El jugador hispano-brasileño del Deportivo de la Coruña y el Atlético de Madrid repasa su vida tras abandonar el deporte profesional. Habla de sus accidentadas aventuras empresariales, de su fe y de sus simpatías políticas.
A sus 59 años y retirado del terreno de juego desde hace casi 20, al hispano-brasileño Donato Gama da Silva le sobra “Fuerza para vivir”. Da paseos vespertinos con mensajes motivadores que retrasmite a sus seguidores por Instagram, es socio de varios negocios y ha perdido los pocos pelos en la lengua que le quedaban. “Estoy cansado de callarme con el tema de la política. No me gusta pero creo que nos tenemos que posicionar“, sostiene mientras repasa su vida tras del fútbol.
Como le sucede a la mayoría de los deportistas de élite, los negocios después del futbol no han resultado un camino de rosas tras colgar las botas. “Me he metido en muchas cosas pero a mí lo que realmente me gustaba era el fútbol. Nunca tuve que trabajar hasta que lo dejé“, cuenta a EL MUNDO.
“Afortunadamente conocí a mi mujer en 1980, antes de ser profesional del fútbol. Así estaba seguro de que me quería por ser quién soy y no por otras cosas. Desde entonces seguimos juntos. Ella y mis hijas vinieron conmigo a España y se supone que me iba a marchar al retirarme pero mi hija mayor se quedó embarazada y al final me acabé quedando“, explica.
Desde entonces, ha probado suerte en casi de todo: a montar un mesón – “había que estar vigilando la caja y no era lo mío“- a colaborar con una empresa de iluminación, a meterse en las energías renovables con las fotovoltaicas… “También probé a llevar vino, aceite de oliva y viviendas de construcción rápida a Brasil pero la verdad es que los negocios son muy complicados“.
Unos negocios que ha emprendido sin perder la vista el fútbol: Trabajó como segundo entrenador en Grecia, de entrenador, con un representante y como asesor del Depor. “Fue bonito mientras duró pero cambió la directiva y nos echaron”, se lamenta. “Al final como entrenador tienes que tragar con que tienes que sacar a unos jugadores y sentar a otros y yo no sirvo para tragar“.
Una pasión por el fútbol en la que ahora centra sus nuevas aventuras: una academia deportiva, una aplicación llamada 360 player “para la gestión de equipos que utilizan el Valencia y el Atlethic de Bilbao” y, sobre todo, Amazing E-Motion, una empresa dedicada a la impresión de fotos con movimiento de jugadores con la que explota su imagen y las de los deportistas del Atlético de Madrid (equipo en el que militó) y con el que tiene acuerdos oficiales para vender sus productos.
“Me dio la idea el socio que tengo en EEUU. Estamos en conversaciones con el Real Madrid y la Federación de Fútbol. La gente flipa porque le estamos dando vida a las fotos“, cuenta. Una empresa joven que todavía no da beneficios. “Es difícil introducirnos en los clubs pero es un mercado en el que no hay competidores“.
Donato tampoco rehúye de la dura competencia que existe en política y no duda en mojarse. “Lo mío por Bolsonaro no es simpatía, fue un feeling instantáneo. Coincidimos en un hotel de Brasil (antes de que fuera presidente) y nos reconocimos”, asegura. “Antes de conocerle ya le admiraba porque había sido paracaidista en el ejército y yo siempre soñé con ser paraca. Quiero lo mejor para Brasil porque tengo familia allí y antes de que él llegara el país estaba en manos de bandidos. Además, Bolsonaro y yo estamos en contra de las mismas cosas: la corrupción, el aborto, la ideología de género… y su mujer es de la misma iglesia que yo”.
Una contundencia con la que también se pronuncia sobre su otro país. “Aquí en España tenemos un presidente mentiroso y sin moral. Sin embargo la gente le aplaude”, protesta. “Para mi es una persona en la que no se puede confiar. Miente y aquí no pasa nada. Yo no puedo aceptarlo porque el padre de la mentira es el diablo y eso no va conmigo. Aunque respeto que haya gente que le apoya”, asegura.
Mientras tanto, confiesa sentir simpatía por Feijoo y por Vox, que le “transmiten verdad y sinceridad”.
La concepción de la verdad que conforma uno de los valores centrales alrededor de la personalidad de Donato y jugó un papel esencial en uno de los episodios más celebres y desconcertantes que protagonizó durante su carrera: el anuncio del libro, Fuerza Para Vivir (título que él mismo ha convertido en eslogan que repite a través de Instagram) promovido por la acaudalada fundación fundamentalista norteamericana Arthur S Moss.
“¿Que cómo fue aquello? Antes de nada decir que el libro no lo escribí yo y que te lo mandaban a casa gratis. Me hice evangélico en el 84 y, cuando estaba en España contactaron conmigo y me dijeron que este empresario con mucho dinero tenía el sueño de difundir la palabra de Dios por todo el mundo. No cobré nada. Viajé Miami para grabar y estoy contento porque lo que hicimos fue algo bueno. Ahora yo uso esa expresión para animar a la gente enferma, con estrés, con problemas o que simplemente necesita un poquito de motivación”.
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