Tomar una decisión laboral, elegir la escuela idónea para los hijos o aventurarse a comenzar un nuevo negocio son algunas de las determinaciones que las personas toman, en muchas ocasiones, basándose en su intuición.
Sin embargo, el economista Seth Stephens-Davidowitz sostiene que seguir corazonadas a la hora de hacer elecciones importantes puede resultar muy problemático, pues casi siempre son equívocas. Además, asegura que existen metodologías, algoritmos, investigaciones y estadísticas que ayudan a tomar el camino correcto y a entender mejor la vida.
En su nuevo libro No confíes en tus instintos (Don’t Trust Your Gut), Stephens-Davidowitz explica qué dicen los datos sobre temas como el éxito en los negocios, la política, la familia y la felicidad.
Con frecuencia escuchamos la frase ‘confía en tus instintos’ al momento de tomar una decisión. Pero usted no está de acuerdo con eso. Tanto así que el título de su libro es No confíes en tus instintos. ¿Por qué dice eso?
Creo que se ha comprobado que confiar en nuestros instintos es una manera poco fiable de tomar decisiones y que es mejor apoyarse en datos. Si, por ejemplo, se quiere escoger a una maestra buena para los niños, es mejor usar una fórmula que dejarse llevar por lo que diga el director o directora de la escuela. Si se quiere pronosticar si alguien volverá a cometer un crimen, es mejor usar una fórmula que apoyarse en los jueces. Una y otra vez vemos que las personas no son buenas tomando decisiones y tenemos sesgos horribles. Así que confiar en tus instintos puede que te haga sentir genial o como que tienes una gran habilidad para tomar decisiones, pero simplemente no es cierto.
Durante su investigación para este libro analizó cantidades de información de las aplicaciones más diversas: para encontrar pareja, las búsquedas de Google, de páginas oficiales de gobiernos, de Wikipedia… ¿Cuál fue el dato que más lo sorprendió?
Me sorprendieron los datos de un estudio titulado ‘Capitalistas en el siglo XXI’, basado en los registros de impuestos de las personas más pudientes de Estados Unidos. Este estudio encontró que el típico estadounidense rico es el dueño o la dueña de un negocio regional, como un concesionario de autos o un distribuidor de bebidas. Y cuando estudias los datos, te das cuenta de que solo hay unos cuantos negocios que realmente están haciendo a mucha gente rica en Estados Unidos. Son negocios que se prestan para generar lo que podríamos llamar monopolios locales. Eso me sorprendió mucho.
Sus datos también ofrecen pistas sobre por qué algunos emprendedores son más exitosos que otros. Explíquenos eso.
Los emprendedores que alcanzan el éxito tienden a ser mayores. Existe un mito de que los grandes emprendedores son jóvenes. Mark Zuckerberg tenía 19 años cuando fundó Facebook, Bill Gates también tenía 19 años cuando fundó Microsoft, y Steve Jobs tenía 20 años cuando fundó Apple. Pero cuando consideramos los datos sobre el vasto universo de los emprendedores, vemos que la edad promedio de los exitosos es 45 años. Y las probabilidades de crear un negocio exitoso aumentan a medida que nos acercamos a los 60 años de edad. Es decir, una persona de 60 años de edad tiene tres veces más probabilidades de crear un negocio exitoso que una persona de 20 años de edad.
Así que los emprendedores suelen ser mayores, personas que durante años han aprendido mucho sobre el ámbito en el que trabajan y han demostrado éxito. Han sido buenos empleados, han alcanzado los niveles más altos y luego, en la mediana edad, deciden comenzar un negocio.
Usted sostiene que la decisión más importante que pueden tomar los padres o una familia es la de escoger el lugar donde van a vivir…
Sí, hay mucha evidencia de que los padres no hacen mucha diferencia a la hora de determinar la vida de sus hijos. Los hijos que son adoptados, por ejemplo, suelen tener vidas similares a las de aquellas personas que fueron criadas por sus padres biológicos. Pero hay evidencia tomada de los registros de impuestos de que el lugar en el que se cría a un hijo o hija importa mucho, pues a los niños que crecen en ciertos vecindarios, zonas o cuadras, termina yéndoles mucho mejor en la vida. Con frecuencia estos vecindarios tienen muchos adultos que son modelos por seguir.
Los niños suelen ignorar todo lo que dicen sus padres, pero les interesa mucho lo que dicen y hacen otros adultos en su entorno. Así, es más probable que las niñas que crecen alrededor de muchas mujeres científicas terminen siendo científicas. Los niños afrodescendientes que se crían alrededor de otros padres afrodescendientes tienden a alcanzar mejores resultados. Los otros adultos en un vecindario puede que tengan más impacto que los mismos padres en determinar la vida de un hijo.
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Usted también ha estudiado la importancia que tiene la apariencia física en la política. ¿Qué encontró?
En realidad, en todos los ámbitos. Es una conclusión triste sobre el mundo. El psicólogo Alexander Todorov, de la Universidad de Chicago, ha realizado estudios en los que les muestra a las personas únicamente fotos de candidatos políticos y les pregunta cuál se ve más competente. Y resulta que se pueden pronosticar los resultados del 70 por ciento de las contiendas por puestos en el Senado de Estados Unidos basándose en esta premisa. Es decir, el candidato que se vea más competente ganará.
Este patrón se repite en muchas áreas. Las personas que se ven más dominantes tienden a alcanzar puestos más altos en las fuerzas militares. Las que tienen cara de bebé o se ven inocentes tienen menos probabilidades de ser condenadas por un crimen. La gente simplemente piensa: ‘Esa persona no pudo haber asesinado a otras tres. Mira su cara’. Todos tenemos sesgos y somos influenciados por las caras que vemos.
En su libro asegura que de la mano de las cifras y las estadísticas se puede alcanzar la felicidad. Eso es una sorpresa. Explíquenos.
Hay nuevos estudios. Mi favorito se llama ‘Mappiness’. Y lo que hicieron es que a través de los teléfonos móviles le preguntaron a la gente: ¿qué estás haciendo?, ¿con quién estás? y ¿cuán feliz te sientes? De ahí sacaron 3 millones de datos sobre la felicidad, lo cual es más que cualquier otro estudio. Encontraron patrones muy interesantes sobre el valor de estar en la naturaleza, en especial cerca de un cuerpo de agua como un lago, sobre el valor de actividades como salir a dar una caminata o ir a un museo, o de compartir con amigos o con tu pareja.
Les comencé a contar a mis amigos sobre este estudio y todos me dijeron lo mismo: ‘Estos resultados son tan obvios. ¿Realmente necesitamos que los científicos nos digan esto?’. Pero creo que hay algo de profundidad en la obviedad de estas investigaciones, pues muchos de nosotros intentamos hacer cosas que no nos hacen felices. Pasamos demasiado tiempo en las ciudades, trabajamos demasiado duro y pasamos mucho tiempo en redes sociales, cuando hay cada vez más evidencia de que estas nos hacen miserables. Así que no estamos haciendo las cosas obvias que nos hacen felices.
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Pero, al fin y al cabo, no somos máquinas, somos seres humanos. ¿Qué papel juegan las emociones, los sentimientos, a la hora de tomar decisiones?
Sí, a veces los datos dicen que es mejor hacer lo que dictan tus emociones. Ha habido investigaciones sobre la felicidad romántica en las que se estudiaron miles de parejas durante largos periodos de tiempo. Y encontraron que el único indicador de la felicidad romántica futura es cuán feliz es una pareja en el presente. Es decir: si eres feliz en tu relación ahora mismo, es más probable que seas feliz en el futuro. Si eres infeliz en tu relación ahora mismo, es más probable que seas infeliz en el futuro. Así que cuando se trata de decidir si continuar o no con una relación romántica, no hay mejor estrategia que seguir lo que dictan tus sentimientos. Qué tan feliz te hace esa persona: eso es lo único que debes considerar.
Usted ha publicado dos libros. Uno se titula Todos mienten y el más reciente es No confíes en tus instintos. ¿Cómo están conectadas estas dos cosas?
En parte, la relación entre ambos es que Todos mienten nos alienta a ser escépticos con respecto a lo que la gente dice, y en su lugar nos invita a dejarnos llevar por lo que la gente hace. Y para escribir No confíes en tus instintos me dejé llevar por la data, sobre qué libros y oraciones le gustan a la gente. Pero, en general, mi tema es siempre los datos. Es el hecho de que durante miles de años no hemos tenido una gran manera de responder a estas preguntas y ahora tenemos formas rigurosas de hacerlo de la mano de bases de datos que hemos comenzado a analizar únicamente en los últimos años.
La revolución tecnológica tiene una dualidad. Se han creado instrumentos que ayudan a analizar grandes cantidades de información. Pero también preocupa que estos algoritmos generen injusticias y las perpetúen, como la discriminación. ¿Qué piensa de esto?
La preocupación con los algoritmos es cuando las grandes compañías o los gobiernos utilizan estas herramientas para decidir cómo tratar a los ciudadanos o consumidores. Y hay evidencia de que pueden ser discriminatorios. Pero yo estoy empoderando a la gente para que tomen decisiones de la mano de los algoritmos.
Todos mienten dice: “Todos esos datos que son utilizados para espiarte y manipularte también pueden ayudarnos a entender los problemas que existen en el mundo”. Y No confíes en tus instintos dice: “Todos esos datos que pueden parecer extraños y hasta provocar miedo pueden ayudarte a tomar mejores decisiones, a ser más feliz, a ganar más dinero, a tener mejores citas románticas y a ser mejor padre”. Así que trato de enfocarme en el ángulo optimista.
(Este contenido fue emitido en formato audiovisual por el programa de televisión ‘Efecto Naím’, una producción de Naím Media y NTN24. Vea la entrevista original aquí)
MOISÉS NAÍM
Especial para EL TIEMPO