El proyecto “Promoción de dietas saludables, sostenibles e incluyentes en la Península de Yucatán” ganó el premio nacional Alsea 2022, con el que se podrá realizar una investigación y desarrollar una estrategia de comunicación para lograr un cambio social y conductual que permita fomentar el uso de especies vegetales subutilizadas en la región.
Así lo dio a conocer el doctor Emilio Martínez de Velasco Aguirre, director del Laboratorio de Innovación Colaborativa (Linnco) de la Universidad Anáhuac Mayab, quien es parte del proyecto junto con Aliza Mizrahi Perkulis, integrante fundadora y directora de Slow Food Capítulo Yucatán; Horacio Torres de Ita, director general del colectivo El Torito; Jorge Carlos Ruiz Ruiz, profesor investigador en la Escuela de Nutrición de la Anáhuac Mayab, y Darling del Carmen Castillo Cruz, profesora y coordinadora académica de la Licenciatura en Nutrición.
Ganar la primera edición del premio Alsea les reportará 150 mil dólares para el desarrollo del proyecto, en el cual el equipo ha trabajado desde hace año y medio.
La idea del proyecto, indicó Emilio Martínez, surgió en un evento al que convocaron el año pasado junto con el Ayuntamiento, en el que se establecieron diálogos sobre cómo lograr un sistema alimentario sostenible.
En el evento participaron numerosos sectores relacionados con el tema, desde pequeños productores hasta empresas del ramo de los alimentos, académicos, chefs y representantes del gobierno. Ahí surgió el reto de buscar una forma creativa de promover la diversidad alimentaria de Yucatán.
De nuevo en la mesa
El objetivo es que vuelvan a ser parte de la mesa las hortalizas, los tubérculos y las leguminosas, ingredientes de las tradiciones culinarias locales y cuyo consumo se está perdiendo porque la gente no conoce sus propiedades, la forma de consumirlas ni sus beneficios.
Algunos productos locales son especies vegetales subutilizadas porque las personas no las consumen en la cantidad que se debería, ya que en muchos casos no las conocen, pero “son los tesoros ocultos para combatir el hambre, la malnutrición y contribuir a ser más sostenibles, resilientes e incluyentes”, aseguró Martínez de Velasco Aguirre.
Resaltó que muchas de esas especies tienen propiedades nutricionales, sin embargo la falta de conocimiento y, a veces, una asociación negativa con la pobreza hacen que no se consuman.
Algunas de esas especies son el caimito, el poch, el saramuyo, el taúch o zapote negro y la lenteja de milpa, que casi no se encuentra.
Al no consumirse, estos alimentos corren el riesgo de extinguirse, advirtió Aliza Mizrahi, pues los pequeños productores se cuestionan para qué sembrar más si nadie se los compra. Al perderse se pierde también un valor biológico, cultural, nutritivo y de identidad.
Añadió que el consumo de almendra y la “leche” hecha con ella está muy de moda, cuando en Yucatán se tiene la pepita de calabaza, que ofrece el mismo aporte proteico que una almendra.
Además, al ser producida en estas tierras, la pepita no deja huella de carbono y probablemente no requiere de agroquímicos porque es un producto de la milpa. “Hay que valorar lo que tenemos aquí”.
Paola Garza, coordinadora de proyectos de Linnco, manifestó que la chaya, por ejemplo, tiene el doble de proteína y el triple de fibra que la espinaca, pero solo se le da ciertos usos, y si se le conociera mejor se le valoraría más.
Horacio Torres destacó la labor de Slow Food, un movimiento que nació en Italia y se extendió al mundo. Está enfocado en proteger y promover alimentos nativos que se han adaptado a las comunidades y que contribuyen a tener una alimentación buena, limpia y justa.
La experiencia que han acumulado en estos años es con lo que contribuyen al proyecto para identificar, caracterizar y priorizar las especies comestibles que pueden aportar salud.
El objetivo es que a partir de la información recopilada se cree una estrategia de comunicación con la cual la población entienda el potencial de las especies subutilizadas en tres dimensiones: la nutricional, la contribución a la sostenibilidad y el desarrollo de un proyecto incluyente, con el que se apoyará a pequeños productores para fomentar esas especies.— IRIS CEBALLOS ALVARADO