El banquero de los banqueros centrales, Agustín Carstens (Ciudad de México, 64 años), se conecta a la videollamada desde su oficina en Basilea. El mexicano dirige desde Suiza el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), institución que funciona como un apoyo para los bancos centrales, ayudando al manejo de reservas internacionales. Portando sus característicos tirantes negros y una camisa blanca, Carstens habla con EL PAÍS con franqueza, aunque prefiere no abordar en entrevista el panorama de ningún país en lo individual, y reconoce que estas son “épocas difíciles” para sus colegas.
Este año se cumplen 20 desde que el BIS abrió una oficina de representación para sus países miembros en el hemisferio occidental ubicada en la Ciudad de México, explica Carstens, la segunda en todo el mundo junto con Hong Kong. Su mirada en la región es minuciosa. Carstens espera que Latinoamérica pase por una desaceleración económica en 2024, pero no una “desastrosa” recesión. La inflación sigue siendo el mal que aqueja a todos, pero es posible que ya haya alcanzado un pico, dice el economista y ex Gobernador del Banco de México.
Los bancos centrales en la región previnieron que la inflación fuese peor, sostiene Carstens, y ahora más que nunca tienen que salir a “dar la cara” para asegurar a la sociedad que están defendiendo su poder adquisitivo.
Pregunta. ¿Qué viene para América Latina en lo que queda del año y en 2024?
Respuesta. Estamos enfrentando una coyuntura donde la inflación es un fenómeno global, lo cual es, ciertamente, una novedad en la historia. Obviamente, en diferentes regiones ha habido muchos episodios inflacionarios, pero no necesariamente sincronizados o correlacionados. La sincronía en el ciclo económico mundial ha aumentado muchísimo y eso afecta las perspectivas económicas. Sin duda la pandemia tuvo un gran impacto sobre el crecimiento y la inflación. Pensamos que apagar las economías temporalmente por razones de salud no iba a impactar de manera importante el funcionamiento de los mercados. Primero, el poner en animación suspensiva a las economías afectó el crecimiento. Después, hubo un rebote cuando se volvieron a abrir. Pero lo que realmente nunca anticipamos fue que, al echar a andar nuevamente las economías, los mercados no iban a operar como normalmente operarían. Las cadenas de producción de valor se vieron fuertemente distorsionadas y la falta de coordinación al reiniciar las economías internacionales trajo muchos problemas, como escasez y desequilibrios en muchos mercados, lo que empezó a generar presiones inflacionarias. Otro factor importante es que las grandes economías del mundo metieron mucho impulso a través de políticas monetarias y fiscales para enfrentar la pandemia, algo muy difícil de calibrar. Dado su tamaño, tuvo repercusiones a nivel mundial, generando un exceso de demanda. Y luego la cosa se nos complicó todavía más con la guerra de Rusia en Ucrania y el choque de precios resultante, sobre todo porque el mercado de energéticos está sumamente globalizado. También el de alimentos y fertilizantes.
P. ¿Considera que Latinoamérica se ha defendido correctamente ante esas presiones?
R. Todo esto ha venido a generar manifestaciones inflacionarias en prácticamente todas las latitudes. Yo creo que Latinoamérica se ha podido defender relativamente bien porque algunos países son productores de las mercancías que se han visto afectadas. Cabe decir que las economías latinoamericanas tienen experiencia en lidiar con estos brincos inflacionarios. Yo creo que esto permitió que muchos bancos centrales tuvieran una respuesta oportuna y decidida, lo cual, sin duda, limitó muchísimo el impacto inflacionario. Yo creo que, proporcionalmente, ha aumentado menos en esta región que en otras, pero eso no quita que los niveles sigan siendo altos. Creo que no estamos muy lejos de los picos inflacionarios en las economías representativas en Latinoamérica. Eso nos permitiría ir convergiendo a niveles más normales hacia 2024. Con respecto a la actividad económica, las restricciones monetarias e incluso fiscales a nivel global, así como la incertidumbre que se ha reflejado en una caída en el consumo y que ha afectado a la inversión, sí indican menores ritmos de crecimiento económico. Ciertamente va a haber una desaceleración del crecimiento en la región, pero no creo que llegue a un nivel de recesión. Si bien no es el mejor escenario para la región, tampoco va a ser desastroso. De todas maneras, los países tendrían que mantener una política monetaria fiscal muy prudente, que busquen estimular el crecimiento desde un punto de vista más estructural, para aumentar la productividad.
P. Los bancos centrales en la región tienen relativamente poco de usar las herramientas que tienen hoy para combatir la inflación y actualmente son un foco de atención como no lo fueron antes.
R. Los esquemas monetarios basados en objetivos de inflación, que dependen del uso de la tasa de interés como instrumento de política monetaria, han sido muy valiosos para Latinoamérica. Yo crecí con inflaciones altas, en donde no sabías cómo estaría mañana. El precio de los camiones públicos, por ejemplo, cuando yo iba a la escuela, había veces que traía unas sorpresas. Poco después de estas épocas muy turbulentas se adoptaron de manera bastante generalizada estos esquemas que usan las tasas de interés como manera de mandar señales de que el banco central está realmente protegiendo el valor de la moneda. Eso ayuda a que las expectativas de inflación se mantengan ancladas y eventualmente eso tiene un efecto positivo sobre el abatimiento de la inflación. Fue muy significativo traer la inflación a un nivel donde, en las últimas dos décadas, no era un tema en la gran mayoría de los países de Latinoamérica y por lo mismo no era un tema seguir al banco central. Cuando yo fui Gobernador [del Banco de México], eso era normalmente lo que sucedía. El banco no jugaba un papel protagónico porque no había un problema de inflación que fuera notable o que atrajera mucho la atención del público.
P. Ahora tiene una mayor visibilidad.
R. Cuando la inflación aumenta es realmente cuando el banco central como institución adquiere una mayor visibilidad. Ahí es cuando tiene que entrar en acción, donde tiene que ser visible su accionar dentro de la sociedad, porque tiene que mandar el mensaje de que hay alguien dentro del Estado que está haciendo el trabajo de bajar la inflación. Y no es completamente arbitrario. Eso también viene compaginado con el hecho de que, para que se estabilice la inflación, es muy importante que las expectativas de inflación se mantengan ancladas. Y por eso es muy importante que los bancos centrales expliquen el proceso de la inflación, las medidas que están tomando, cómo van a funcionar dichas medidas y cómo también, a la larga, aun cuando en el corto plazo pudieran tener ciertas consecuencias, en términos de una menor actividad económica, en el mediano y largo plazo, es mejor estar sin inflación. Porque la estabilidad de precios también es una condición indispensable para un mayor crecimiento económico. Precisamente en esta época, épocas difíciles para los bancos centrales, es cuando tienen que salir a dar la cara y orientar a la sociedad sobre qué es lo que se está haciendo para abatir la inflación.
P. A propósito del debate que se está llevando a cabo en América Latina sobre migrar a un modelo económico menos extractivista, ¿qué opina del financiamiento ESG? ¿Es una etapa o llegó para quedarse?
R. Es una etapa importante para facilitar la canalización de recursos de las economías hacia el financiamiento de proyectos que eventualmente beneficien al mundo, mitigando los problemas de el cambio climático. Realmente si uno piensa cuál es el origen del problema económico del cambio climático, es una gran reasignación de recursos a nivel global. Es decir, hay ahorro en los diferentes países, ese ahorro se canaliza en diferentes proyectos de inversión, dichos proyectos tienen su resultado produciendo, pero también pueden tener consideraciones climáticas. Si queremos que la inversión sea parte de la solución tenemos que ir asignando poco a poco más recursos a actividades que sean verdes y más socialmente responsables. ¿Cómo se puede inducir que la asignación del recurso sea de esa manera? Con mayor información para los inversionistas. Información más detallada que realmente establezca cómo los proyectos de inversión eventualmente van a tener el impacto social que es deseable. Todos los proyectos de inversiones ESG van orientados a eso, a facilitar ese proceso de gran reasignaciones de recursos a nivel mundial. Los gobiernos pueden hacer mucho, pero el reto es tan grande que la participación de recursos privados a proyectos socialmente superiores es indispensable. El origen de la idea es muy buena.
P. Han florecido alternativas a los sistemas bancarios centrales como las criptomonedas y los NFTs. ¿Qué opina de esto y qué tiene que ver con la democracia?
R. Déjame empezar por el segundo tema. Para que una democracia funcione necesita haber inflación baja. Hay muchos fenómenos donde las democracias se han visto tremendamente debilitadas por períodos híper inflacionarios. Por lo tanto, una inflación bajo control es un objetivo que es socialmente deseable y que realmente provee las condiciones para que una democracia florezca. Esto ha sido tan obvio a través del tiempo, que se ha creado la convicción en muchos países de que es necesario tener una institución dentro del Estado que tenga como su tarea mantener una inflación baja y estable. Precisamente a través de procesos democráticos se han creado las leyes que le han dado la autonomía al banco central. Esto no es para que haga lo que quiera, sino que para que haga algo que la sociedad demanda, y lo que la sociedad demanda es una inflación baja y estable. Los bancos centrales reciben instrumentos para poder hacer su trabajo, pero también tienen que, de alguna manera, rendir cuentas. Muchas veces tienen que ir a los congresos para explicar sus acciones ante los poderes legislativos, porque todo está metido dentro de un proceso democrático. Sobre el segundo tema: ves que hay un un derretimiento tremendo en los mercados de criptomonedas precisamente porque no están bien estructurados, no están regulados, no tienen reglas claras. En la historia mundial de temas monetarios y de monedas uno siempre encuentra muchos ejemplos de cómo hacer dinero con propósito de lucro termina no funcionando. Esto es exactamente lo mismo. Los fundamentos teóricos de las criptomonedas no con sólidos y por eso tienen una gran volatilidad, por eso muchas veces tienden a desaparecer. No han logrado cumplir con las tres funciones que tienen que tener el dinero: primero, tiene que ser una buena unidad de cuenta; segundo, tiene que ser buen depósito de valor; y, tercero, tiene que ser un medio de pago. Y las criptomonedas no cumplen con estas tres características ya que se han venido utilizando únicamente como un vehículo especulativo. Por lo tanto, no han sido, ni van a ser, una amenaza a la moneda de curso legal que es proporcionada por los bancos centrales. Sin embargo, una expresión que sí hay que tomar en cuenta es que la sociedad claramente está manifestando que quiere tener dinero con una mejor representación tecnológica. Es muy importante que los bancos centrales poco a poco vayan evolucionando hacia monedas digitales emitidas por bancos centrales, y eso es una actividad que el BIS está haciendo de manera muy importante.
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