Con el año termina mi participación como Director de Investigación del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Quiero aprovechar para hacer una reflexión de lo vivido y hecho durante el período que tuve el gusto de aportar al Instituto desde esta tribuna.
El Instituto es probablemente la instancia de investigación en salud más importante del país, más por su calidad que por la cantidad de producción, ya que somos relativamente pequeños, comparados con grandes universidades como la UNAM o el Politécnico Nacional. Ocupamos apenas una cuadra en la alcaldía de Tlalpan.
La tradición en este puesto ha sido de muy alto nivel. El Instituto ha tenido en su historia seis directores de investigación, todos médicos. Cuatro Premios Nacional de Ciencias y Artes. Tres lo recibieron durante o después de haber sido directores (Guillermo Soberón, Luis Sánchez Medal y Rubén Lisker) y yo, que lo recibí años antes de ser nombrado.
En el tiempo que fui director (9 años) logramos avances importantes en varias áreas fundamentales para la investigación. Recibí un bioterio deteriorado que había sido manejado de manera irresponsable por un servidor público reprobable que, se aprovechó de la bonhomía y confianza de mi antecesor, para utilizarlo en beneficio personal. Gracias a una auditoría, con ayuda del órgano interno de control, logramos contratar una nueva jefa que vino a resolver los problemas, gracias a su tenacidad y resiliencia. Hoy tenemos un bioterio ejemplar. Remodelamos por completo el interior y modernizamos el sistema de control de clima. Tenemos ya cerca de 100 cepas de ratones transgénicos y todo sucede ahora bajo completa transparencia y muchos investigadores han podido hacer estudios de vanguardia que antes hubieran sido impensables.
Generamos una Unidad de Propiedad Intelectual gracias a la cual, el instituto puede proteger no solo invenciones, sino registros de marca, modelos industriales y derechos de autor, con la ayuda y asesoría de personal especializado en propiedad industrial. En los últimos cinco años se han procesado tres veces más protecciones que en los 70 años anteriores del Instituto.
Se creó la Red de Apoyo a la Investigación, que es un consorcio entre la UNAM y cuatro institutos nacionales de salud para tener acceso a metodologías moleculares, bioquímicas, de microscopía y bioinformática que son incosteables para cada grupo individual.
Pero lo más importante fue establecer una cultura en la que el centro de la investigación es la calidad humana y profesional del investigador. Dejamos atrás el arraigado error en nuestro país de creer que la investigación la hacen los equipos sofisticados. Lo más importante es la persona y por tal motivo, incrementamos la exigencia para la incorporación de nuevos investigadores al Instituto. Jóvenes con estudios completos de doctorado y posdoctorado, tanto dentro como fuera del país, con publicaciones científicas de alto nivel, lo que aumenta la certeza de que serán buenos investigadores independientes. Hemos incorporado a 35 investigadores que ahora están dando evidencia de su capacidad para hacer investigación original propia.
Nos volvimos más autocríticos y menos autocomplacientes. Más exigentes y rigurosos. Todo esto en un ambiente de libertad absoluta para que cada uno decida sus temas de investigación, siempre y cuando se respete la más estricta ética en el desarrollo de los proyectos. Hacemos mejor investigación que la que hacíamos hace una década.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM