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“La respuesta mundial al sida está amenazada”. Estas duras palabras son las que emplea ONUSIDA, que lidera el esfuerzo mundial por poner fin a la epidemia de sida como amenaza para la salud pública para 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, antes de repasar los últimos datos recopilados. Estos señalan que, pese a que las nuevas infecciones por el VIH disminuyeron el año pasado a nivel mundial, la caída fue de sólo el 3,6% en comparación con el 2020, la reducción anual más pequeña desde el 2016. Cada día, 4000 personas, entre ellas 1100 jóvenes (de 15 a 24 años), se infectan con el VIH. Si las tendencias actuales continúan, 1.2 millones de personas se infectarán con VIH en el 2025, tres veces más que el objetivo para el 2025 de 370,000 nuevas infecciones.
“Se está viendo que el 23% de los pacientes con sida actualmente son jóvenes y adolescentes. Según los datos de UNICEF, cada tres minutos un adolescente se contagia de VIH y la principal causa por encima de los 13 años son las relaciones sexuales. Se han visto en los últimos años menos medidas de seguridad a la hora de tener relaciones sexuales, lo que lleva a un incremento en las gestaciones y en las enfermedades de transmisión sexual como el VIH, virus del papiloma humano, etc”, señala la Dra Marta Sánchez-Dehesa, Directora y Jefa del equipo de ginecología en HM IMI Toledo.
“Nuestros jóvenes viven con mucha más libertad las relaciones sexuales y su iniciación es más temprana. Creo que hemos relajado las medidas de información sobre el sida al tener tratamientos que mejoran el pronóstico de estos enfermos. Debemos continuar con una información precisa uniéndonos médicos y periodistas para que volvamos a las tasas anteriores, mucho más bajas, y que los jóvenes conozcan bien los riesgos de no utilizar preservativos en sus relaciones sexuales. Por eso debe dejar de ser un tema tabú y habría que realizar más campañas de prevención para luchar contra las enfermedades de transmisión sexual”, asegura.
Los avances médicos han hecho que muchas personas hayan perdido el miedo al sida. Sin embargo, Teresa Perucho, Directora Científica y Académica de VIVOLABS, hace una aclaración muy importante: perderle el miedo al sida es imposible.
“Para entender esta afirmación, hay que aclarar un par de términos: el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un virus que ataca al sistema inmunitario del cuerpo, debilitándolo hasta límites peligrosos. La última etapa de la infección por VIH sin tratamiento es el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, el sida. Puede que la infección por VIH se tome menos en serio hoy en día, pero el sida continúa siendo una enfermedad crónica, incurable y mortal. Hacer esta distinción es muy importante, pues no todas las personas con VIH tienen sida”, explica.
Aclara que, sin duda, la infección por VIH es un problema en la población juvenil, y que pese a los datos de UNICEF que señalan que en el año 2020, alrededor de 410.000 jóvenes de entre 10 y 24 años se infectaron, estudios llevados a cabo en Estados Unidos indican que más del 60% de las mujeres y el 70% de los hombres jóvenes entre 15 y 24 años nunca se han hecho una prueba del VIH. “¿La razón? “Porque es muy improbable entrar en contacto con el virus”. Aunque un porcentaje importante de la población juvenil practica sexo sin protección en algún momento de su vida, resulta difícil creer que eso va a llevar a una infección crónica y vitalicia. En resumen: no es que se tenga menos miedo al sida o al VIH, sino que es difícil creer que te puede tocar a ti por practicar sexo sin protección de vez en cuando. Esta idea de falsa seguridad es uno de los motivos por los cuales el VIH continúa extendiéndose”, advierte Teresa Perucho.
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida señala que casi 6 millones de personas infectadas por el VIH en el 2021 no sabían que vivían con él, por lo que se retrasa el comienzo del tratamiento, se empeora el pronóstico y se fomentan conductas sexuales de riesgo. Por ello, las pruebas de diagnóstico de enfermedades de transmisión sexual son esenciales para frenar su expansión. “Las pruebas de anticuerpos rápidas para la detección del VIH necesitan de un tiempo de entre 23 y 90 días tras el contagio (periodo ventana) para detectar el virus en el cuerpo del paciente y, además, con menor frecuencia reportan un diagnóstico final y definitivo. Por otro lado, las pruebas por PCR reducen el periodo ventana a 10-33 días tras la exposición. Esto significa que el usuario puede conocer su resultado hasta dos meses antes si elige la prueba por PCR, permitiéndole comenzar el tratamiento antes y tomar las medidas preventivas pertinentes. Así, es posible ahorrar contagios al resto de la población”, explica Perucho.
Eugènia Negredo, médica especialista del Servicio de Medicina Interna del Hospital Germans Trias y Miembro de la Unidad de VIH, indica que a nivel poblacional, el diagnóstico de la infección por el VIH es muy importante. “Cuando alguien es diagnosticado y empieza el tratamiento contra el virus, se evita la transmisión a otras personas. Si el virus está suprimido/controlado, ya no puede transmitirse a otros. Por ello es tan importante hacerse la prueba del VIH si has tenido alguna práctica de riesgo, principalmente relaciones sexuales sin protección”, explica.
La Directora Científica y Académica de VIVOLABS, que cuenta con pruebas de diagnóstico de las ETS más comunes que se llevan a cabo por PCR ultrasensible y cuyos resultados le llegan al usuario en un máximo de 4 días, subraya la importancia de que cada persona conozca cuáles son las enfermedades de transmisión sexual más extendidas, cómo se transmiten y cuáles son sus síntomas. “En lo que al VIH se refiere, múltiples fuentes recogen que los grupos vulnerables y en riesgo de exclusión son los que están en mayor riesgo de contraer VIH, ya sea por etnia, identidad de género, falta de recursos socioeconómicos o condición de drogodependencia. No sólo eso, sino que estar infectado por VIH también resulta ser un factor que aumenta el riesgo de exclusión social”, explica.
“Las personas que viven con VIH pueden experimentar tensiones familiares, aislamiento escolar/laboral, discriminación, limitación de oportunidades laborales y hasta negación de tratamientos médicos. Hay que dejar claro que, una persona con VIH recibiendo el tratamiento adecuado, tiene una esperanza de vida prácticamente igual al resto de la población, y su capacidad infectiva es prácticamente nula. Es necesario dejar atrás el estigma y tratar a estas personas como lo que son: personas, y no ‘portadoras’. Tener VIH no define la identidad individual”, aclara Teresa Perucho.
“Actualmente la mayoría de las personas que viven con el VIH están bien controladas con el tratamiento, con el virus indetectable, y puede hacer una vida normal. La esperanza de vida ha mejorado muchísimo, acercándose más a la de la población sin el VIH. La medicación no tiene la toxicidad que tenía hace unos años; son medicamentos seguros y bien tolerados. Y además, en muchos casos, con una única pastilla al día es suficiente. En breve dispondremos también de una combinación innovadora de medicamentos que se administrarán por vía intramuscular cada dos meses, siendo una alternativa para muchas personas a quienes el tratamiento diario oral les merma la calidad de vida, o les provoca alguna intolerancia, etc. Es bueno tener opciones para el tratamiento”, dice la doctora Eugènia Negredo.
“La relación del paciente con todo el personal sanitario es importante. El paciente debe sentirse arropado y cómodo con su equipo sanitario, debe confiar en ellos. Ello ayudará a una mejor retención en el sistema sanitario, menos pérdidas de seguimiento, menos abandonos de tratamiento… Por ello, cada vez más se tiene en cuenta “la voz del paciente” y su opinión a través de cuestionarios sobre sus preocupaciones o necesidades no cubiertas, que no siempre coinciden con las preocupaciones del personal sanitario”, concluye Negredo.
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