La disolución de una sociedad o empresa es una situación compleja, que se debe analizar, estudiar con cuidado y contar con la asesoría correcta para darle término de una forma ordenada, asegurando que los bienes que ésta tenía lleguen a destino una vez que esta estructura jurídica empresarial deje de existir.
Ya sea por motivos económicos, donde el negocio que era viable empieza a generar pérdidas irremediables, o por razones circunstanciales como que el propietario puede haberse jubilado o fallecido y no existe sucesión, ponerle fin a una empresa, negocio o startup es una situación compleja y en Chile son muy pocas las que llevan a cabo el proceso de disolución y liquidación que está establecido en la ley.
Un emprendedor que ve todos los meses que está con algún tipo de dificultad para alcanzar las metas propuestas o que en definitiva su negocio no está creciendo puede optar por la disolución de su empresa.
“Cuando se comienza un negocio es esperable que en algún minuto de su historia tenga que terminar por el motivo que sea, normalmente estamos acostumbrados a que los negocios que tienen algún problema económico, lleguen a un punto de que no se puedan a hacer cargo de las deudas y terminan quebrando, pero la quiebra no es la única forma de finalizar el negocio y se puede terminar con algo mucho más planificado como la disolución de una empresa”, explicó Hans von Marttens, abogado socio de Ármate Abogados.
La disolución de una empresa es un mecanismo que pueden utilizar las personas para ponerle fin a una entidad que se haya organizado como una persona jurídica y es un fin que se puede alcanzar de forma voluntaria.
“La disolución supone un término de una empresa mucho más ordenado donde un emprendedor podrá poner al día sus obligaciones y va a poder comenzar con la liquidación de una empresa que puede haber solucionado sus deudas e incluso si al final de haber pagado a todos sus acreedores quedan cosas, puede ir a parar al patrimonio de los socios”, agregó el abogado.
¿Es mejor que declararse en quiebra?
La recomendación del experto, es preferir la disolución en vez de la quiebra de la empresa, ya que en general la quiebra no es una varita mágica que elimina todos los problemas y a los emprendedores que finalizan por quiebra van a quedar afectados en su información comercial.
“En la quiebra está involucrada la incapacidad que tiene un emprendedor de hacerse cargo de todas y cada una de las deudas y aprieta un botón de emergencia, cita a los acreedores les comenta la situación y en definitiva pone a disposición sus bienes o acreencias para que todo esto se liquide y los acreedores se paguen hasta donde alcancen”, indicó von Marttens.
Además, probablemente cuando quieran reemprender va a ser más difícil ya que contarán con un historial de haber quebrado o haber quedado con alguna deuda insoluta, “si bien la quiebra extingue las obligaciones genera un estigma que puede ser perjudicial para emprender nuevamente”, señaló el abogado de Ármate.
De esta forma, el emprendedor que realice una disolución va a estar en una mejor situación respecto a su información comercial, y en ningún caso se convertiría en un impedimento para volver a emprender, ya que incluso puede ser un buen antecedente saber que tuvo la capacidad de dar fin a su negocio haciéndose cargo de todas las obligaciones.
“En estos procesos recomendamos contar con expertos en la materia, porque normalmente en las disoluciones hay que cumplir con una serie de solemnidades. Además, de considerar una serie de otros temas, de cómo liquidar la empresa o repartir los bienes. La idea es que la persona experta cuenta con la experiencia en disoluciones para darle el término en forma ordenada y poder asegurar que los bienes de esta empresa lleguen a destino una vez que esta estructura jurídica empresarial deje de existir”, concluyó von Marttens.