La investigación es clave para las empresas. En el país, la inversión sube y el Estado hace el mayor esfuerzo. Charla a fondo con expertos y ejecutivos.
Del dicho al hecho, no hay un largo trecho. En muchos casos hay un abismo. Para las empresas, la inversión en investigación es clave para marcar diferencias con sus competidores, bajar los costos y atraer talento. Pero en la Argentina, “solo 20% de los ejecutivos cree que su empresa hoy tiene el tipo de cultura que se necesita para la innovación”, señala un informe reciente de Accenture.
En el Ranking Mundial de Innovación 2022 de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la Argentina ocupa el puesto 69 entre 132 naciones. Suiza, Estados Unidos y Suecia son los países que más invierten en investigación aplicada, tanto a nivel público como privado. “La investigación de vanguardia”, precisamente, fue el eje de la charla organizada por Clarín, que fue conducida por los editores de Economía de este diario Daniel Fernández Canedo y Luis Ceriotto.
El debate forma parte de “El mundo que viene”, un ciclo que cuenta con el apoyo principal de OSDE, Telecom y DESA, además del sponsoreo de AFARTE y el apoyo Massalin Particulares. En esta ocasión participaron Andrea Costantini, head de Relacionamiento Científico de Philip Morris International; Ana Vainman, directora Ejecutiva de AFARTE; Pablo Vic, fundador y CEO de Tlon Space; y el periodista Lalo Zanoni.
El área de investigación (I+D) es vital para los grandes colosos de la alta tecnología, como Amazon, Google y Microsoft. “Philip Morris lleva invertidos US$9.000 millones para desarrollar alternativas libres de humo y dejar de vender cigarrillos lo antes posible”, dijo Costantini.
La tabacalera destina el 99% de su inversión en la mejora de los llamados calentadores de tabaco, que son menos nocivos para la salud. Se estima que en el mundo hay 1.000 millones de fumadores, de los cuales 7 millones son argentinos. “Con el tabaco calentado se elimina el 95% de las sustancias tóxicas”, subrayó.
La innovación implica mejoras en los procesos productivos pero también nuevos desarrollos cuyo objetivo es crear nuevas patentes. Eso es algo que las tecnológicas llevan en su ADN, ya que un nuevo desarrollo podría representar el liderazgo o la supervivencia en uno de los negocios más dinámicos y competitivos.
Vic comenta que la industria aeroespacial “es un sector que viene desarrollándose en todo el mundo”, sobre todo en el negocio de los nanosatélites. “Como son de bajo costo, una empresa puede construir su propia constelación de nanosatélites para armar redes de comunicaciones privadas. Este es un cambio muy grande y la Argentina tiene que ser parte de esto”, señaló el emprendedor.
El citado ranking de la OMPI señala que, a nivel global, el sector privado no dejó de invertir a pesar de la pandemia. Las áreas de innovación de las empresas incrementaron sus desembolsos un 10% durante el año 2021, lo que representa un alza de 3,3% respecto de 2020. En ese mismo informe señala que los sectores con más inversión son los vinculados al hardware y equipos eléctricos de TIC, los servicios de software, los productos farmacéuticos y la biotecnología; y también a la construcción y la generación de metales industriales.
Según el Banco Mundial, la inversión en investigación y desarrollo alcanzó en 2020 el 2,63% del PBI del mundo. En la Argentina representa apenas el 0,53% y más de dos terceras partes son recursos públicos. Los países que lideran son Israel (5,44%), Corea del Sur (4,81%), Estados Unidos (3,45%), Japón (3,26%) y Alemania (3,14%).
Zanoni destaca la importancia del aporte del Estado para favorecer la investigación científica y tecnológica. “Como hizo Israel, tiene que crear las condiciones para que los privados puedan invertir”, explica. “La Argentina tiene talento, tierras, recursos naturales, tenemos capacidad de adaptación y de innovación. El tema es que todo eso hay que organizarlo desde la política”, enumeró.
La OMPI identificó dos futuras olas de inversión que serán tendencia entre las empresas. En primer lugar, pronosticaron mayores desembolsos en profundizar el desarrollo de la era digital y la supercomputación. Pero también advirtieron sobre la tendencia a invertir en las ciencias profundas y duras, es decir, la biotecnología, la nanotecnología y el desarrollo de nuevos materiales.
Hay datos auspiciosos: la Encuesta sobre Investigación y Desarrollo (ESID) del sector empresario argentino, elaborada por la Dirección Nacional de Información Científica del MINCyT, en la Argentina la inversión en investigación y desarrollo está creciendo . Entre 2016 y 2020 los desembolsos en ese rubro aumentaron un 75%.
“Todas las empresas destinan parte de sus ingresos a investigación y desarrollo para mejorar los productos y también los procesos productivos, para optimizarlos, para capacitar al personal. Eso se traduce en beneficios, como reducir el consumo energético. Antes, los acondicionadores de aire tenían una graduación alta y ahora casi todos son de bajo consumo”, ejemplificó Vainman.
En proporción, los expertos destacan la vocación emprendedora de los argentinos y su capacidad innovadora. Argumentan que en el país surgieron hasta el momento 12 unicornios, tal como se conocen a las empresas que logran superar una valuación de US$1.000 millones. Las más conocidas son Mercado Libre, Globant, Despegar y OLX. El año pasado 6 startups ingresaron a ese exclusivo club, entre ellas Ualá y Tiendanube.
“La vedette de la industria aeroespacial son las comunicaciones. Los costos de esos servicios bajaron”, dice Vic, en alusión a los microsatélites que pesan apenas 1 kilo y se ponen en órbita para ofrecer datos para la siembra de precisión, por ejemplo.