Directoras como Juana Lor, Cécile Marquette y Saioa Iribarren protagonizan la programación escénica de este otoño e invierno en Pabellón 6, un espacio en el que estas tres talentosas dramaturgas tienen su puesto más que alcanzado. Todas actrices y creadoras. Y aunque sus orígenes en la industria son distintos, estas dramaturgas han terminado en el mismo pabellón dirigiendo las obras que cientos de bilbainos y bilbainas están disfrutando esta temporada.
“Es como si tuvieras que ser un genio para probar que tienes derecho a estar ahí
Juana Lor, directora de la recientemente estrenada La mejor madre del mundo, además de actriz y pedagoga, confiesa que una de las principales razones para dirigir es “conseguir que existan referentes femeninos porque ya con eso se gana muchísimo”. En su caso, el camino de la dirección, además de traer numerosos proyectos exitosos en su ámbito, ha conllevado para ella también momentos de miedo y autocrítica. “A mí la mediocridad me asusta porque siempre quiero que mis trabajos estén muy bien hechos”, explica.
Sin embargo, parte de este sentimiento se implanta debido a que los proyectos realizados por mujeres no se miran de la misma forma que los de hombres. Ella señala que “es como si tuvieras que ser un genio para probar que tienes derecho a estar ahí”
A los hombres se les trata con más amabilidad a la hora de hacer las críticas
Su compañera y directora Saioa Iribarren, quien en estos momentos se encuentra en ensayos para estrenar Divina tragedia con la Compañía Joven a principios de 2023, comenta que a los hombres “se les trata con más amabilidad” al momento de hacer críticas. “En el mundo del clown los hombres son súper graciosos, pero para que una mujer dé risa tiene que ser la más graciosa de todos” –agrega– “Parece que las mujeres que rompen estereotipos son rechazadas”.
Junto a esto y al igual que sus compañeras, señala que su estilo de dirección es más horizontal que vertical, porque está “abierta a escuchar ideas” y generar una “buena comunicación” con su elenco. “No es común que se va un elenco en el que predominan las mujeres. Y a pesar de que muchos no lo ven como algo negativo, “sí llama la atención, y hay que preguntarse el motivo por el que es así”.
Las obras las mujeres pueden hablar de lo que quieran, ya sea de la mujer o de política
Cécile Marquette, la directora de Love & Money, obra que ha estado las semanas pasadas en los escenarios de Pabellón 6, destaca que la dirección, por encima de unos inicios no muy agradables, en este momento le encanta. “Cuando tenía 18 años y entré en el Conservatorio de Burdeos, tuve que dirigir una obra al final del curso y lo pasé fatal, me sentía más cómoda con una dirección más colectiva”, agrega. Mientras charla con sus compañeras sobre la impuesta obligación de las artistas a hablar permanentemente de temas relacionados con la mujer, incide en que las mujeres “pueden hablar de lo que quieran”, ya sea de “la mujer, el neoliberalismo o la economía”. Y comenta que después de cientos de años de opresión hacia la voz femenina, es el momento para que ésta tenga un espacio en la mesa.
Datos
Un extenso estudio publicado en 2020 por el Departamento de Cultura y Política Lingüística de Gobierno Vasco sobre la situación de las mujeres y hombres en la industria teatral en la CAE y realizado por María Goiricelaya, desvela el posicionamiento de ambos géneros en el teatro y la representación de cada uno dentro y fuera del mismo. Goiricelaya expone que en 2017, a nivel estatal, los hombres constituían un 60,7% del total de empleos en el sextor cultural, y las mujeres solo un 39,3%.
Y, pese a que en los contratos registrados por Lanbide predominaban las mujeres en el área de la actuación, en otras como la dirección de escena los hombres tenían un mayor alcance, en torno a un 60%.
No hace falta más que mirar los libros de historia para comprobar que los grandes directores han impregnado la industria de la dramaturgia. El libro La mujer en las artes escénicas en Euskadi. Siglo XX. Teatro, de Arantxa Iurre, desglosa de manera idónea la historia de las mujeres en el teatro vasco.
En los primeros treinta y seis años del siglo XX, de acuerdo con la investigación de Iurre, la presencia de directoras en el teatro es prácticamente nula. Las artes escénicas pasaron a un segundo plano durante la guerra y con la dictadura, tanto en el teatro en euskera como en castellano fueron cubiertos por un férreo manto de censura. Pero, nada se compara con la vertiginosidad del crecimiento en esta industria después de la dictadura franquista. El año 1975, como indica Iurre, fue un punto de inflexión que poca explicación necesita.
Nuevamente la realidad de la calle y de las instituciones se traspasa por los bastidores hasta llegar al escenario. El clamor de la democracia se introdujo en lo que una vez estuvo plagado por el silencio de la tiranía, y el circuito de las artes fue resurgiendo poco a poco.