— ¿Tienen ustedes ya una postura en torno a la segunda parte de la reforma de las pensiones [debe cerrarse antes de terminar el año]?
—El Gobierno no nos ha pasado ni un papel. Pero la reforma de las pensiones solo tiene sentido si conseguimos que sean sostenibles. El problema no es mi jubilación, sino la de nuestros hijos y nietos.
—Ha habido muchas críticas empresariales al aumento de costes que supone la cotización.
— Es que se ha subido 0,6 puntos las cotizaciones de forma general, por cierto, sin consultar a nadie, además de incrementar la base máxima de cotización. Creo que debemos darnos cuenta de que eso complica hablar de subir los salarios, cuando ya tenemos una cotización a la Seguridad Social un 30 % más elevada que el resto de Europa.
— Ha sido muy crítico con los impuestos a energéticas y bancos.
— Las leyes y los impuestos a la carta solo crean inseguridad jurídica. Poner impuestos sobre la facturación es una barbaridad, y más en un momento en que habrá que hacer grandes inversiones en sostenibilidad. Si te cambian las reglas de juego cada minuto, paras la inversión. En el caso de que exista eso que llaman beneficios extraordinarios caídos del cielo, el culpable es el regulador. Es él quien ha establecido las reglas de juego. Con el impuesto a la banca, los organismos que lo han estudiado se han mostrado críticos o han pedido que se traspase a los clientes […] Si dejamos temblando el sistema financiero, lo pagaremos caro.