Las prácticas (delitos) habituales de empresarios o dueños de actividades comerciales en la Argentina –tener empleados en negro, contrabandear mercaderías, prestar un servicio que no se condice con el declarado– ya ocurren en un rubro novedoso: las granjas de minería de criptomonedas. Un fenómeno que, en palabras de los propios agentes recaudadores, se convirtió en la nueva matriz de riesgo del Tesoro nacional.
En el último mes, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) realizó los primeros operativos en granjas clandestinas de criptomonedas de toda su historia. El allanamiento inaugural ocurrió en la ciudad de San Juan, cuando los inspectores descubrieron equipos de minería ocultos dentro de una cámara equipada para refrigeración de frutas, o al menos eso era lo que pretendía aparentar. Al evasor también le encontraron una billetera virtual para la comercialización de las monedas virtuales. Después siguieron procedimientos en granjas clandestinas de Córdoba y Esperanza, en Santa Fe. Pero, ¿de qué se trata esta actividad ilegal que se expande por todo el país?
«La minería es el nombre que se le da a la actividad de validar transacciones de distintas criptomonedas, y básicamente consiste en resolver un acertijo matemático hipercomplejo que sólo se puede hacer a través de iteración y fuerza computacional. El minero que responda primero a ese acertijo se lleva de recompensa la criptomoneda en cuestión», explica Ignacio Carballo, docente, investigador y head of crypto & alternative finance en Americas Market Intelligence.
«Esta actividad –continúa– consume mucho recurso energético porque a medida que se va aportando más fuerza a la red e ingresan computadores más potentes, el acertijo se vuelve más complejo. Más difícil el acertijo, más energía se necesita».
Ese consumo eléctrico exagerado es, justamente, uno de los rastros más firmes que lleva a los investigadores a detectar la actividad ilegal. «Así comienza un cruce de información con las bases de datos y, por ejemplo, puede surgir que en los últimos meses la misma persona ha importado algunos de los hardware que suelen usarse para la minería de criptomonedas. Con esos datos ya es válido proceder con la fiscalización en el lugar», explica un experimentado agente.
Boom
A medida que el fenómeno «cripto» fue evolucionando y el mercado se volvió más competitivo, la granja se hizo tendencia. «Puede ser un hangar, un local o un galpón lleno de computadoras que están 24 por siete por 365 minando, es decir, están participando en red para resolver este acertijo matemático. Como hoy existen granjas, ni vos ni yo podemos competir contra esa fuerza computacional a través de nuestras computadoras. ¿Qué podemos hacer?: unirnos a un pool de minería. En definitiva, lo que se busca es armar conjuntos de computadoras que generen ganancias con criptomonedas aportando fuerza a la red y validación», dice Carballo.
En la Argentina no es un negocio ilegal por la simple razón de no estar sujeto a ninguna norma. El ilícito se comete cuando se utilizan servidores y todo el hardware minero en un establecimiento declarado para otra actividad: una pantalla. «La minería de criptomonedas es una actividad económica como cualquier otra. Alguien podría decir que no sabía que era ilegal minarlas en el garaje y yo lo podría creer. Lo que no es aceptable es ingresar una placa de video de contrabando, no declarar los activos que generás, tener a pibes trabajando en negro. Aunque sea una actividad novedosa, los delitos que se cometen están todos tipificados y son conocidos. Para nosotros es lo mismo una granja de criptomonedas, un maxiquiosco o un taller textil clandestino. Si caemos y encontramos irregularidades, damos intervención a la justicia. Por el momento no ha habido detenidos, pero sí varias denuncias penales», detalla el agente.
Desde la AFIP insisten en que desde el arribo de Carlos Castagneto a la dirección del organismo, «se modificó la matriz de riesgo» y la lupa recayó sobre el negocio de moda. «Los empresarios –concluye la fuente– tienen que pagar sus impuestos y desarrollar su actividad de manera legal. Nosotros no queremos meter preso a nadie, sino recaudar para que el Tesoro pueda llevar adelante las políticas públicas que necesitamos. Si eso fuera poco, los controles a las granjas de criptomonedas nos permiten, además, combatir el excesivo consumo eléctrico en un momento en que el país necesita cuidar todos sus recursos». «
Ya son furor en Argentina
La cripto es una moneda virtual que permite el intercambio y la inversión, por medio de un cifrado y descifrado de claves, sin la presencia de los agentes económicos ni el Estado ni los Bancos Centrales. Su mundo es el de los algoritmos y el protocolo blockchain y captan la atención de anarcocapitalistas, tribus libertarias, amantes de la «innovación tecnológica» y ortodoxos «bitcoiners».
Al menos con las criptomonedas, aquello de «el futuro llegó hace rato» se cumplió. Argentina, según un informe realizado por la empresa estadounidense de análisis Chainalysis, ya escaló al puesto 10 a nivel mundial en adopción de monedas virtuales, y ya es usada incluso en sectores públicos: en agosto Mendoza se convirtió en la primera provincia en aceptarla para el pago de impuestos.
La atracción de las criptomonedas se debe a que somos un país «con una clara tendencia a la sobrerregulación, sumada a las restricciones impuestas a las transacciones e inversiones en divisas y una falta clara de alternativas de inversión, especialmente en el caso de pequeños ahorristas».
Desde una mirada etaria, el 44% de las y los argentinos que poseen criptomonedas son millennials (nacidos en los años ’80), un 30% pertenecen a la generación X (nacidos entre 1965 y 1980) y un 23% son centennials (nacidos entre los años 1996 y 2012).
Otro dato del informe es que si bien la mayor participación se da en segmentos altos (ABC1), donde llega al 40%, la adopción de criptomonedas «resulta destacable en niveles bajos (D), llegando al orden del 30%». O sea, ya dejó de ser una cosa de ricos.
«Generar criptomonedas no es ilegal, lo que se busca es regular la actividad»
Generar criptomonedas no es ilegal. Lo que se busca en Argentina es regular la actividad, o sea que tribute impuestos, por ejemplo, y que de alguna manera para poder armar una granja se deban seguir un protocolo como para cualquier actividad. El tema es que la adquisición de los equipos es cara. Si un monotributista compra el equipamiento y luego obtiene ganancias sin declarar es ahí donde está el problema. Todo es importado.
Las granjas son algo que se viene dando hace ya varios años. En Argentina es una forma más reciente de minar cripto en forma colaborativa y mas rápido. Granja se refiere a tener en un mismo lugar varias placas de video trabajando en forma simultánea. Las placas de video serían como las ovejas La diferencia con la minería convencional es que acá solo es necesario la PC y únicamente da ganancia según el trabajo de su propio recurso, en cambio las granjas poseen un servidor donde todo resultado del procesamiento de cada placa está centralizado.
Las granjas son físicas, son instalaciones que deben estar bien refrigeradas. Cualquiera con la capacidad económica para armarlas lo puede hacer. El procedimiento de insertado en el negocio es medianamente fácil. Pero una cosa es regular la criptomoneda y otra cosa es regular la actividad de minado
El minado es la capacidad de generar nuevos bloques dentro de la red de Bitcoin. O sea, la red se mantiene por los nuevos bloques, que la hacen segura y actualizada. Las placas de video brindan poder de cómputo para que los bloques se creen en el menor tiempo posible. Al insertar bloques nuevos la red crece y brinda fluctuación en el mercado general.
El consumo eléctrico es una de las variables para detectar granjas. Si yo tengo una panadería que gasta 1000 pesos de luz y de repente se nota un incremento del 100%, algo raro hay. La panadería está declarada como panadería pero la actividad que hace es otra.
El mercado de las criptomonedas, claramente, es un ecosistema en crecimiento. Netamente se basa en la oferta y la demanda, más allá del negocio puntual que se puedan realizar con ellas. En este sentido cumple un rol fundamental la regulación quizás desde el punto de vista del control que debería de tener para que las criptomonedas no sean utilizadas como herramienta de financiamiento de posibles delitos. Incluso el entorno del delito también alcanza al ciberespacio y hay que poner énfasis en este último punto porque las criptomonedas dan un contexto de anonimato. Según la que se utilicen son difíciles de rastrear.
Para tratar de entender cómo funciona el mundo de las criptomonedas dentro de un contexto de investigación es importante entender el alcance de su utilización, conocer el contexto del uso dentro de un cuadro determinado de situación. Por ejemplo el uso de las cripto son fácilmente utilizables para el delito de lavado de dinero y/o financiamiento de diferentes grupos, sean terroristas o de delitos cualquiera, y no solo por el poder de anonimato sino que el avance de formas fáciles de obtención de wallets hace posible su uso. Y por lo sencillo que es establecer centros de minado, granjas, para no solo derivar fondos y manipular sino también para producirlos, ya que sería un método «limpio» de generación de intereses, no pasaría por ninguna cuota de interés dentro del mercado legal. El desafío fundamental es la regulación. Pero todo conlleva peligro. Siempre hay que recordar que la tecnología no es mala, sino la intención de su uso.
Jorge Martín Vila, especialista en seguridad de la información y ciencia de datos. Cyber Intelligence Senior Analyst.