Naiquen “Mumi” Nardone emprende un fuerte activismo por los derechos de los animales. Fundamentalmente, y tras un proceso de introspección e información, lo hace desde la base del veganismo. Esta forma de vivir –que restringe el consumo de productos y alimentos que impliquen tortura o muerte animal- está en crecimiento en San Nicolás. “Haberme informado sobre las realidades que viven a diario hizo que tome la decisión de no formar más parte de ese sufrimiento”, señaló la nicoleña.
Carolina Mitriani
redaccion@diarioelnorte.com.ar
Voicot, la mayor red de activistas contra el maltrato animal de Argentina, resulta un faro para quienes se proponen emprender un camino en ese sentido. “Creer que los demás animales son cosas que se usan en beneficio de nuestra especie solo puede erigirse sobre bases de violencia. No hay uso sin sometimiento, sin vulneración de derechos”, remarcan en la organización, asegurando que “la normalización de la explotación animal es un constructo social que nada tiene que ver con las leyes de la naturaleza de la cual somos parte. Enseñar a someter, también es enseñar a ser violento”.
Dentro de las principales líneas que polarizan con la modalidad expandida en la supremacía de la raza humana se encuentra la alimentación. El veganismo, que propone no consumir alimentos a base de muerte o explotación animal, encuentra cada vez más adhesión. San Nicolás no es la excepción, aunque el impacto recién comienza a plantearse con fuerza y un mayor alcance. Sin embargo, los prejuicios en la sociedad continúan formando parte del menú.
Primera persona
Naiquen “Mumi” Nardone compartió con EL NORTE su experiencia personal en el ingreso al veganismo, lo que se transformó en su forma de vida: “Decidí ser vegana gracias a una activista, las redes sociales y documentales que mostraban cómo las grandes industrias explotan a los animales, los esclavizan y abusan de ellos para el consumo humano. Si bien siempre sentí un respeto particular hacia los animales no humanos, haberme informado sobre las realidades que viven a diario hizo que tome la decisión de no formar más parte de ese sufrimiento”.
Como suele suceder en quienes emprenden este camino, sus comienzos tuvieron una transición en el vegetarianismo, que contempla no consumir carne. “Si bien el veganismo no es una dieta, es una postura ética que rechaza todo tipo de explotación animal, respecto a la alimentación fui dejando de consumir derivados de a poco, hasta que comprendí que siendo vegetariana y consumiendo derivados de animales, causaba el mismo impacto que si no lo fuera”, detalló Mumi. Los derivados de animales incluyen todo aquello que explota animales en su proceso: huevos, lácteos, industria de la moda con lana pura, cuero, seda, etc.
Batalla cultural
En un país como Argentina, donde el consumo de carne está instalado dentro de las costumbres, tradiciones y hasta maneras de señalar un status, la expresión del veganismo trae consigo prejuicios y luchas que atraviesan a sus activistas. “A diario enfrento prejuicios de las personas. En reuniones sociales generalmente cuando surge el tema de que no consumo animales ese momento se presta para recibir opiniones negativas y desinformadas”, contó Naiquen.
Pese a que muchas veces el terreno se torna hostil, quienes deciden esta forma de alimentación y vida comprenden que generalmente los juicios son a partir de la desinformación. Muchos de esos prejuicios son presentados de manera hiriente y poco empática hacia la decisión del respeto hacia los animales que toman los veganos. “Se torna difícil muchas veces el intercambio con las personas, pero hay que entender que en esas conversaciones también se hace activismo y que yo también estuve de ese lado tiempo atrás. Informar es la clave para que podamos alzar la voz por quienes lo necesitan”, reconoce la nicoleña.
Todo cambia
Naiquen identifica que su día a día se vio modificado por completo desde que decidió el cambio hacia el veganismo: “Fue un golpe de realidad muy duro haber abierto los ojos ante semejante dolor que experimentan los animales a diario. Siento que fue un viaje de ida, ya que me derivó a muchos interrogantes a los cuales todavía les sigo buscando respuestas”. No pasa solamente por una decisión alimentaria, sino que “uno comienza a cuestionarse absolutamente todo: las creencias, la cultura, de dónde viene lo que se encuentra en nuestro plato y las decisiones que tomamos día a día. Sin dudas no fue sencillo dar el primer paso, pero agradezco haberlo dado”.
Comunidad local
San Nicolás cuenta, sobre todo desde el aumento de comercios autosustentables en etapa de restricciones de pandemia, con un mayor abanico para quienes eligen la alimentación sin carne. “Actualmente aumentó la oferta de productos y emprendimientos que ofrecen productos veganos en la ciudad. De todos modos, es simple para gran parte de la población, ya que el acceso a lo fundamental (como cereales, legumbres, frutas y verduras) es lo básico con lo que nos alimentamos a diario”, detalla Nardone.
También se ha expandido la atención de profesionales de la nutrición que acompañan esta expresión de alimentación de manera empática, dado que no muy atrás en el tiempo las personas vegetarianas o veganas eran expuestas a violencia en muchos de esos consultorios, que no contaban con suficiente información y empatía. En su caso particular, suelen requerir refuerzos de nutrientes que en general se adquieren en alimentos de origen animal; esto no quiere decir que sea obligatorio consumirlos, sino que debe conocerse el método de combinación de otros ingredientes para mantener el equilibro nutricional.
Naiquen identifica que a nivel local la comunidad vegana conoce que existen muchos más nutricionistas que “hoy en día tienen una postura ética vegana o trabajan basándose en alimentaciones basadas en plantas. Si bien todas las personas -sean veganas o no- deberían consultar frecuentemente nutricionistas o hacerse chequeos médicos generales, hay que hacer lo posible para informarnos y llevar una alimentación completa y variada nutricionalmente”.
Esto permite una alimentación más consciente, en la que la comunidad comparte la experiencia de conocer nuevos sabores, texturas y recetas. “Sin dudas, se amplió mucho más la variedad de alimentos que consumo desde que incursiono en la alimentación basada en plantas”, aseguró la nicoleña a este medio.
Equipo
Las redes sociales son sin duda un espacio clave para la masificación de esta forma de vida. “Nos permiten informar y tener un alcance que a veces no logramos imaginar respecto a quienes nos leen. Son una herramienta muy poderosa y creo que hay que aprender a darles un buen uso. Gracias a ellas conocí muchas personas que activan por los derechos de los animales, de diferentes formas y es muy gratificante encontrarse con quienes apoyan las mismas ideologías”, agradece “Mumi”.
Este cambio también impacta fuerte en las infancias que acceden en redes a la información y comienzan a cuestionarse desde pequeños las costumbres. En su experiencia, la nicoleña activista valora que en este adentrarse al veganismo comprendió “que todo es una construcción social y cultural, que nos enseñan desde chicos a amar a unos y a alimentarnos de otros pero que cada día somos más las personas que eligen el camino del veganismo y activismo por los derechos de los animales”.