Vecinos de Monte Grande, Lomas de Zamora, San Vicente y Canning compartieron a El Diario Sur su propia experiencia y el por qué optan por la “dieta de las plantas”, a pesar de generarles algunas complicaciones al momento de salir a comer a bares o restaurantes que todavía no tienen muchas opciones de estas comidas. Ellos mismos llevan adelante sus propios emprendimientos para mostrarle al resto de la sociedad que es posible ser vegano, lo que implica no consumir carnes ni lácteos ni huevos.
Según contaron los vecinos, deciden ser veganos debido a que los animales son “seres sintientes”, y consideran que deben ser respetados y tratados de igual forma que las mascotas domésticas. Además, también adhieren a la forma de vida, que implica, además de los alimentos, no consumir derivados de animales, por ejemplo, en ropa o cosméticos, ya que esta conducta reduciría en gran medida el impacto en el medioambiente.
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Leandro y su feria en Lomas: “El veganismo no es una dieta, es una postura ética”
“Este es un país muy ganadero y muy lechero, por eso desde los sectores de poder siempre van a difundir que es 100% necesario consumir carnes y leches, pero la realidad es que no es cierto”, explicó Leandro “Lele” Altamore, vecino de Lomas de Zamora que es vegano desde 2018, a El Diario Sur.
Según contó, decidió hacerse vegano por una cuestión de “coherencia”: “Si respetamos a los humanos, ¿por qué no a los animales?”. Leandro sostuvo que se preguntó eso a partir de afianzar el vínculo con su mascota, una ovejera alemana que tiene desde 2015. “Entendí que no podía querer tanto a mi perra y financiar la explotación de otros animales igual de sintientes que ella”, explicó.
“Hay que tener en cuenta que no es una dieta, es una postura ética”, destacó Leandro. Él es organizador de la feria “Conurvegana”, que ya tuvo 3 ediciones en Lomas de Zamora y donde se pueden encontrar emprendimientos que ofrecen productos como alimentos, accesorios y cosméticos de origen exclusivamente natural: “La idea es ampliarse para hacer una feria itinerante en un futuro. Pero por ahora estamos acá en Lomas porque veo que hay un público vegano importante”.
Zoe, de Monte Grande: “No me alcanzaba ser vegetariana para cumplir mi objetivo”
“La crueldad con los animales es impresionante, ponemos nuestros gustos por encima de ellos. Cuando me di cuenta de eso, no quise seguir haciéndolo porque me parecía innecesario y egoísta, porque sabía que tenía otras opciones”, señaló Zoe Golfieri, quien vive en Monte Grande y tiene 20 años.
Según explicó, decidió hacerse vegetariana gracias a la insistencia de su grupo de amigas, hace alrededor de cuatro años. Sin embargo, sentía que eso no le alcanzaba: “Sabía que siendo vegetariana no cumplía mi objetivo, porque de cierta manera seguía utilizando a los animales”. Tras este planteo, es vegana desde hace dos años y medio.
“Muchas veces se vende el discurso de que es muy complicado o caro, pero la realidad es que yo logré comer más sano y barato”, sostuvo Zoe.
En medio de este proceso, optó por llevar adelante un emprendimiento llamado “Alma Vegana”: “Me di cuenta de que al momento de merendar no tenía las opciones que quería, pero quise demostrarle a la gente que se puede consumir lo mismo, pero con productos que no deriven de animales, y que eso no implica que sea feo ni peor”. Zoe comentó que muchas personas que no eran veganas consumían sus productos, entre los que se encontraban brownies y donas.
Hugo, de San Vicente: “Me hace ruido que un animal tenga que sufrir para que una persona satisfaga sus necesidades”
Hugo Del Valle vive en San Vicente, tiene 37 años, es vegetariano desde 2012 y vegano desde 2018. Según contó a El Diario Sur, su motor principal es dejar de aportar a la explotación animal: “Siempre me hizo ruido que un animal tenga que morir o sufrir para que una persona pueda satisfacer sus necesidades”.
“A medida que uno se empieza a meter en el tema empiezan a surgir otras cuestiones, como por ejemplo el impacto ambiental que tiene la producción ganadera”, explicó Hugo y agregó que en Argentina la tradición del campo es difícil de enfrentar. “Es una lucha constante porque hay falta de información, a veces se vuelve complicado”, sostuvo.
Sin embargo, también remarcó que ahora hay lugares que ofrecen una mayor cantidad de opciones y productos veganos. “Creció mucho la oferta, pero igual cuando salís a comer afuera tenés que fijarte en Google Maps dónde hay otras opciones además de papas fritas o ensalada”, comentó Hugo.
Al ser consultado sobre qué le diría a alguien quiere ser vegano, respondió: “Le diría que vaya de a poco, es un proceso que puede llevar meses o años porque implica un cambio de hábitos y de consumo, pero nadie los corre”.
Los precios de los productos veganos
Según explicaron a El Diario Sur desde la dietética “Vitalcer”, en su sucursal de Monte Grande (Avenida Sofía Terrero de Santamarina 498), las personas no suelen comprar tantos productos sin derivados de animales, debido a que los precios son más caros a comparación de otros.
“La gente a la que no le interesa porque no es vegana y ve los precios, decide llevar un producto común, porque la barrera económica está”, explicó Gonzalo Ramos, quien tiene 21 años y es empleado del local, que está en Monte Grande desde hace 4 años.
Según comentó a El Diario Sur, entre los productos veganos que se pueden encontrar hay quesos, galletas, alfajores, jamón, milanesas, hamburguesas y salchichas.
“Si comparas el precio de un queso común y uno vegano, en un kilo debe haber una diferencia de 300 pesos fácil”, sostuvo Gonzalo y aclaró que los quesos veganos de almendra suelen ser más caros que los de soja.
Por otro lado, remarcó que las personas no necesariamente deben ser veganas para comprar alimentos que no contengan derivados de animales: “Para comer saludable no hace falta ser vegano. Creo que mucha gente lo lleva más por ese lado”.
El veganismo llegó a Canning: la historia de “Nicolita”
A partir de junio de este año, Canning cuenta con un nuevo local llamado “Nicolita”, ubicado en Giribone 810, a una cuadra del shopping “Las Toscas”, que tiene la particularidad de ofrecer comidas veganas y vegetarianas.
Mateo Piccolotto, quien tiene 34 años y es dueño del local, contó que lo llevan adelante junto a un amigo que es chef y, además, vegano, y ya tenía la idea de abrir este proyecto. También es dueño de “Kenzai Sushi” (Mariano Castex 1094), y explicó que otro puntapié para iniciar con “Nicolita” fue que varios clientes les pedían tablas veganas: “Nos dimos cuenta de que en esta zona hay muy poca propuestas veganas y vegetarianas, pero diría que el 50% del público busca estas opciones, también como comida saludable”.
Según comentó Piccolotto, tienen al menos 10 o 12 pedidos al día. Por el momento solo trabajan con delivery y take away, pero planean habilitar el mes próximo un salón en la terraza del local.
Entre los platos que ofrecen se encuentran hamburguesas de lentejas y de tofu, ensaladas de quinoa y de tirabuzones al pesto, buñuelos de espinaca y croquetas de garbanzo, entre otros.