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El viento de diciembre soplaba fuerte por la Séptima Avenida. Salieron los dos, en silencio. Uno de ellos cargaba el bolso del otro. No hablaron por un rato, mientras las luces de Manhattan iluminaban sus rostros y siluetaban sus pasos.
Nueva York suele ser una fiesta nocturna, pero no era para ellos. Mejor dicho: no había sido la noche de uno de ellos. El otro, alto, espigado y más joven, lo escoltaba, cargando su bolso y sintiendo que para él también había sido la derrota.
Dos sueños destrozados caminando por Nueva York.
“Nunca me voy a olvidar de esa noche, la del 3 de diciembre de 2011, porque esa noche aprendí muchas cosas. Una de ellas, lo que significa la soledad del perdedor”, dice hoy Matías Erbin.
“Esa noche, Sebastián Luján habia perdido en el Madison Square Garden con Mike Jones. Era una eliminatoria de peso welter. En la de fondo, Miguel Cotto le ganó por abandono a Antonio Margarito. Era la revancha de aquella pelea que ganó Margarito en 2008 y que levantó un escándalo por el plástico que tenía en los guantes. Bueno, esa noche era muy importante para Luján, porque hizo el semifondo y era una eliminatoria. Y perdió. Yo lo preparaba físicamente y con lo que me pagó y un poco más de mi bolsillo, usé toda la plata para viajar con él. No fue un gasto, fue una inversión, porque a los 23 años estuve en medio de un gran show, por ejemplo. Lo cierto es que, entre una cosa y otra, quedamos los dos solos en el camarín y nos fuimos caminando…”.
¿Y cómo terminó esa noche?
“El hotel estaba lejos. Seguimos caminando un rato y cuando llegamos a Times Square nos comimos unas hamburguesas en las escaleras, con todo el panorama de Nueva York…”.
Matías Erbin nació el 7 de mayo de 1987 en San Pedro, provincia de Buenos Aires. La tierra de Lorenzo García, aquel que llegó a pelear con Johnny Bumphus en Atlantic City por el campeonato mundial en 1984.
Hoy, Matías está asociado con Manny Robles en el Knockouts Boxing Gym –su academia tiene como slogan Legends Boxing Academy- en South Gate, Los Angeles California. “Somos socios y dueños. También está en el equipo otro tipo importante como Edgard Jasso y el hijo de Manny. Nos casamos con Pamela en 2019 y en marzo de 2020 nos mudamos a los Estados Unidos. Nos agarró la pandemia y aguantamos como pudimos. Y aquí estamos ahora…”.
No es fácil abrirse paso en los Estados Unidos, pero puede afirmarse sin dudas de que Matías Erbin lo ha logrado. Se recibió de profesor de Educación Física en el ISEF (Instituto Superior de Educación Física) Número 11 de Rosario, provincia de Santa Fe. Varias veces campeón argentino y sudamericano en patín carrera, no era el boxeo justamente su especialidad. “En algunas concentraciones nos cruzamos con Lucas Matthysse o Marcos Maidana, pero si bien ellos también estaban creciendo en lo suyo y no eran tan famosos, no sabía quiénes eran”, cuenta riendo.
Finalmente, como suele ocurrir, el Destino ordenó las barajas. En un gimnasio de Rosario, conoció a Sebastián “Iron” Luján, a quien empezó a ayudar en la preparación física. “Eso me llevó a meterme en la cabeza del boxeador, en los detalles de sus entrenamientos, pero también en sus sueños. Así que cuando le llegó el momento de pelear en el Madison, junté la plata que me dio, más lo que yo tenía y viajé con él. Luego de algunas peleas lo comencé a ayudar como una especie de manager y fue justamente esa relación la que también me cambió la vida”, recuerda.
Lujan se retiró con una marca de 43-13-2 (26 KO) y en 2008 dio un gran golpe ganándole a José Luis Castillo. Fue varias veces campeón Latino WBC y WBO. Luján estaba relacionado con el promotor Mario Arano, que tiene base en la ciudad de Junín, la ciudad de la provincia de Buenos Aires donde nació Luis Angel Firpo, El Toro salvaje de Las Pampas. Titular de AranoBox, el promotor manejó históricamente a Lucas “La Máquina” Matthysse.
“En esa época, Sebastián hacia sparring en Junín con Lucas, que ya era una figura. Después de la derrota de Lucas ante Danny García en septiembre de 2013, Arano decidió contratarme. Debuté con Matthysse para la pelea que hizo con John Molina Jr. en abril de 2014 en Carson, California. Fue la Pelea del Año para la revista The Ring. Lucas cayó dos veces y sufrió una cortada, pero Molina fue al suelo en los rounds 8 y 10 hasta que el referí la paró en el round once”.
Erbin acompañó luego a Lucas en sus combates frente a Roberto “Massa” Ortiz, Lucas Provodnikov (“Aquella pelea con Provodnikov fue durísima, Lucas tiró 1035 golpes, se cansó de pegar y tuvo que dejar todo en el ring”). Después vino la derrota ante Victor Postol, en octubre de 2015, cuando recibió un golpe en el ojo y decidió no seguir en pelea. “Después de eso, nos vimos ya en Junín y hasta lo acompañé al bus en el que se volvió a Trelew, porque estaba decidido a descansar un buen tiempo. Después no volvimos a vernos más, aunque seguimos siempre en contacto. En ese momento no tenía ganas de seguir, necesitaba un descanso”, recuerda.
La vida continuó para Matías Erbin, ya que en 2016 fue a Brasil, en donde estuvo casi un año, allá por 2016, trabajando con Patrick Texeira “En febrero de 2017 decidimos ir a Las Vegas para entrenar, pero cuando llegamos a Estados Unidos tuvo problemas con la visa de trabajo, que había vencido. Lo deportaron y yo me quedé ahí, en Las Vegas, sin boxeador para entrenar. Estuve casi dos meses esperando a que Teixeira viniera a Las Vegas. Y mientras esperaba me iba al gimnasio de Ismael Salas”.
Con Salas conversaron mucho y de esa forma empezó a trabajar con los hermanos Barthelemy y Yordenis Ugas . “Y también aprender mucho, como es de imaginar. Salas me dio una gran oportunidad”.
Mientras tanto también recibió un llamado de Sebastián Contursi, que fue asesor de Marcos “Chino” Maidana y lo era de Jesús Cuellar, para trabajar con él. “Yo no podía, porque Jesús entrenaba con Freddie Roach para enfrentar a Abner Mares en Los Angeles y yo estaba en Las Vegas. Entonces Contursi me ofreció hacerlo con Brian Castaño en un campamento para la pelea en Francia con Michel Soro, montando toda la logística en Las Vegas. Estuvo unas cinco semanas y después ya no paramos, en mi caso, ya como parte del grupo. Eso me dio la chance de volver a las grandes ligas con un campeón como Castaño”.
El tema de lo que ocurrió en la segunda pelea de Castaño con Charlo es ineludible, ya que luego del empate de la primera –en donde para casi todos los expertos había ganado el argentino-, hubo una gran expectativa para la segunda.
“Brian no pudo, no pudimos, trabajar al cien por cien. Eso se sabe. Sobre todo por la primera lesión, que fue un desgarro en el bíceps derecho, en febrero. Un tema muy delicado que fuimos trabajando muy bien con el asesoramiento de un gran Kinesiólogo como Franco Chiorazo, de San Pedro, ya que cuento con todos los materiales necesarios para tratar las lesiones. Durante tres o cuatro semanas, Brian, que le puso todo el entusiasmo y la buena onda del mundo, tuvo que trabajar con un brazo solo, se entiende”, cuenta Erbin.
“Lo que no trascendió demasiado y ahora ha contado Brian, por eso lo digo, es que en un guanteo sufrió un codazo y tuvo una lesión en el ligamento derecho. Creo que además de lo físico, lo emocional influyó muchísimo, porque vino la gran presión de que si no peleaba, le sacaban el título. Tenía que pelear sí o sí, pero también, estoy seguro, le trabajó la cabeza el saber que no estaba en el estado ideal. Aunque él por fuera siempre demostró lo contrario, se entregaba al 100%”.
Erbin hace una pausa y luego cuenta que “Se sumó una insuficiencia renal de grado 4, que tratamos con una nefróloga de Rosario, María de los Angeles Gini. Para el problema en el brazo logré la colaboración del médico de los Dodgers. Con el tema de los riñones hubo que tener dietas muy estrictas, porque es un tema muy específico, en donde existe un problema de deshidratación. Tanto es así que tuvo que estar parado tres semanas sin hacer nada de nada a causa de esa lesión. El brazo estaba sanado, pero había un problema en otro lado y no podía entrenar a fondo de esa manera”, afirma.
“Brian hizo lo que estuvo a su alcance mental y físicamente en lo que era la pelea más importante de su vida –continúa Erbin-. Comenzó la pelea en un nivel y ritmo muy alto, con mucho corazón y el aliento del público lo llevó a ir al frente, fiel a su estilo, lo que lo llevó también a recibir más castigo ante un pegador como Charlo, que hizo una gran pelea. Creo que todos nos dimos cuenta de que, los golpes de Brian no lastimaban como en la primera pelea y a partir del séptimo, empezó a aflojar el ritmo que venía trayendo. Trató de boxear un poco más porque se dio cuenta de que así era muy difícil para él. Es para sacarse el sombrero por todo lo que hizo y la guerra que dio, eso no se puede negar. Ahora deberemos replantear todo de nuevo, y realizar los ajustes necesarios para su regreso. Esta vez los problemas físicos complicaron toda su preparación, pero es parte del boxeo y no hay excusas. Se hizo todo para estar arriba del ring”.
Erbin sigue trabajando en su gimnasio, la vida continúa y ahora, mezclado en la elite del boxeo, junto a grandes profesionales como Manny Robles, siente que hay mucho por hacer.
“Tenemos en el equipo a Vergil Ortiz, Terrell Gausha, Serhii Bohachuk, Rambla Alí –la primera mujer que peleó en Arabia y que ganó por nocaut en el primero a Crystal García-, Nery Romero, Emmanuel Schramm, entre otros y ahora se suma Alejandro “El Cuervo” Silva. Trabajamos con unos quince boxeadores promedio, y también hay sitio para quienes practican boxeo recreativo, claro”.
Y, por supuesto, tiene muy buena memoria a la hora de mencionar a quienes lo han ayudado.
“Yo estoy agradecido a mis padres y familia que siempre me alentaron a perseguir mis sueños y a personas que me dieron una oportunidad como Sebastián Luján, Lucas Matthysse, Ismael Salas, Sebastián Contursi, Brian Castaño y su papá Carlos, Manny Robles y mi esposa, Pamela que me acompaña en todo. Jamás olvidaré aquel mi primer viaje a Nueva York, cuando apenas andaba por los 23 años, porque ahí empezó una historia que sigo escribiendo, tratando de aprender siempre mucho más, de seguir creciendo. Que de eso se trata”.
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