Sin duda alguna el desperdicio de alimentos se ha convertido en un hábito peligroso que pone en el foco la paradoja del hambre. Mientras que en América Latina y el Caribe 22.5 por ciento de las personas no pueden acceder a una dieta saludable y 4 de cada 10 personas viven con inseguridad alimentaria moderada o grave (SOFI 2022), también se pierde 11.6 por ciento de los alimentos, número equivalente a 220 millones de toneladas al año.
El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, que se conmemora desde hace tres años el 29 de septiembre, nos brinda una oportunidad para hacer un llamado a la acción colectiva, tanto al sector público, autoridades nacionales o locales, como al sector privado, empresas y particulares, con la finalidad de establecer prioridades y avanzar con innovación para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos a fin de restaurar, reconstruir y de lograr sistemas agroalimentarios con resiliencia.
La Central de Abasto de la Ciudad de México (Ceda), representa un punto estratégico para transitar hacia los Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), la agenda de sistemas agrolimentarios urbanos inclusivos y sostenibles, así como la seguridad alimentaria y nutricional en la Ciudad de México.
Diariamente en la CEDA se desperdician 561 toneladas de alimento –el 70 por ciento es comestible–. Por tanto, el reto es evitar las pérdidas con un manejo apropiado de los productos frescos en todos los eslabones que comprenden la distribución y aprovechar los excedentes. La CEDA se ha convertido en un detonador para que la región latinoamericana y en México adopten prácticas sustentables, entre las que se encuentra el aprovechamiento de la merma: reducir, aprovechar y donar en lugar de desperdiciar.
Dar prioridad a la reducción de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (PDA) es fundamental para la transición hacia sistemas agroalimentarios sostenibles que mejoren el uso eficiente de los recursos naturales, con los menores impactos en el planeta y garanticen seguridad alimentaria y nutricional.
Cumplir la meta
Según el Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022 de la FAO (SOFI 2022), en la región latinoamericana el costo de una dieta saludable es en promedio 4 dólares al día por persona. En suma, esto significa que estamos ante la apremiante necesidad de acelerar las medidas orientadas a reducir las PDA como parte importante de la lucha contra el hambre.
Antes de la pandemia, se estimaba que cerca de un 30 por ciento de los alimentos del mundo se perdían o desperdiciaban cada año. Esta estimación, aunque preliminar, permitió aumentar la conciencia sobre el tema (FAO, 2011). Análisis más recientes estiman que se pierde un 14 por ciento de los alimentos producidos (FAO, 2019)
La reducción de PDA puede apuntar a mejorar el rendimiento económico, seguridad alimentaria, nutrición y/o sostenibilidad ambiental. En la Agenda 2030, más concretamente en la meta 12.3 de los ODS, se hace un llamado a reducir a la mitad la cifra de desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de las personas consumidoras, además de reducir la pérdida de alimentos en las cadenas de producción y suministro.
Uno de los principales retos para la CEDA es reducir el desperdicio de alimentos y fomentar su aprovechamiento en beneficio de la población en situación de carencia alimentaria. Esto a través de un plan de acción de transición a un modelo de economía circular, implementándose una serie de acciones y proyectos para evitar el desperdicio de alimentos en el mercado más grande de la región de América Latina.
Entre uno de sus proyectos está el Centro de Acopio y Recuperación de Alimentos “ITACATE”, que inició operaciones en febrero de 2020. Sus donaciones de alimentos suman 527.42 toneladas, que representan el 15 por ciento del desperdicio y equivale a evitar la generación de 243.91 toneladas de CO2. Entre sus impactos sociales positivos, el ITACATE, ha beneficiado a los usuarios de los comedores de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social del Gobierno de la Ciudad de México, así como a 600 comedores comunitarios, dando más de 80 mil raciones de comida diaria.
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos brinda la oportunidad de obtener beneficios inmediatos relacionados con el clima y, al mismo tiempo, mejorar la sostenibilidad global de nuestros sistemas alimentarios. Esto representa una transformación necesaria para garantizar unos mejores resultados en materia de nutrición en favor del planeta y en beneficio de las generaciones actuales y del futuro. La próxima vez que en su mercado local o en su hogar vea alimentos que van a la basura, recuerde que alguien no pudo acceder a ellos para nutrirse y que está en nuestras manos cambiarlo.
Por: Lina Pohl y Marcela Villegas
*Lina Pohl es representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
**Marcela Villegas es coordinadora y Administradora de la Central de Abasto de la Ciudad de México
1. FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF , Versión resumida de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022, disponible en < https://www.fao.org/documents/card/es/c/cc0640es>