Comer diferente, evitando la carne y otros productos animales, no es nuevo. Según apuntó en su tiempo Miguel de Cervantes, «la alimentación de los hombres superiores está basada en frutas y raíces crudas». Y, aunque se desconoce a ciencia cierta si era o no vegetariano, otras celebridades como Albert Einstein, Kafka o Benjamin Franklin sí que afirmaban serlo hace décadas. Actualmente, y según datos de Naciones Unidas, un 8% de la población mundial es vegetariana, vegana o flexitariana, y solo en España un 1,5% de la población sigue una dieta estrictamente vegana.
Ser vegano significa no consumir ni utilizar (también se hace extensible a la ropa o a la cosmética) ningún producto de origen animal, lo que por supuesto incluiría la miel, los lácteos o los huevos.
Todavía existe bastante desconocimiento sobre este tipo de alimentación, lo que provoca la proliferación de todo tipo de mitos, como que es poco saludable o aburrido, ¡nada más lejos de la realidad! Más bien al contrario, se trata de una dieta que puede ser tan adecuada y equilibrada nutricionalmente como las demás siempre que se gestione de forma apropiada.
Veamos algunas ideas que ayudan a desterrar esos mitos y prejuicios y, tal vez, a probar esta opción:
1. Ser vegano no es un capricho o una moda: No solo tiene que ver con la concienciación por el respeto a los animales o porque por razones de salud hayamos decidido adoptarla. También pueden influir otros factores como la sostenibilidad (recordemos que la ganadería es responsable de un 14% de las emisiones de los gases de efecto invernadero, sin contar el gasto de agua de las granjas de producción ganadera o de los cultivos de pastos para alimentarla).
2. Tiene sentido en una visión global: Ya que el interés por el medio ambiente y el veganismo no se entienden bien el uno sin el otro, es fundamental consumir alimentos de proximidad y de temporada. La naturaleza es sabia y provee los nutrientes más necesarios en cada época y lugar..
3. Requiere asesoramiento, eso sí: Si queremos empezar el proceso de acercamiento al veganismo es importante conocer bien en qué consiste la alimentación vegana y, si es necesario, pedir ayuda a un dietista–nutricionista profesional que nos ayude a equilibrar la dieta y a saber cómo puede reaccionar nuestro cuerpo sobre todo en los primeros meses.
4. Fomenta la experimentación: Puede parecer una alimentación limitada, pero la cantidad de productos que se pueden utilizar y combinar es grande: verduras, frutas, legumbres, cereales, tubérculos, semillas, frutos secos, germinados… Si no estamos acostumbrados puede que no tengamos claro cómo cocinar estos alimentos, así que lo principal es abrir la mente, probar cosas nuevas e innovar. Esto nos va a facilitar desmentir el mito de que ser vegano es aburrido.
5. No se renuncia al sabor, sino que se potencia: Un vegano conoce y utiliza especias, hierbas aromáticas, aceites aromatizados, semillas o condimentos picantes para que sus platos queden ricos y mucho más interesantes nutricionalmente hablando.
6. Se trabaja con un fondo de despensa: Nos beneficiará tener a mano en nuestra casa fuentes de proteína vegetal y verduras de un modo cómodo, por ejemplo, las legumbres de bote o secas, la verdura congelada, ya que es perfectamente saludable. También es interesante el consumo de frutas y hortalizas de larga duración y de temporada, como pepino, tomate, lechuga, cebolla, calabaza o calabacín para alcanzar la dosis de ‘fresco’ que tenemos que consumir a diario.
7. Cultiva el interés por el ‘batch cooking‘. Se trata de una técnica muy utilizada a día de hoy (cocinar para varios días y guardar o congelar en raciones) ya que nos facilita una alimentación saludable y natural alejada de los ultraprocesados y de las comidas de última hora en las que caemos por falta de tiempo. De este modo, además de planificar y ahorrar tiempo, estaremos evitando la pereza de cocinar y el desperdicio de comida.
8. A nivel nutricional «no vale todo»: Debemos partir siempre de que una alimentación saludable se basa en alimentos naturales, ecológicos y no procesados. El azúcar es vegana, y muchos de los dulces o precocinados que encontramos en los lineales del supermercado también. Pero basar nuestra dieta en ellos pensando que por ser vegetales son mejores es un grave error. Miremos siempre las etiquetas.
Dicen algunos que el veganismo podría salvar el mundo, al menos algo parecido afirmaba hace unos años un estudio de la Universidad de Oxford que concluía que dejar de consumir productos de origen animal podrían salvar hasta 8 millones de vidas de aquí a 2050 de manera indirecta, y que reducir la producción de carne mejoraría la productividad de los países y su economía, además de impactar positivamente en el medio ambiente. Por nuestra parte puedo decir que podemos empezar por nuestra salud y la de nuestra familia para después seguir avanzando.
Aquí os dejamos un ejemplo de menú para un día cualquier para que os animéis a probar:
– Desayuno: Tostadas de pan integral con hummus y semillas de lino.
– Comida: Pasta de trigo sarraceno con tofu y salsa de setas.
– Cena: Berenjena rellena con verduras y soja texturizada.
– Snacks para picar: Pudding de chía con arándanos y kiwi, yogur de soja/coco con fresas y semillas de cáñamo, pieza de fruta + puñado de frutos secos + onza de chocolate (más de 80%), porridge con almendras picadas y plátano, fruta deshidratada, granola casera, crudités de zanahoria con hummus, galletas caseras de avena y plátano…
Sobre el autor: Miriam Donat Tortosa, graduada en Nutrición Humana y Dietética, especializada en patologías digestivas y nutricionista de
Vegan Food Club. Estudia el vínculo entre la alimentación plant based y el uso de ella para tratar los diferentes problemas digestivos mediante una alimentación consciente y respetuosa tanto con uno mismo como con el planeta.