Las elecciones en Brasil del próximo 2 de octubre se encuentran muy polarizadas por las figuras del presidente Jair Bolsonaro y el líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, con programas económicos diferentes, en los que se destacan las privatizaciones de compañías públicas impulsadas por el actual mandatario, mientras que su principal opositor postula la necesidad de recrear la industria y la defensa de empresas como Petrobras.
Actualmente, Brasil está en un proceso de recuperación económica tras los efectos de la pandemia de Covid-19 y los daños colaterales surgidos a nivel global tras la invasión de Rusia a Ucrania, con dos meses consecutivos de deflación, superávit fiscal primario y superávit comercial.
La economía brasileña se “encuentra en plena recuperación” y el país ingresó en una fase de “deflación inédita” (variación mensual de -0,36% en agosto), y en los últimos meses el precio de la “gasolina cayó más del 30%”, afirmó el pasado martes Bolsonaro durante su discurso en la 77° Asamblea General de la ONU en los Estados Unidos.
El Banco Central de Brasil informó el pasado 31 de agosto que el sector público consolidado brasileño registró en julio un superávit primario de 20.440 millones de reales (US$ 3.946 millones), contra un déficit de 10.283 millones de reales (US$ 1.985 millones) del mismo mes de 2021.
En tanto, el superávit comercial fue de US$ 4.165 millones en agosto, 48% inferior al obtenido en el mismo mes del año pasado, según el Ministerio de Economía a cargo de Paulo Guedes.
En este sentido, Gustavo Perego, director de la consultora Abeceb, estimó en declaraciones a Télam que la economía del país vecino “debería estar creciendo este año 2,5%, lo que para Brasil sería un número muy grande”.
Mientras que “la inflación, a la baja, debería cerrar en 7,5% anual y ya viene con dos meses de deflación, tanto el mes pasado como el anterior viene con 0,5%, 0,25% de caída, lo que da una lógica positiva, además de tener superávit fiscal primario y superávit comercial con el mundo”.
Asimismo, Perego aclaró que “el punto más relevante para entender qué pasa en Brasil es, en primer lugar, que una parte del voto está dado por la lógica económica y por la lógica de la inflación“.
Entonces, en los comicios del domingo 2 de octubre se enfrentarán dos candidatos que “son populistas y tienen la misma lógica de impactar sobre la clase baja porque tanto uno como el otro recogen mucho voto dentro de los ingresos bajos”, consideró el director de Abeceb.
No obstante, tanto Bolsonaro como Lula llegan con propuestas económicas diferentes.
El programa de Bolsonaro
En el programa de Bolsonaro se destacan el impulso y la consolidación de políticas de empleo y generación de ingresos, y el ajuste fiscal a medio y largo plazo.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) informó a fines de agosto último que la tasa de desempleo en ese país cayó -por quinto mes consecutivo- a 9,1% en los tres meses que terminaron en julio, lo que se traduce en una reducción de 9,9 millones de desempleados.
Brasil viene de registrar una tasa promedio anual de desempleo de 13,2% en 2021 y de 13,5% en 2020, ambas marcadas por la pandemia, en tanto que en 2019 había sido de 11,9%, según el IBGE.
“La generación de empleo e ingresos sería el resultado de la inversión privada, a través de la desregulación y la desgravación fiscal”, sostuvo al respecto el economista brasileño Luiz Augusto Estrella Faria, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, en diálogo con esta agencia.
No obstante, Estrella Faria consideró que “el Auxilio Brasil de poco más de US$ 100 difícilmente continúe debido a que es un programa mal planificado porque hay un contingente enorme de brasileños que pasa hambre y hay mucho desvío de recursos”.
Según un informe de la Red Brasileña de Pesquisa sobre Soberanía Alimentaria y Nutricional (Penssan) publicado a inicios de este mes, 33,1 millones de brasileños (15,3% de la población) enfrentan algún nivel de inseguridad alimentaria, lo cual marca un alza de 73% en los últimos dos años (14 millones más que en 2020).
Estos datos fueron desmentidos el último miércoles por Guedes al asegurar “que 33 millones de personas pasan hambre es mentira; estamos transfiriendo dinero para los más pobres con el Auxilio Brasil (subió de 400 a 600 reales), que es el 1,5% del PBI (Producto Bruto Interno), eso es tres veces más de lo que recibían antes”, contestó.
Por otra parte, los analistas consultados esperan que Bolsonaro busque asegurar la estabilidad económica y la sostenibilidad de la trayectoria de la deuda pública.
Asimismo, tiene previsto continuar con su programa de privatización de empresas estatales (como el holding eléctrico Eletrobras, el servicio Correios y las petroleras Petrobras y Pré-Sal Petróleo), lo que para la actual administración aportaría a un reordenamiento de las empresas de la economía brasileña.
Para el licenciado en Economía Política Mario Rapoport, se trata de un “neoliberalismo que busca endurecerse con lo que queda” de empresas estatales”, según dijo a Télam.
Los objetivos de Lula
Por su parte, Lula tiene como “primer objetivo acabar con el hambre, derogar la ley de techo de gasto y proponer una reforma que traiga progresividad fiscal aumentando el impuesto a la renta de los más ricos”, subrayó Estrella Faria.
De igual manera, según Rapoport, el exmandatario buscará “recrear una política industrial a través de compras gubernamentales y la promoción de sectores prioritarios como la agroindustria y las nuevas tecnologías”.
Ampliar la generación de energía fortaleciendo a Petrobras, modificando su política de precios para que se base en costos internos y no en cotizaciones internacionales, será otro de los objetivos del líder del PT, al igual que renacionalizar Eletrobras mediante la recompra de acciones e invertir en la capitalización de la empresa, concluyó.
Por su parte, el economista jefe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), Nicolás Zeolla, remarcó a esta agencia que “Bolsonaro está decidido a seguir con las privatizaciones y profundizar el eje de ajuste fiscal”, mientras que “Lula tiene un sesgo más distribucionista, antifiscalista y antiprivatizador”.
Lula anunció que “busca devolver programas sociales que fueron eliminados, eliminar los topes de gasto (sobre todo en infraestructura) y darle un mayor rol al banco estatal de desarrollo BNDES, que es una herramienta central para la inversión productiva de la industria brasileña”, completó Zeolla.
En tanto, la doctora en Relaciones Internacionales y magister en Relaciones Comerciales Internacionales Julieta Zelicovich evaluó que “el comercio exterior y la política comercial externa no ha sido un tema protagonista de la campaña electoral”.
“El debate fue más sobre corrupción, líneas de grieta entre Bolsonaro y Lula, si bien hubo algunas declaraciones de este último respecto del acuerdo Mercosur-Unión Europea”, contempló Zelicovich en diálogo con Télam.
Con lo cual -añadió- “cambios que uno podría imaginar gane Bolsonaro o Lula tendrá que ver con los estilos, con una preocupación de vincular comercio a la agenda social y a la agenda ambiental en el caso de Lula, y con una agenda en donde el comercio esté orientado a las rentabilidades económicas y a la geopolítica desde la mirada de Bolsonaro”.