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Si tuviéramos que hacer un listado con todos los beneficios de la actividad física nos tiraríamos un buen rato. Porque sí, hacer deporte es una de las mejores formas de cuidarse tanto física como mentalmente. Además de moverte para mantenerte en forma, el deporte puede influir positivamente en tu salud mental e incluso mejorar tu autoestima. Y eso por no hablar de los beneficios que tiene en el tratamiento de enfermedades.
La actividad física actúa como una vía de escape, tiene muchos beneficios y puede mejorar la calidad de vida de los pacientes así como las tratamientos, haciendo que se hagan mucho más llevaderos. Además, hacer deporte también puede ayudar a prevenir muchas enfermedades.
Por eso, con motivo del día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, nos hemos puesto en contacto con la fundación ‘CRIS contra el cáncer’ y su grupo de profesionales para saber más sobre el tema y poder contaros todos los beneficios que el deporte tiene en el tratamiento de esta enfermedad y como puede ayudar a prevenirla. Esto es lo que nos han contado.
¿Qué beneficios tiene el deporte en el tratamiento de esta enfermedad?
Quizá esta sea la pregunta que ronde tu cabeza en estos momentos. Pues bien, según el asesor científico “deporte y cáncer” de ‘CRIS contra el cáncer’, Mario Redondo, el ejercicio ayuda a:
- Mantener la calidad de vida de las pacientes
- Mejorar la tolerancia y respuesta a los tratamientos
- Disminuir el riesgo de recurrencia de la enfermedad
- Aumentar la supervivencia
“De hecho, tenemos datos de que las pacientes con menor cantidad de masa y fuerza muscular sobrellevan peor los tratamientos, desarrollan más complicaciones o toxicidades y viven menos. Lo que se ha visto en la literatura científica es que las personas que poseen mejor condición física toleran mejor las terapias y sufren menos secuelas, tiempo de hospitalización, se recuperan antes de las cirugías y poseen un mejor ratio de conversión de las terapias”, dice Redondo.
Y no es algo que solo se haya comprobado en humanos; se han observado los mismos resultados en animales, tal y como indica el asesor científico: “En modelos de laboratorio también se ha podido comprobar que los animales que hacen ejercicio experimentan mejores respuestas a la quimioterapia, y una mejora de la función del sistema inmunitario. Es por esto que podríamos decir que sí, el ejercicio ayuda a mejorar y acelerar el proceso de curación además evitar secuelas futuras“.
¿Qué actividades o deportes se recomiendan?
Aunque el deporte siempre va a tener un impacto positivo en este enfermedad, no todas las actividades son igual de efectivas. En este caso, Redondo recomienda un tipo de entrenamiento en concreto: “Cualquier actividad por poca que sea será beneficiosa, pero si pudiéramos elegir o tener que ser eficientes en nuestros esfuerzos, el trabajo de fuerza, entiéndase por las pesas, barras, máquinas o algún tipo de resistencia adaptada al nivel del usuario sería lo óptimo“.
“El músculo esquelético compone al menos el 40% de nuestro cuerpo en personas inactivas físicamente, siendo mucho mayor en personas activas. Este es una fuente de salud. Por ello, cualquier intervención de ejercicio que preserve la masa y fuerza muscular durante el cáncer va a ser de primera prioridad debido a que permitirá reducir la toxicidad de los tratamientos, mejorar la calidad de vida y aumentar la supervivencia”, añade.
Incluso a la hora de compararlo con el trabajo cardiovascular, el trabajo de fuerza es superior en muchos aspectos como, por ejemplo, protegiendo los huesos ante una supresión hormonal en cánceres hormonodependientes.
¿Cuántos días a la semana es recomendable entrenar?
“Los diversos organismos mundiales cómo el Colegio Americano de Medicina Deportiva o la Asociación Americana de Cáncer recomiendan al menos 150 minutos de moderada intensidad o 75 de vigorosa intensidad, añadiendo 2 o 3 días de entrenamiento de fuerza“, apunta Redondo.
Aunque, puede que no siempre se disponga del tiempo necesario para hacerlo. En ese caso, el experto recomienda incrementar la intensidad y seleccionar bien lo que se va a hacer para ser eficiente: “El objetivo es buscar la mínima dosis eficaz que es la mínima cantidad de ejercicio que debemos realizar para alcanzar los máximos beneficios. Es por ello que dada la relevancia en salud que está adquiriendo el músculo, si tenemos poco tiempo deberíamos dedicarle más atención, a la vez que nos mantenemos lo más activos posibles“.
¿Cómo afecta esta enfermedad a la hora de entrenar?
Según Redondo, lo más complicado suelen ser las cirugías y las complicaciones derivadas de estas: “No todas las pacientes se recuperan de la misma manera a nivel de cicatrización y movilidad. En relación a las terapias sistémicas cómo la quimioterapia, la fatiga y los dolores pueden dificultar el hecho de hacer ejercicio”.
Aunque asegura que no es una excusa, pues la mejor estrategia para solventar la fatiga relacionada con el cáncer no es el reposo sino todo lo contrario, el movimiento y la terapia psicológica. “En relación al dolor, que suele ser un efecto adverso muy común al suprimir las hormonas, sabemos que el ejercicio también tiene la capacidad de mitigar éste en un 30% frente a las personas que no realizan ejercicio”, dice.
¿Hacer deporte disminuye las probabilidades de sufrir cáncer de mama?
“Desde CRIS contra el cáncer podemos afirmar que existen evidencias científicas para poder afirmarlo. Efectivamente la práctica de ejercicio físico regular ha demostrado reducir la incidencia de cáncer en torno a un 30% en aquellas mujeres que no lo hayan pasado y en un 40% en mujeres que han superado un cáncer de mama”, asegura Redondo.
Y apunta al sedentarismo como uno de los factores de riesgo más importantes para padecer enfermedades crónicas, entre las cuales destaca el cáncer: “De alguna manera favorece la obesidad y un entorno metabólico propicio para que pueda llegar a desarrollarse la enfermedad. Por ello, diversos organismos proponen romper el sedentarismo y recomiendan un mínimo de minutos de actividad física a la semana como son los famosos 150 minutos de moderada intensidad o 75 minutos de vigorosa intensidad”.
Eso sí, no sólo es importante la cantidad de ejercicio físico, sino también su calidad (escoger aquellas actividades que aportan el mayor beneficio).
¿Se recomienda alguna ropa específica para entrenar tras superar la enfermedad?
Redondo dice que, por lo general, no es necesario: “Realmente no debería haber limitaciones en cuanto a la ropa, ya que el objetivo es recuperar la funcionalidad y normalidad evitando fragilizar a las pacientes”.
Aunque hay excepciones. “Si es verdad que en ciertas pacientes con linfedema o mangas compresivas o cirugías deberían evitar ropa excesivamente apretada o que moleste o entorpezca el entrenamiento, a pesar de que las medidas compresivas, cómo vendajes hechos por un profesional pueden ayudar a prevenir el linfedema y revertirlo en personas con factores de riesgo”, concluye Redondo.
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