“Sus declaraciones quizás confunden un poco”, dijo la exmandataria, quien viajó a Washington para verificar la viabilidad de una candidatura suya, el factor que Chaves señaló como determinante para postular o no a su adversaria política. Pilar Cisneros evita dar su opinión sobre ella y alaba a la competidora mexicana.
Esto nunca estuvo en planes, pero los cauces políticos llevaron a la expresidenta Laura Chinchilla y al mandatario Rodrigo Chaves a sentarse a conversar un viernes por la noche.
No fue para nada un encuentro social ni de amigos, fue un contacto obligado por los sucesos políticos de carácter internacional, la reactivación del nombre de Chinchilla como posible candidata para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y las señales de apertura que se esperan de un mandatario ante adversarios, a regañadientes o no.
De ahí, la fotografía de Chinchilla dándose la mano con Chaves, blanco de las críticas desde tiempos de la campaña electoral, pero clave para las aspiraciones de ella de ascender a un cargo internacional que ninguna otra mujer ni nadie de Centroamérica ha ocupado antes.
Por eso, la diplomacia de Chaves contrasta con el discurso político que lo hizo ganador en abril con mensajes de choque contra el Partido Liberación Nacional (PLN) y sus gobiernos, pero también con indirectas desde la silla de gobernante por los cuestionamientos que la exmandataria le ha dirigido, por ejemplo, en el apoyo de una candidatura orteguista para dirigir la Secretaría del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) o en aquella decisión de junio de cerrar el Parque Viva, señalada como una acción contra la libertad de prensa del diario La Nación.
Dos frases de Pilar Cisneros: Sobre Laura Chinchilla: “mi apoyo es irrelevante e improcedente. Ni suma, ni resta”. Sobre Alicia Bárcena (candidata de México): “Tiene amplia experiencia en organismos como la ONU. Aunque es bióloga de profesión, tiene cursos en economía y administración de la Universidad de Harvard y un buen ambiente internacional como una negociadora nata”.
Omitiendo antecedentes y bajo la idea de un “tema país”, banderas aparte, ambos dijeron coincidir en la necesidad de explorar las posibilidades de triunfo de Chinchilla, mediante conversaciones con actores internacionales, gobernantes, ministros de finanzas y otros cargos de influencia sobre el organismo que tienen tanto componente financiero como político, marcada también por el peso de Estados Unidos y de países pesados como China o las economías grandes de América Latina, o por naciones con visión propia como las caribeñas.
Chinchilla salió de ese encuentro con un mensaje ambivalente: por un lado, que Chaves no cerrara la puerta a la posibilidad de presentarla oficialmente como candidata del Gobierno de Costa Rica; por el otro, que expresara que solo lo haría si ve segura la victoria, algo casi imposible considerando los numerosos factores que entran en juego en una elección “muy compleja”, como reconoció él mismo.
“Voy a darle pensamiento”, dijo el presidente en la declaración emitida sin acceso a periodistas. Ello significa llamadas internacionales con países socios de Costa Rica y otros actores, como afirmó, pero también consideraciones políticas de índole interna, como señalaron analistas consultados para esta publicación. ¿Cómo puede ser que el gobierno construido sobre el malestar popular contra los partidos tradicionales promueva ahora a una de esas gobernantes de partido tradicional?
Una adversaria asoma
Laura Chinchilla representa mucho de eso que rechaza la población más leal a Rodrigo Chaves, no solo porque fue gobernante y figura del PLN, sino por su agenda internacional de posiciones demócratas que la lleva a denunciar lo que considera amenazas a los sistemas democráticos, de lo cual no ha quedado excluido el gobierno actual.
Pero el asunto va más allá, no se trata solo del rechazo popular a la política tradicional, sino de la larga historia de críticas, cuestionamientos o choques de la exmandataria con figuras relevantes para el gobierno de Rodrigo Chaves, como la diputada Pilar Cisneros.
Este Semanario consultó sobre esa eventual postulación a Cisneros, quien en su faceta de periodista de televisión dirigió duras críticas al gobierno de la entonces mandataria Chinchilla, quien aún en tiempos recientes ha publicado mensajes indirectos en redes sociales. La legisladora evitó decir si la apoya o no: “mi apoyo es irrelevante e improcedente. Ni suma, ni resta”, dijo después de advertir que las opción de triunfo de Chinchilla “mucho dependerá del lobby que haga la misma Laura Chichilla para convencer a los socios”.
En cambio, tuvo palabras más generosas para Alicia Bárcena, la mexicana propuesta por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para presidir el BID. “Tiene amplia experiencia en organismos como la ONU. Aunque es bióloga de profesión, tiene cursos en economía y administración de la Universidad de Harvard y un buen ambiente internacional como una negociadora nata”, expresó Cisneros sobre la exsecretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Bárcena es hasta ahora la única candidata confirmada, pese a menciones que se han hecho sobre la expresidenta chilena Michelle Bachelet y otra postulación desde los países del Caribe. El anunció lo hizo el 29 de septiembre el propio mandatario López Obrador, mientras en el resto del continente ven cómo en Costa Rica cunden las dudas, como reconoció Chinchilla en una entrevista publicada el martes en La Nación: “sus declaraciones quizás confunden un poco”, aunque admitiendo que es usual la fase de consultas previas a manera de “precampaña” antes de finalmente anunciar una candidatura de este tipo.
Titubeos contrarreloj
Los obstáculos son varios, pero uno de ellos es el tiempo. La inscripción de candidaturas ya está abierta y la elección deberá realizarse en la última semana de noviembre. No hay tiempo de sobra y los días que tarde la fase de exploración anunciada por Chaves podría jugar en contra de la viabilidad de esa postulación, pues otros países observan que no hay aún una decisión interna en Costa Rica.
“Es claro que otros Gobiernos ven un panorama confuso y eso dificulta que puedan materializar un respaldo. No puede uno afirmar que sea una estrategia para evitar oficializar la candidatura, pero es evidente que no hay convicción del Gobierno sobre esa postulación”, comentó Sergio Araya, politólogo de la sede local de la Fundación Konrad Adenauer.
“Las variables internacionales podrían ser una excusa, salir diciendo que no tiene los votos necesarios, tratando de evitar daños colaterales internos de sectores que apoyan al Gobierno y que podrían considerarlo como una traición”, agregó Araya como uno de los elementos que pueden jugar en la balanza.
Entre las consideraciones de Chaves y su equipo más cercano debe estar también la facultad que tienen otros países de presentar la postulación de Chinchilla, considerando el ambiente aparentemente favorable que ella recibe en ciertos sectores. Esto lo advierten numerosas publicaciones internacionales al señalar a la exmandataria costarricense como uno de los rostros posibles, sobre todo después de la campaña que ya desarrolló en 2019, cuando el gobierno de Carlos Alvarado la postuló para ese mismo puesto, hasta que la administración de Donald Trump impuso a Mauricio Claver-Carone, quien ganó y fue destituido este septiembre, ya sin ningún apoyo de parte de la Casa Blanca bajo un gobierno demócrata.
“En caso de que no la proponga Costa Rica, sino otro gobierno, y de que ella resulte electa, sería un bochorno internacional”, dijo la diputada Daniela Rojas, jefa de bancada de la Unidad Social Cristiana (PUSC) y una de las figuras políticas ajenas al PLN que se han sumado a pedir la postulación formal de Chinchilla.
El PLN, al que Chinchilla renunció en agosto con fuertes críticas a la manera como ha gestionado la derrota en las elecciones presidenciales de abril contra Rodrigo Chaves, apoya a la expresidenta como si aún fuera de las suyas. Pese a la fragmentación típica de su bancada legislativa, la posición en favor de la postulación de Chinchilla es una línea común, incluso con el decidido apoyo de Rodrigo Arias, presidente de la Asamblea Legislativa, quien no ha sido necesariamente cercano a la expresidenta.