En una de las oficinas de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (ASPAPEL), donde hace una semana oficializó su candidatura a presidenta de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Virginia Guinda (48 años, Barcelona) asegura que fue “la preocupación por lo que está por venir” lo que la motivó a enfrentarse a Antonio Garamendi en una votación que se resolverá el próximo 23 de noviembre. Apasionada de la literatura, se encuentra inmersa en la lectura de dos libros: El infinito en un junco, de Irene Vallejo Moreu; y Últimos días en Berlín, de Paloma Sánchez-Gárnica. “Mi cartón sirve para hacer las tapas duras de los libros”, dice. Ni se le pasa por la cabeza cambiarse al ebook. Si gana, sería la primera mujer en ocupar el cargo.
Pregunta. ¿Qué opina de que algunas organizaciones empresariales la consideren una marioneta de Foment del Treball, la patronal catalana, de la que es vicepresidenta?
Respuesta. Eso lo cree la gente que no me conoce. Cuando pensé en presentarme, a una de las primeras personas a las que llamé fue a Josep Sánchez Llibre [presidente de Foment], porque tengo una excelente relación con él. Y al principio lo que entendió fue que me presentaría dentro de cuatro años. Le tuve que aclarar que no, que era para estas elecciones, porque estoy muy preocupada por los próximos cuatro años y no puedo esperar. Después de una conversación de unos diez minutos se puso muy contento, y me dijo que tendría todo su apoyo.
P. Pero no dio el paso de presentarse hasta conocer que Gerardo Pérez, presidente de Faconauto (la patronal de los concesionarios), no lo haría. ¿La empujaron a hacerlo?
R. He tomado esta decisión porque pienso que es lo que tengo que hacer. Para mí ha sido algo natural, porque siempre he compatibilizando mi vertiente empresarial con la representación de intereses.
P. El martes presentó 37 avales, casi el doble de los necesarios para formalizar su candidatura. ¿Qué le transmiten las personas que le han dando su apoyo?
R. Primero estoy hablando con las patronales industriales, que son las más próximas a mi realidad profesional. Los sectores industriales compartimos las mismas inquietudes y problemáticas, y a todos nos gustaría que la promoción de la industria estuviera en primera línea de la agenda de CEOE.
P. ¿Tiene tiempo suficiente para conseguir los votos para ganar?
R. Sí, por supuesto, hay partido. No tengo ninguna inquietud, estoy tranquila.
P. Patronales con peso en la organización como Cepyme, ATA, Confemetal, CNC o Ganvam ya se han posicionado del lado su rival.
R. Es lógico, cuando lo hicieron había una única candidatura. Ahora quieren conocer qué propone nuestra alternativa.
P. ¿Cree que puede hacerles cambiar de opinión?
R. Sí, por supuesto.
P. ¿Cómo valora los cuatro años de presidencia de Antonio Garamendi?
R. No tengo ganas de entrar en esta cuestión.
P. ¿Se ha sentido escuchada como empresaria durante este tiempo?
R. Yo soy miembro de la Junta Directiva de CEOE [desde 2018], y a mí me ha faltado escucha como empresaria de un sector industrial en el que ahora se está produciendo una afectación importante por la crisis energética. Y así se lo he expresado a Antonio en alguna ocasión. Pero más allá de las personas, lo que yo creo es que el momento actual requiere de un modelo de gestión distinto. Esa es mi propuesta.
P. ¿Puede desarrollar algo más cómo sería ese nuevo modelo de gestión?
R. No digo que sea fácil, pero todos sabemos que es posible, porque hay organizaciones muy grandes, con miles de personas trabajando, que están bien organizadas, y donde las decisiones se toman de manera efectiva y transparente. La CEOE debería de ser capaz de funcionar de esta otra manera, asegurando una escucha más activa a las bases, que son las las patronales territoriales y sectoriales, donde cada una tiene su agenda, y en la que seguro que coincidirán elementos comunes a todos los territorios y otros más particulares. Y no todos dependerán de una acción de CEOE en Madrid. A partir de esa escucha debe generarse una fluidez en la comunicación y un debate interno de los temas. Debemos decidir conjuntamente cuáles son los asuntos sobre los que necesitamos que nuestra patronal se pronuncie y represente esos intereses. Y después explicar qué problemas estamos teniendo a la hora de sacarlos adelante y proponer soluciones. Ese es el modelo que yo propongo.
P. ¿Está satisfecha con la reforma laboral?
R. Creo que se nos ha vuelto a quedar corta, igual que el marco fiscal que tenemos. España tiene que abordar reformas estructurales importantes para adaptarse a los tiempos que estamos encarando, que son de un reto tremendo. Siempre unidos, no desde la confrontación. Hay que tener una visión empática y amable de entendimiento. Y ahora no estoy hablando solo de la CEOE, sino también hacia afuera.
P. ¿Qué partes del nuevo marco normativo han quedado pendientes de abordar?
R. Creo que los nuevos tipos de empresa que hoy existen deberían de haberse recogido mejor. Por ejemplo, si una startup de repente tiene un crecimiento muy rápido, cuando van adquiriendo una determinada dimensión se encuentra con muchísimas trabas burocráticas en muchos sentidos, y también desde el punto laboral. Existen cortapisas que no se justifican con unas relaciones laborales que a lo mejor podrían asemejarse más a las del marco mercantil, manteniendo los derechos del trabajador, obviamente. Los empresarios muchas veces nos encontramos con trabajadores que ya no solo te quieren hablar del sueldo, sino que les importa mucho más dónde van a trabajar, si pueden teletrabajar… Toda una serie de cuestiones que yo creo que no están bien recogidas. Además, yo diría que el marco laboral español es el más intervencionista de la Unión Europea.
P. Los sindicatos UGT y CC OO reunieron la semana pasada en Madrid a 50.000 personas para pedir a la patronal que suba los salarios. ¿Cree que la actitud que ha mantenido la CEOE durante la negociación ha provocado este clima de enfrentamiento?
R. Viendo la situación compleja que tenemos, el presidente del Gobierno tendría que haber liderado un gran pacto de rentas y la reforma laboral tendría que haber tenido cabida en él. Sobre la negociación de los salarios, que es un capítulo muy específico, parece que solo depende de los empresarios y de los trabajadores. Desde mi punto de vista, se está dejando fuera de la ecuación al Gobierno, que en esta coyuntura en la que estamos es una pieza igual de fundamental. Las empresas estamos en una posición de debilidad y de dificultad. Y el Gobierno debería ver la realidad de las dos partes, y ver qué papel puede jugar. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a la declaración del IRPF y a las contribuciones de las cotizaciones sociales, que en España son significativamente mayores que en otros países de nuestro entorno. El Gobierno tendría que estar jugando un papel, desde mi punto de vista, distinto.
P. En la presentación de su candidatura dijo que los salarios deberían subir, pero no especificó cuánto.
R. Es que a mí no me corresponde dar una horquilla y tampoco me parece que sea la mejor manera de enfocar este tema. Repito, creo que el Gobierno no se debería quedar fuera de un acuerdo de incremento salarial y que debería de implicarse.
P. Pero la renovación del Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) depende, exclusivamente, de los sindicatos y los empresarios. El Gobierno no tiene capacidad para intervenir en el sector privado. Donde sí puede hacerlo es el público, y ahí ha acordado con los sindicatos una subida salarial del 9,5% para los próximos tres años. ¿Considera que es una referencia válida para desatascar el AENC?
R. Es una pregunta demasiado complicada. No te la voy a responder, porque es un jardín en el que no quiero entrar.
P. Usted defiende una regularización del salario mínimo con distintas cuantías por tipo de empleado y sector.
R. Creo que al salario mínimo hay que hacerle un traje mucho más a medida. Y no hay que tener miedo, porque la realidad laboral es así y es bueno para todos, para el trabajador y para las empresas. Es bueno que un estudiante que está accediendo a su primer empleo tenga como referencia un salario distinto del de una persona con mucha experiencia y que cada sector tenga distintos salarios de referencia. El Gobierno tiene que implicarse en definirlo de esa manera.
P. En 2023 volverá a subir, y los sindicatos piden que pase de los 1.000 euros mensuales en 14 pagas a los 1.100. ¿Puede ser el golpe de gracia para muchas empresas?
R. Por supuesto. Que se quiera subir el salario mínimo para todo el mundo sin medir cuál es su afectación en los distintos sectores de actividad hace que se pierda esa capacidad de bisturí fino que yo predico, y que sinceramente creo que sería más interesante para la economía y también para los trabajadores.
P. Dice que las empresas se están viendo afectadas por la subida de los costes energéticos, pero muchas de ellas están presentando resultados récord.
R. Dentro de una economía de mercado existen unas reglas básicas, y no hay que romperlas, ni intervenir. Y cuando hay un determinado marco fiscal bajo el cual las empresas hacen una serie de inversiones arriesgando su capital, tampoco hay que cambiar de un día para otro esas reglas fiscales unilateralmente. Los debates a pie de calle están muy bien, pero se simplifican excesivamente las cosas y se acaba convirtiendo en el cuento de Robin Hood.
P. ¿El clima de confrontación que existe entre la CEOE y el Ministerio de Trabajo contribuye al bloqueo de la negociación colectiva?
R. Lo que percibo es que la imagen del empresario que está bastante asentada en muchos estamentos es muy injusta. Puede que hayamos pecado de ser demasiado discretos, y creo que la CEOE tendría que contribuir enormemente a construir una visión más positiva. De ahí que cuando gane solicitaré al Gobierno que se implante el día del empresario para que se reconozca nuestra figura.
P. Igual que el día del trabajador.
R. Es que todos los empresarios somos trabajadores. Creo que una visión más empática nos ayudaría a llegar a mejores acuerdos.
P. ¿Qué le parece que todas las pensiones vayan a revalorizarse, previsiblemente, un 8,5% el próximo año?
R. Creo que estando en la situación en la que estamos el Gobierno tendría que haberse sentado con nosotros para, más allá de cuadrar las cuentas públicas, discutir de qué manera afrontamos medidas como la revalorización de las pensiones o el sueldo de los funcionarios, metiéndolo dentro de un escenario realista de cómo va a ir la economía, teniendo en cuenta que todos los organismos internacionales apuntan a que vamos a crecer el 1% o menos el año que viene. También para definir cuál va a ser el nivel de tributación y quién va a tributar. Yo creo que es un momento bueno en la historia para plantearse ese ejercicio.
P. ¿Falta mano de obra en España?
R. Hacen falta muchos perfiles profesionales. CEOE tendría que hacer un libro blanco, consultando a todos sus sectoriales y territoriales, sobre qué perfiles van a necesitar y en qué lugares durante los próximos cinco o diez años.
P. ¿Es un problema de formación?
R. Sí, y que empieza por un índice de fracaso escolar que debería de preocuparnos a todos, porque es el origen de lo que nos está sucediendo. Yo creo que CEOE y los empresarios tenemos que implicarnos a fondo en estas cuestiones que al final acaban siendo la realidad de nuestra sociedad
P. ¿Está de acuerdo con que España vaya a buscar carpinteros, electricistas y albañiles en el extranjero?
R. Vamos a necesitar mucha mano de obra porque los índices de natalidad son los que son, y en el futuro no muy lejano vamos a tener que importar talento para suplir nuestras carencias.
P. ¿Piensa que el dinero está mejor guardado en el bolsillo de los ciudadanos que en manos del Estado?
R. Sí.
P. ¿Y que el cambio climático es real?
R. Existe el debate entre si se ha producido por la evolución del sol o por la acción del hombre. Pero al fin y al cabo, ¿qué más da? Es un hecho. Lo que debería unirnos a todos son las ganas de cuidar el planeta para las siguientes generaciones, y tener otra mirada sobre el uso de los recursos y la impronta que dejamos.
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