[ad_1]
Desde octubre la supermodelo brasileña, Gisele Bündchen está bajo el lente internacional tras confirmar su divorcio de Tom Brady, reconocido jugador de futbol americano con quien tiene dos hijos. Pero su historia de amor pareciera tener un nuevo horizonte. En los últimos días, se la pudo ver disfrutando de unas vacaciones en Costa Rica con Joaquim Valente, su instructor de jiu jitsu, un arte marcial originario de Japón.
Y es que desde febrero, se convirtió en una adepta más de esta disciplina de la que poco se sabe, pero que tantos beneficios trae. “Me siento más fuerte, confiada y empoderada desde que arranqué a practicar defensa personal. Creo que es una herramienta imprescindible para todos, pero sobre todo para las mujeres”, comentó Bündchen a través de un posteo de Instagram en donde se lució en plena acción.
Se trata de una técnica de combate enfocada en la lucha cuerpo a cuerpo. Conocida también como “arte suave”, este método propone una serie de movimientos sincronizados y rápidos cuyo objetivo es llevar al otro al suelo hasta dejarlo inmóvil, o rendido, pero sin dañarlo del todo. Su fundamento principal, parte de la idea de que un individuo de contextura chica, puede defenderse de un rival más grande con éxito.
Francisco Drey, luchador profesional de jiu jitsu y artes marciales mixtas, explica que esta práctica tiene que ver con un procedimiento de derribo, control y sumisión. “Se inicia tumbando al oponente. Le sigue una etapa de vigilia y de lograr una buena postura para que a través de movimientos negativos en alguna articulación, el otro quede rendido”, detalla el deportista.
Este proceso, requiere de mucha estabilidad, equilibrio y una cuota de táctica y estrategia que implica intuir cuál será la movida del otro para adelantarse a sus movimientos, los cuales pueden ser empujones, agarradas, patadas y luxaciones, que es cuando se ataca la articulación del oponente para dejarlo inmóvil. “Incorporarlos requiere de mucha repetición y disciplina para lograr que el cuerpo y la mente los vaya asimilando”, sostiene Drey y agrega que a diferencia de otras actividades, “este arte que no es nocivo, se basa en la especulación, la prueba y el error”.
Para su puesta en marcha, de más está decir que se necesita un compañero. Sin embargo, durante el entrenamiento, no es necesario que sean del mismo nivel y edad –requisito únicamente obligatorio para competir- ya que, “el jiu jitsu se transformó en un deporte muy noble donde se maneja el respeto, el cuidado hacia el otro y la idea de no lastimar”, resalta Drey. Y en este sentido, enfatiza que parte de la magia que tiene es que “crecés a la par del otro”.
Sin ir más lejos, se trata de una actividad que no solo tiene ventajas físicas, en tanto que trabaja la fuerza de todo el cuerpo, sino que también tiene beneficios mentales. “Se desarrolla y aumenta la concentración, la atención, te permite aprender a enfocarte en una sola actividad y a generar empatía, compasión y confianza”, describe Drey.
Para conocer su historia hay que remontarse a finales del siglo XIX en Japón, país que se caracteriza por ser pionero en el desarrollo de las artes marciales. En este caso, el jiu jitsu fue planeado como una estrategia de guerra para que los samuráis –los guerreros- pudieran enfrentarse y combatir con otros, cuerpo a cuerpo, cuando perdían su armamento en plena batalla. Lo curioso e interesante de esta creación, es que como cualquier plan de pelea, se lo mantuvo en secreto durante un tiempo prolongado, hasta que llegó un momento que salió a la luz y entrado el siglo XX, captó la atención de dos maestros del judo, Mitsuyo Maeda y Geo Omori, quienes lo llevaron a Brasil y junto a la familia Gracie, le hicieron algunas modificaciones hasta transformarlo en un deporte profesional y competitivo.
En esta metamorfosis del jiu jitsu tradicional al brasileño, como se lo conoce hoy en día, se dejó atrás el concepto inicial de luchar la mayor parte del tiempo parador mediante golpes y empujones, para pasar a ser un combate enfocado en el agarre y que se desarrolla principalmente en el piso.
Con el tiempo, el jiu jitsu, cruzó fronteras y de a poco se fue instalando en distintos países alrededor del mundo, como la Argentina y los Estados Unidos, en donde se encuentran gimnasios y academias especializadas en el tema. La actividad que se lleva a cabo en un suelo de goma, al igual que en el taekwondo, tiene un sistema de cinturones de distintos colores que indica el nivel de cada uno: se inicia por el blanco, le sigue el azul, el morado, luego el marrón y el negro, que es el máximo galardón. “Pasar de uno al otro implica dar un examen donde un jurado evalúa la calidad de los movimientos aprendidos y decidirá si la persona está óptima para pasar de categoría”, detalla Drey.
Diego de Vera, instructor de artes marciales y dueño de Kozone Realworld Gym, cuenta que este deporte, al igual que en todas las artes marciales, se esconden un montón de secretos que a simple vista pasan inadvertidos, pero que a medida que los practicantes se sumergen en esta disciplina, “los adoptan como herramientas para la vida”.
A su vez, se la recomienda ampliamente a mujeres “porque es una buena forma de que se sientan protegidas sabiendo que se pueden defender ante cualquier situación y sobre todo mediante una táctica que aprenderla no conlleva golpes”. Asegura también que es una buena propuesta parar los niños y adolescentes como una forma de desarrollar su autoestima y confianza.
[ad_2]
Source link