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Uruguay es reconocido mundialmente por ser uno de los
mayores exportadores y consumidores per cápita de carne roja. El consumo está marcado por cambios económicos, culturales,
sociales, demográficos y psicológicos. En esos términos lo plantea el artículo “Preferencias,
motivaciones y cambios en el consumo de carne en Uruguay” publicado este mes en la revista del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y realizado por
ingenieros agrónomos y alimenticios del INIA, Facultad de Química de la Universidad
de la República, el Instituto Polo Tecnológico de Pando, y AgResearch Limited de Nueva Zelanda.
Los expertos investigaron las preferencias,
motivaciones y cambios en el consumo de carne de los uruguayos, ya que estos
datos podrían establecer “áreas estratégicas del sector cárnico en respuesta a
las preferencias de los consumidores”.
El trabajo de investigación se enmarca en un estudio global,
realizado en diversos países e impulsado por la revista Meat Science. En ese marco, en febrero de 2022 se realizó una encuesta
telefónica, en Uruguay, con 601 participantes mayores de 18 años.
Central
Según el informe, el consumo de carne, sobre todo la bovina,
ocupa un rol “central” en la “cultura y dieta de los uruguayos”. La
argumentación es simple: la cantidad y frecuencia del consumo de los encuestados.
La investigación indica que los uruguayos consumen per
cápita y por año 46 kilogramos de carne bovina; 23,7 kg de carne aviar; 19,3 kg de
carne porcina; y 2,2kg de carne ovina.
El consumo de carne relevado por el Instituto
Nacional de Carnes (INAC) para 2021 sigue la misma tendencia que este estudio.
Además, a la hora de elegir qué tipo de carne comer los uruguayos siguen este patrón:
bovina > aviar > fiambres y embutidos > porcina > ovina.
La mayoría de los encuestados, el 84%, dijo que no seguía “una
dieta especial”. En contraposición, el 6,2% de los participantes reveló seguir una
dieta vegana —no se consume ningún tipo de carne ni alimento que provenga de
animales— o vegetariana —no se consume carne, pero sí productos lácteos y
huevos—, el 2% una dieta pescetariana —vegetariana e incorpora el
consumo de pescado y mariscos—, y el 4,3 % una dieta flexitariana —dieta
vegetariana pero ocasionalmente se consume carne o pescado—.
Con relación a la
incidencia de los factores sociodemográficos sobre el tipo de dieta seguida se
pudo constatar que las mujeres, los más jóvenes (18-20 años) y las personas con
mayor nivel de educación (terciaria), fueron las más proclives a adoptar dietas
alternativas. Las razones por las que los encuestados eligen este tipo de dietas
abarcan aspectos de salud humana, de bienestar animal y de medio ambiente.
Además, los expertos indagaron sobre la intención de los
uruguayos respecto a reducir el consumo de carne y, también, a aumentarlo. En
este tópico, la investigación sugiere que los encuestados aludieron a las “proteínas
de origen vegetal y los análogos a la carne producidos en un laboratorio y/o
fábrica” como sustitutos a la carne, por lo que el 33% estaría dispuesto a
suplantar el alimento con estas alternativas. Sin embargo, es menor el
porcentaje de quienes estarían dispuestos a utilizar alternativas y, así, reducir
el consumo.
El 65% mostró “intención de no alterar su consumo” cárnico,
explica el texto. Por otro lado, el 24% de los consumidores de carne adultos “están
interesados en reducir su consumo”, sobre todo las mujeres y consumidores con
mayor educación.
Además, distinguieron la intención de reducción de consumo
según tipo de carne o especie animal: 32% (aviar), 37% (ovina), 37% (todo tipo
de carne), 51% (porcina), 59% (fiambres y embutidos), y 68% (bovina).
En tanto, el 21% se demostró a favor de aumentar su consumo
de carne, en particular los consumidores con menor nivel de instrucción e
ingreso, indica el artículo.
Sistemas de certificación
La investigación sugiere que los sistemas de certificación
de carne, con énfasis en los procesos, son valorados “muy positivamente” por
los consumidores uruguayos y, por eso, “constituyen una gran oportunidad para
promocionar el consumo de carne en la población nacional”. En tanto, la
población encuestada destaca la “valoración positiva” del bienestar animal, la
producción a pasto, la producción orgánica, la sostenibilidad, la trazabilidad
y las marcas.
La publicación recuerda que en Uruguay el ganado bovino tiene trazabilidad individual obligatoria, no se pueden usar aditivos, promotores de crecimiento ni alimentos de origen animal en rumiantes y se realiza un uso responsable de los antibióticos con fines terapéuticos, con la obligación de retirar el tratamiento un tiempo reglamentario previo al sacrificio.
Los datos revelados por el estudio permiten identificar públicos objetivos, para
así “diseñar estrategias diferenciales de promoción del consumo de
carne, destinadas especialmente a mujeres, jóvenes y personas con mayor nivel
de educación e ingreso”, plantean sus autores.
También, es “importante” implementar
estrategias de aumento del consumo de carnes, en “aquellas personas de menor
ingreso”, agregan en el informe.
A su vez, recomiendan “informar” a la población
cuáles son los beneficios de la carne en la salud de las personas, como parte
de una “dieta balanceada, sobre los aspectos ‘positivos’ de los sistemas de
producción en el país relacionados al “bienestar animal” y “ambiente”, así como
también su “contribución a la sostenibilidad socioeconómica del sector
productivo y del país”.
“Estos temas y las estrategias para abordarlos a futuro
deberán formar parte de la agenda priorizada de investigación y promoción del
consumo de carne en Uruguay”, concluyen los coautores: Fabio Montossi, Gastón Ares, Lucía
Antúnez, Gustavo Brito, Santiago Luzardo, Marcia del Campo y Carolina Realini.
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