La forma como una sociedad afronta el diálogo entre distintos alrededor de temas complejos determina, en el fondo, el marco de entendimiento existente entre sus ciudadanos.
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Países como Colombia, con grandes dificultades para escucharse y propiciar espacios de participación efectiva, tienen mucho por aprender de experiencias como la de Irlanda con las Asambleas Ciudadanas. Allí se genera un espacio de diálogo único entre personas del común sobre temas polarizantes a partir de una metodología que asegura algo que suele ser escaso en nuestro país: equilibrio.
La selección de los participantes tiene dos características que la hacen diferente: aleatoriedad y representatividad. Aquellos son elegidos al azar entre quienes pueden votar según la composición exacta del censo (edad, género, clase social, distribución regional, etc.).
Tanto los Diálogos Regionales Vinculantes como el mecanismo de participación que se defina en la mesa de negociación con el Eln tienen mucho que aprender de experiencias como la de Irlanda.
Igualmente, es muy interesante la metodología, estructurada y acotada en el tiempo, pensada para asegurar que las decisiones tomadas sean objeto de riguroso debate e investigación. Primero, dado que los participantes no requieren ningún conocimiento especializado previo, los temas son presentados por un panel neutro de expertos. Cuando el nivel de información es suficiente, son escuchados activistas y grupos de presión que abogan en favor de cada uno de los lados, lo que asegura un sesgo balanceado. Posteriormente, desarrollan mesas redondas, donde los grupos se dividen y debaten alrededor de preguntas concretas con la ayuda de facilitadores. En el entretanto, se incorporan aportes del público. Finalmente, el proceso deliberativo ocurre en sesiones plenarias, que son transmitidas en directo vía Internet, lo cual asegura la transparencia del mismo y, además, lo hace altamente pedagógico.
Los principios que soportan todo este mecanismo son igualdad de voz, apertura, justicia, eficiencia y compañerismo. El más importante es el primero porque asegura que la opinión de todos los participantes cuente equitativamente.
Al ser este un proceso altamente representativo, transparente y visible, las recomendaciones que salen de allí tienen un alto peso moral y político, y, por lo tanto, un nivel significativo de credibilidad. Sorprende, incluso, que el proceso mismo ha llevado a la sociedad a tomar decisiones más osadas que aquellas que la clase política suele tomar.
Pese a que en Colombia los mecanismos de participación ciudadana se han incrementado con el tiempo, las movilizaciones sociales de los últimos años evidencian que muchas personas no encuentran en estos espacios un camino para hacerse escuchar, sentirse reconocidos e incidir en las decisiones que les atañen.
Esto nos debe cuestionar sobre la forma como estamos propiciando la participación ciudadana en el país. Tanto los Diálogos Regionales Vinculantes como el mecanismo de participación de la sociedad civil que se defina en la mesa de negociación con el Eln tienen mucho que aprender de experiencias como la de Irlanda. Allí se pone de presente el valor de conceptos como representatividad, sesgo balanceado, transparencia y pedagogía. El diseño del mecanismo de participación utilizado es definitivo para asegurar la profundidad en el análisis de los temas, pero, más importante aún, el equilibrio.
No podemos olvidar que una sociedad fortalecida asegura un balance en la tensión entre mercado y Estado y es capaz de crear un lazo de entendimiento sólido entre los ciudadanos. De ahí la importancia de empezar a pensar en implementar mecanismos similares a este para que, como sociedad, aprendamos a afrontar el diálogo entre distintos, lo cual, finalmente, es el primer paso para alcanzar una sociedad organizada.
JULIANA MEJÍA
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