaban qué comía, cómo entrenaba, etcétera. Siempre las consultas eran en base a lo que yo hacía para replicarlo. Para eso, estoy constantemente indicando en mis post que son cosas que a mí me han ayudado y de las cuales a otras personas solo les puede servir una. Yo puedo entregar herramientas, pero nunca comparto temas de alimentación porque no es a lo que me dedico. Yo no hago pautas alimenticias y por lo mismo no muestro nada de comida porque sé que puede haber gente que intente replicar cosas.
– ¿Es sana su comunidad? ¿Ve críticas a su trabajo?
– El hate a esta altura no está muy presente. En pandemia como todos estábamos más en redes sociales, yo subía más cosas y sí me llegaban comentarios tipo que había un positivismo falso, pero nada más. Siempre digo que trato de aportar un poco desde mi experiencia y rescatando cosas de otros perfiles, porque yo no lo sé todo y hay cosas interesantes en otros lugares que las podemos debatir o comentar.
– ¿La hizo dudar de seguir trabajando en su comunidad cuando veía comentarios negativos?
– Nunca me hizo dudar porque cuando uno se da el tiempo de manejarlo o saber qué tipo de contenido subir más allá que a veces suba una foto y me comenten que estoy bonita y no vean la otra parte, siempre estoy tratando de filtrar esas cosas. Finalmente las redes sociales tienen hartas herramientas que nos permiten estar más protegidas y tener en cuenta el cariño y apoyo de mis alumnos y la gente que valora el trabajo que hago.
– ¿Siempre llevó una vida sana?
– La verdad, era todo lo contrario mi estilo de vida. Tenía índices de obesidad y bastantes problemas como trastornos alimenticios y resultados en exámenes como colesterol alto, estuve a punto de tener resistencia a la insulina, entre otras cosas. Yo me comencé a conectar con el deporte a través del baile, que fue lo que me impulsó a estudiar pedagogía en Educación Física. Y en la universidad fue donde empecé a formarme, a integrar los hábitos saludables. Entremedio también pasé por un proceso en el que solo quería estar delgada o que quería otra cosa, pero en el camino aprendí a mejorar la calidad de vida.
– ¿Cuánto tiempo le tomó ese proceso?
– ¡Ufff, años! (ríe). Creo que recién lo encontré hace un par de años, cuando empezó este proyecto. Creo que por eso me sentí con la capacidad de poder demostrar que esto se podía hacer, explicarlo con mi experiencia. La pandemia me puso a prueba de todo eso que venía aprendiendo y finalmente darme cuenta que quería tener una mejor calidad de vida o no dejarse llevar por esos productos mágicos que existen que en esta época se potenció mucho. Me he demorado harto y me queda mucho por recorrer también.
– Con el objetivo cumplido, ¿se cuestionó esos momentos en los que no tenía una meta clara?
– No, lo tomé como aprendizaje, porque tampoco llegué a extremos de hacerme daño o perjudiqué mi salud. Además, siempre tuve una red de apoyo en mi familia y amigos que se preocupan del tema cuando ven que estás haciendo las cosas un poco obsesiva.
– Entonces la familia fue clave en su proceso…
– Totalmente. Sobre todo cuando estaba recién incursionando en esto. Había un poco de vergüenza porque no sabía cómo hacerlo y también me apoyé mucho en las redes sociales cuando sentía que me aportaban. Silencié y dejé de seguir cuentas que no lo hacían para llenarme de refuerzos positivos sobre lo que yo quería aplicar en mi vida. La familia fue fundamental para reforzar mi confianza y recordando todo lo que yo había pasado, dejándome en claro que iba por buen camino.
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