Arity, una joyería de origen colombiano que tiene más de 80 años en el mercado internacional, llevó por primera vez su experiencia los NFTs o tokens no fungibles, que son basicamente la representación digital de un activo imposible de modificar o duplicar.
En este caso, la innovación está en que la empresa entrega un certificado digital inteligente (blockchain) con total trazabilidad que se vincula a una foto de alta calidad que captura la belleza de la pieza: todo se conecta a un NFT que sirve como certificado de propiedad de la pieza física.
Detrás de esta idea llamada Arity Club, que nació hace un año, están los cofundadores Yovanny Alba, Daniel Martín, Juan Pablo Gómez (es el fotógrafo) e Ismael Daoud.
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“Creemos que a través de los NFTs se pueden inmortalizar los momentos tanto de las personas como de los artistas, que en la blockchain se sepa quién hay detrás de una joya, esas que normalmente quedan olvidadas; es traer más transparencia y trazabilidad a una industria que normalmente es muy cerrada sobre todo en el tema de mostrar los precios”, dijo Marín.
Y es que en las fotos de alta calidad se logran ver las texturas y brillos de la esmeralda de la pieza. Su belleza microscópica en general que es difícil ser captada por el ojo humano. “Se ve un poco más en profundidad y le da un valor muy personal”, explicó Daoud. A futuro también tienen planeado entregar a través del NFT más datos sobre las etapas de fabricación de la joya para que queden inmortalizados: tipos de talla, diseño y orfebrería.
Las personas pueden adquirir la membresía para comprar estos NFT en la plataforma OpenSea, la más grande del mundo. Allí buscan Arityclub y seguido de este paso sale la colección. “El precio es distinto al inicial, porque son personas que están revendiendo. La venta salió cercana a los 700 dólares y con el tiempo se ha valorizado y está en los 1.200 dólares, aproximadamente”, dijo Martín.
Ser tan “demasiado transparentes” ha sido una de las mayores dificultades de este proceso, según Daoud, porque la gente “la gente no nos creía, pensaba que estábamos fallando, pero con el blockchain estamos dejando que se sepa toda la historia de una pieza, que la gente esté tranquila, que sepa que esa pieza que adquieren es sostenible y no está involucrada en ningún tipo de conflicto. Este proyecto va dirigido a las nuevas generaciones que se identifican de manera muy natural con lo digital, será una manera de conservar la historia de las joyas, esa que se va perdiendo con los años”.
El pasado 7 de septiembre hicieron la primera subasta de estas piezas en NFT: la gente veía el producto (joya física) acompañada de la fotografía, y después la adquiría en versión NFT en Ethereum.
Y eso no es todo: el 25 de octubre abrieron de nuevo el mint (equivale al término acuñar) para que las personas pudieran comprar las membresías. Esta opción está abierta hasta finales de noviembre en la página web arity.club donde se permite conectar a la billetera digital porque todo se hace a través de criptomonedas: ahí sale el valor de cada NFT, que tiene un precio de 800 dólares, en promedio.
Arity Club surgió en lo que se conoce como la Web3 y en su visión está descubrir cómo las joyas también aterrizarán en el metaverso, porque en la práctica las personas no se quedarán solo con las ganas de comprar una pieza física única, seguramente también van a querer conservarla como NFT para que sean parte de su identidad en esta nueva etapa del Internet.
Una experiencia que va más allá
Arity Club no sólo ha desplegado esta nueva forma de ofrecer y vender joyas, sino que se ha encargado de brindar ciertos beneficios a quienes deseen ser miembros del club.
Estas membresías, también conocidas como Arity Pass, convierten al miembro en “Singular’’, lo cual le da acceso a varias experiencias y oportunidades tanto en el mundo real como en el digital: recompensas descentralizadas de minería sostenible, acceso previo y exclusivo a colecciones de alta joyería (series 1/1) con certificado NFT, asesoría con expertos en lujo, gemología y joyería, acceso a su galería virtual de piezas únicas, entre otros.
