En la casa del tuitero la alegría dura tan poco como en la del pobre. Eso si es que alguna vez la tuvo y quiso contarla en raciones de 280 caracteres. La eliminación de España del Mundial de Qatar no solo es una desgracia para el forofo común. Los del cortijo de Elon Musk nos quedamos huérfanos de las opiniones de un expresidente del Gobierno metido a columnista y amante de cierta tautología teutona. Mariano Rajoy se ha despedido de sus columnas en El Debate con una frase entrañable: “Un abrazo a quien quiera recibirlo”. Un beso de amor no hay que dárselo a cualquiera, como nos enseñó Manolo Escobar, y un abrazo conviene darlo a quien lo quiera, claro que sí.
También perdemos a Luis Enrique como seleccionador nacional y como streamer. Ya no habrá más vídeos de esos en los que, con la misma soltura, el asturiano revelaba el tipo de ropa interior que utiliza —para seguro fastidio de Pablo Motos—, defendía lo lúdico y formativo del fútbol infantil por encima del éxito competitivo y se plantaba ante un usuario que, cuando el entrenador anunciaba la colaboración con una causa benéfica a favor de los cuidados paliativos de un hospital catalán, exclamaba: “Yo a Cataluña ni agua”.
“Luis Enrique, tu padre es Amunike”, cantaban hace más de 25 años los mismos ―siempre lo son, aunque sean otros― que el martes, durante el partido de España contra Marruecos, en un alarde de racismo convirtieron en tendencia la etiqueta “Leña al moro”. Podría pensarse que se trataba de uno de esos temas del día aberrantes que se popularizan por el número de usuarios que los condenan, que también, pero sabemos de sobra cómo se las gastan algunos hinchas. No hace ni tres meses hemos visto a varios seguidores del Atletico de Madrid gritar en el derbi: “Vinicius, eres un mono”, lo que motivó una condena unánime del Congreso. Algo simbólico, un poco para quien lo quiera recibir, como el abrazo de Rajoy, no se vayan a tomar medidas duras contra los aficionados radicales por si se molestan.
El tuitero David Mosquera se encargó de bucear en oscuros rincones de la hemeroteca y recordó que en 1997, cuando Fermín Cacho y Reyes Estévez iban a disputar la final del 1.500 en el Mundial de Atletismo de Atenas contra el marroquí El Guerrouj y el argelino Morceli, Marca tituló en portada “Leña al moro”. Al día siguiente, tras la victoria de El Guerrouj, titularon “Moro, plata y bronce”. El periódico deportivo se terminó intentando disculpar por ambos titulares con una especie de no queremos molestar: “Si hemos utilizado el término moro es porque no creemos, porque no lo tiene, que tenga un componente peyorativo usado para denominar a los marroquíes”.
El 6 de agosto de 1997 Fermín Cacho y Reyes Estévez iban a disputar la final de los 1.500 del Campeonato Mundial de Atletismo de Atenas. Sus principales rivales en la lucha por el ORO eran el marroquí El Guerrouj y el argelino Morceli. MARCA tituló en portada: “LEÑA AL MORO”. pic.twitter.com/h1jElL1LiA
— David Mosquera (@renaldinhos) August 6, 2019
Bajo la etiqueta “leña al moro” se podían encontrar estos días desde menciones ramplonas a la Reconquista, los Reyes Católicos y los templarios a vídeos con montajes de fotos del rey Mohamed VI de Marruecos tras la bandera arcoíris ―¿por qué ser solo racista si se puede ser homófobo también?― e incluso algún tuit de algún streamer que de nuevo empleó el símil simio, uno de esos insultos bumerán: quien lo profiere solo se retrata a sí mismo.
Tras la derrota de España, de la bravuconería muchos tuiteros pasaron a temer disturbios con tanto ahínco que parecían desearlos. Hubo incluso quien se los inventó porque el odio no se siembra solo. Por suerte, no hubo nada más que lamentar. Otros celebraron la derrota de la Roja. También tenían motivos: los racistas tuvieron que comerse la victoria marroquí y con ella nos hemos ido del Mundial para el que han muerto 6.500 trabajadores inmigrantes. No nos salvan ni Rajoy ni Luis Enrique.