La equidad se rompe, se niega, se hace imposible si en el partidor de la vida, desde la misma gestación, unos niños tienen derecho a recibir una nutrición adecuada para garantizar su desarrollo físico, intelectual y emocional y otros no.
Algunos niños en el momento de nacer ya están en condición de desigualdad por razones nutricionales. Antes de empezar a hablar de educación, incluso. Nada es más urgente, en términos de equidad, que superar esta gigantesca crisis nutricional que está viviendo Colombia y que se convierte en una perversa fábrica de desigualdad y crueldad. Es más urgente, cómo no, que la reforma tributaria, que la reforma política, que el código electoral e incluso que la paz total.
El dedo en la llaga lo puso la publicación de la quinta edición anual y sucesiva del índice de desnutrición crónica, por parte de la Fundación Éxito. “Los estudios evidencian que un niño con desnutrición crónica antes de los 5 años puede tener en la edad adulta 14 puntos menos de coeficiente intelectual, 5 años menos de educación y 54 % menos de salario que uno que no padeció la enfermedad. En otras palabras, será un adulto con grandes desventajas…”.
Los datos del índice, recogidos en un informe publicado por este diario el día sábado, son escalofriantes. Al menos 82 % de niñas y niños de primera infancia en Colombia podrían padecer esta enfermedad. Sin rodeos, eso es una catástrofe social. Se trata de más de un millón de niños y niñas, en 28 de los 32 departamentos que tiene Colombia.
Sin embargo, y probablemente porque los niños no votan, el tema no está rankeado dentro de las más apremiantes prioridades del país, ni del Congreso ni del Gobierno. Aunque del tema se ha hablado de refilón, apenas de refilón, en los debates sobre la creación del ministerio de la Equidad han pesado más los apetitos burocráticos, los vericuetos legislativos y la búsqueda de unas facultades presidenciales que el fondo del asunto.
He aquí una formidable tarea para Francia Márquez. Que el ministerio de la Equidad no sea un fortín burocrático, ni una plataforma política ni un apetecido administrador de la bolsa multibillonaria de los subsidios, sino un verdadero motor para lograr la superación de los factores determinantes de la inequidad en Colombia.
Paula Escobar, directora de la Fundación Éxito, dice que la desnutrición infantil se combate con agua y salubridad, con la entrega de alimentos nutritivos, con campañas de vacunación efectivas, activando controles prenatales, asegurando consultas de crecimiento y desarrollo, y esos son, entre otros, los factores de prevención que decayeron en el tiempo de pandemia en Colombia.
Sigo insistiendo en que ese logro monumental que fue consagrar en la Constitución el derecho prevalente de los niños es más la artillería proselitista que les ha brindado a los políticos en campaña que el impacto real que ha generado en favor de los niños. Logros hay, claro está. En la acción de algunos gobiernos, en desarrollos legislativos y en decisiones jurisprudenciales. Pero en la realidad del país de hoy, los derechos de los niños no prevalecen. Prevalecen otros intereses.
Para la muestra, un botón. Siguiendo el mal ejemplo en este campo dado por la negociación Santos-Farc, ni siquiera en los cacareados prólogos de la paz total se han fijado como prioridad Uno A la terminación inmediata del reclutamiento de menores y el retorno a sus hogares de los niños y niñas reclutados, lo que además constituye un crimen de lesa humanidad.
Otra vez lo mismo, se preocupan más por los derechos de los reclutadores y los guerrilleros que por los derechos de los niños y las niñas.
Ojalá este nuevo informe conmueva a quienes hoy llevan las riendas del Estado y se pongan en orden, con decisiones y acciones eficaces, las verdaderas prioridades y urgencias del país, empezando por los niños y las niñas.
JUAN LOZANO
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