Kevin Ávila es uno de esos funcionarios del Ministerio para el Servicio Penitenciario que se la pasa pensando cómo espantar el ocio en las cárceles de Venezuela. Pero no solamente jugando dominó o metiendo el balón en un arco, sino enseñando a los presos a fabricar bloques, hornear pan, sembrar la tierra, hacer una chaqueta o criar cochinos de raza, entre otros oficios.
Es decir, cómo hacer que el privado de libertad no pierda su tiempo metido en una celda, pensando y repensando en el pecado cometido o en cómo regresar a esa sociedad que lo va a mirar con cara de “debería haber pena de muerte”.
Para pensar en todo eso, Kevin Ávila estudió entre 2004-2007 la carrera de Penitenciarista en el Instituto Universitario de Estudios Penitenciarios que funcionaba allí en El Paraíso donde quedaba La Planta, esa cárcel que vivió tragedias como la ocurrida en octubre de 1996 con 24 presos calcinados y que la entonces ministra Iris Varela clausuró en mayo de 2012.
Del Penitenciarismo saltó en 2007 a la Escuela de Trabajo Social en la Universidad Central de Venezuela, de donde lo expulsaron “por revoltoso” en 2011 y fue posteriormente reincorporado por decisión del Tribunal Supremo de Justicia. Esas horas de figuración pública le valieron la atención del entonces presidente Hugo Chávez, quien le levantó la mano en uno de esos actos de masa.
Sus estudios de penitenciarismo le sirvieron para fundar una organización no gubernamental dedicada al acompañamiento de los privados de libertad. Y después fue llamado para asumir las riendas del Instituto Autónomo Caja de Trabajo Penitenciario, ente fundado en 1953, es decir, 59 años antes de que naciera el actual ministerio del área.
El instituto está ubicado en el edificio Paris de La Candelaria, donde también funciona una oficina encargada de expedir ese documento que registra los antecedentes penales de una persona.
—¿En Venezuela existe una política penitenciaria?
—Sí. Es una política de transformación social, que si bien tiene bisagras con la política de acceso a la justicia, es una política fundamentalmente social. Es decir, después que el Poder Judicial toma alguna medida, por ejemplo una sentencia condenatoria, el sistema penitenciario comienza a actuar en el proceso de transformación de los privados (as) de libertad.
—¿Transformación para qué?
—El objetivo es evitar la reincidencia. La actividad penitenciaria busca prevenir el delito en tercer grado. Es decir, evitar que una persona que haya cometido una actividad delictiva, vuelva a cometerla. Evitar la reincidencia.
—¿Cómo se logra?
—Nosotros tenemos el 272 de la Carta Magna, que es el artículo matriz del sistema penitenciario, donde se obliga al Estado a crear un sistema que asegure la rehabilitación del interno.
—¿Único artículo constitucional que habla del sistema penitenciario?
—Está el artículo 103 que establece la garantía de la educación para las personas privadas de libertad. Entonces tenemos que la educación, el deporte, la recreación y el trabajo son elementos fundamentales para lograr esa transformación del privado de libertad.
—¿Todo eso se cumple actualmente en las cárceles de Venezuela?
—Todo. Pero ciertamente pudiera decirte que tenemos dificultades; no solo el sistema penitenciario. Recuérdese que nuestro país está sometido a medidas unilaterales coercitivas, nos enfrentamos a una pandemia y eso afecta de una u otra manera el funcionamiento de estas políticas penitenciarias.
—Entonces están trabajando a media máquina.
—Pese a ello, el sistema penitenciario no se ha detenido. Hoy en día, con la ministra Mirelys Contreras y todo el equipo que la acompañamos se viene desarrollando un trabajo bastante importante. También se ha contado con familiares de los privados de libertad y los propios privados de libertad, quienes han entendido, por ejemplo, la suspensión de visitas en tiempos de pandemia.
—Dijo que la educación es uno de los pilares de la política penitenciaria. ¿Los presos están cursando estudios actualmente?
—El Gobierno nacional ha desarrollado políticas educativas conocidas por todos a través de las Misiones Ribas, Sucre, entre otras. Pero también está el Inces, nosotros mismos como Instituto de Caja funcionamos mediante capacitaciones laborales. Aquellos privados de libertad que manifiestan querer estudiar, se les garantiza el cupo, todo esto como política de derechos humanos que mantiene el Gobierno.
—Eso en el caso de los que están tras las rejas. ¿Pero en el caso de quienes tienen arresto domiciliario? ¿cómo le garantizan ese derecho?
—En el caso de los arrestos domiciliarios es muy poquito el número, muy bajo. Nadie, absolutamente nadie, queda fuera de ese derecho a la educación.
—Hablando de los derechos humanos; ¿se respetan en las cárceles venezolanas?
—Creo que si hay algo palpable que la Revolución Bolivariana puede mostrar como grandes logros a la hora de garantizar derechos, es el sistema penitenciario con el respeto a los derechos humanos. Para nadie es un secreto que nosotros tuvimos un sistema penitenciario con una historia bastante oscura, sangrienta, donde la noticia fundamental eran motines y muertes.
—¿Eso quedó atrás?
—Fue una época terrible. Afortunadamente contamos con una visión muy apegada a los derechos humanos como la tuvo nuestro comandante Chávez y que hoy mantiene el presidente Nicolás Maduro, quienes se empeñaron en establecer un nuevo sistema penitenciario que garantiza, por ejemplo, el derecho a la vida, entre otros derechos.
—¿La vida está garantizada en las cárceles venezolanas?
—La proporción de muertes por violencia en nuestro sistema penitenciario bajó casi que un 400% en comparación con aquella época. El derecho a la vida es uno de los derechos fundamentales y eso se ha venido garantizando. Sabemos también que hay un principio de igualdad que nuestra ministra Mirelys Contreras siempre nos está recordando.
—¿Qué significa eso?
—Es concientizar que el privado de libertad solo ha perdido el derecho a estar caminando libre fuera de las rejas. Entonces debemos procurar las condiciones para que el privado de libertad mantenga su normalidad; es decir, sus otros derechos como el de la educación, el trabajo, a compartir con la familia, salud, bienestar, entre otros.
—Así no lo observan instancias internacionales como la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos, según informes.
—Lamentablemente hay organizaciones internacionales dedicadas al tema de los derechos humanos que tienen una posición sesgada. Pero, más allá de eso, tienen una posición comprada.
—¿Cómo es eso?
—Es decir, no es que esos organismos están engañados, no es que desconocen el tema, es que tienen la plena, total y completa intención de usar los elementos marcados en derechos humanos para intereses políticos de potencias internacionales. Pierden la esencia de defensa de derechos humanos.
—Es decir, ¿a esas organizaciones no les interesan los derechos humanos de los presos, por ejemplo?
—Terminan utilizando todo eso para enfrentar al gobierno y no realmente por un interés genuino de derechos humanos. Eso ha venido pasando con esas organizaciones, que hacen énfasis en elementos con poca solidez porque muchas veces usan como fuente el Twitter.
—Pero hemos observado que funcionarios son hechos presos por violación a derechos humanos en establecimientos penitenciarios, según los reportes de la Fiscalía basados en videos colgados en Twitter.
—Un funcionario policial, de manera aislada, pudiera violentar derechos humanos. Eso pasa aquí y en cualquier parte del mundo. ¿Cuál es la diferencia?; la voluntad política que tiene el Estado venezolano de combatir eso. Existe una voluntad política de castigar a ese funcionario.
—¿Qué hace el Ministerio Penitenciario para evitar que se le violen los derechos humanos a los presos?
—Nosotros tenemos una Dirección de Derechos Humanos con delegados que van al centro penitenciario e investigan los casos, revisan las denuncias. Se trabaja bajo la premisa de corregir y evitar esas desviaciones.
—¿Cómo ha sido la interacción con esos organismos internacionales que investigan violaciones a derechos humanos?
—La comunicación con ellos es bastante amplia. Organizaciones internacionales que manejan este tema se reúnen permanentemente con el ministerio, ellos buscan hacer algunas visitas. Tenemos por ejemplo el caso de la Cruz Roja que ha hecho algunas donaciones. No ha habido ni hay problema en que estas organizaciones puedan visitar de manera directa las cárceles.
—¿Lo han hecho?
—En el caso de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos, el presidente Nicolás Maduro le permitió que instalara una oficina en Venezuela. Se ha visto, de manera clara, que no estamos cerrados.
—¿Esa Oficina de Naciones Unidas le ha entregado informes al ministerio con recomendaciones?
—Ellos al final de cada jornada ofrecen una especie de conclusión con recomendaciones. Pero en los últimos años el sistema penitenciario venezolano no ha estado en el ojo del huracán como en otros países de la región.
—¿Cuál es la recomendación que más formulan estos organismos?
—El tema de la ampliación de las visitas. El tema de la comunicación telefónica de los privados de libertad con sus familiares. Se han venido tomando las medidas al respecto. También muestran preocupación por cómo emplean su tiempo los privados de libertad. Sabemos que el ocio es una de las principales amenazas que tienen los centros penitenciarios, pero todos los días se ha venido realizando un trabajo.
—¿Qué han hecho para evitar que el ocio corroa la vida del preso?
—La ministra Mirelys Contreras nos pidió una meta de 15 mil ocupados, tanto en estudio, formación laboral, trabajo. Estamos analizando los planes de manera que podamos alcanzar esa meta.
—Aprovechando el punto, le pregunto ¿qué funciones tiene el Instituto Caja de Trabajo Penitenciario?
—Antes quiero decir que me siento muy agradecido con la ministra y el presidente Nicolás Maduro de llevar la responsabilidad de este instituto, que es uno de los dos entes adscritos al Ministerio Penitenciario. El 26 de septiembre cumplimos 69 años.
—Fundado entonces durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez.
—Y así la gente lo recuerda. Ese trabajo que la gente comenta mucho de privados de libertad haciendo carreteras, puentes, escuelas, hospitales.
—¿De qué se ocupa el Instituto?
—Tenemos dos vértices: la formación laboral y la ocupación laboral de los privados de libertad. Actualmente tenemos 18 programas, de los cuales seis son los programas bandera.
—¿Cuáles son esos programas bandera?
—Los seis programas bandera del Instituto Caja de Trabajo son: carpintería, panadería, textilería, cría de animales, siembra y productos de limpieza.
—¿Por qué esos y no otros?
—Porque nosotros estamos buscando la manera de que este instituto genere con el propio trabajo, de la mano de obra de privados de libertad y actividades productivas, la arquitectura financiera para el sostenimiento y mantenimiento del sistema penitenciario. Nosotros podemos convertirnos en un sistema autosustentable.
—Y en la práctica, ¿cómo marchan esos seis programas bandera?
—Actualmente tenemos 14 panaderías reactivadas. Y de los 10 talleres textiles que tenemos, estamos industrializando dos: el del Instituto Nacional de Orientación Femenina, Los Teques y en Santa Ana del Táchira. Y a finales de octubre estaremos inaugurando nuestros dos primeros galpones de pollos de engorde de lo cual tenemos 10 mil animalitos en proceso de cría.
—¿Cómo van a expandir esos planes para lograr esa autosustentabilidad a la que usted alude?
—En los próximos días, nosotros pudiéramos estar incorporando la mano de obra penitenciaria en el plan escolar, tanto para la elaboración de uniformes como de mesas-sillas, junto con el Inces y el Ministerio de Educación. Estamos en reuniones preparativas.
—¿Cómo llevan a cabo ustedes el proceso de formación intramuros de los privados de libertad?
—El privado de libertad pasa por varios ejes. En el primero se trata de llevarlo a concebir un proyecto de vida. Después pasan a una parte formativa en diversas técnicas: convertirlos en panaderos, zapateros, carpinteros, herreros. Aquí tenemos la premisa de “más que hacer pan, hay que hacer panaderos”. Luego viene la etapa de formarlos en emprendedores. Es decir, qué va a hacer esa persona una vez salga de la cárcel.
—Y para esa etapa postpenitenciaria ¿qué se plantean?
—Allí es donde viene un segundo vértice que es el productivo y eso implica ocupar a los privados de libertad en nuestras panaderías, en nuestras carpinterías…pero además de eso, permitir la generación de recursos para la autosustentabilidad de nuestro sistema penitenciario, como lo he dicho antes.
—En la actualidad se está observando el nacimiento de muchos emprendimientos. De hecho el presidente Maduro le dado impulso a los emprendedores. ¿Los ex presos pudieran encaminarse en esos proyectos?
—A eso iba. Nosotros queremos incorporar un tercer vértice para que nuestros privados de libertad y ex presos sean absorbidos por la política de emprendimiento iniciada desde el Ejecutivo nacional. En resumen, planteamos que ese privado de libertad que cumplió condena y retorna a la sociedad se convierta en un emprendedor.
—¿Cuántos privados de libertad están actualmente incorporados a esas labores que usted ha descrito?
—Nosotros tenemos una capacidad instalada de unos 5.000 privados de libertad para cupos en nuestras actividades. Pero tenemos unas 1.200 personas privadas de libertad que están en talleres formándose o trabajando.
Al detal
- ”El servicio penitenciario es uno de los elementos más sólidos para mostrar los avances de la Revolución Bolivariana. Que no hemos llegado a la meta, cierto. Que falta mucho por recorrer, cierto, pero que se ha avanzado bastante, nadie lo puede negar”
- “Estamos desarrollando desde el Instituto Caja de Trabajo una especie de un programa de apoyo post-penitenciario. Es decir, crear espacios laborales para que una vez que estos privados de libertad salgan puedan incorporarse a espacios productivos”
- “Uno de esos espacios productivos destinados a darle chance a los ex privados de libertad son las dos panaderías Tagualas, término wuayú que significa hermanos. Hay una en la sede principal del Ministerio Penitenciario y otra acá en el Instituto Caja de Trabajo”
- “Ahorita acabamos de finalizar un proyecto especial que nos ha pedido la ministra Mirelys Contreras para la expansión de las panaderías Tagualas y crear unas 10 en Caracas. Estamos haciendo reuniones para conseguir los locales. Es un proyecto que ya está en el horno, hablando de panaderías”.