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Varias voces en Europa llaman a adoptar dietas vegetarianas, veganas o a reducir el consumo de carne. Un ciudad holandesa decidió incluso prohibir su publicidad. Y es que el sector ganadero es responsable de más del 14% de las emisiones de gases con efecto invernadero. Un programa producido en el marco de la Semana europea del desarrollo sostenible 2022.
Una decisión inédita fue la que tomó la ciudad neerlandesa de Harlem. A partir de 2024, este municipio de 160.000 habitantes prohibirá la publicidad de la carne procedente de la ganadería intensiva. La razón de esta decisión se debe a que las autoridades locales quieren poner fin a los anuncios de productos que aceleran el calentamiento global. Y es que la ganadería contribuye al 14,5% de las emisiones de gases con efecto invernadero humanas que alteran el clima, una cifra comparable a las emisiones del sector de los transportes en el mundo, según cifras de Naciones Unidas.
“La ganadería genera fundamentalmente dos gases: el metano y el óxido nitroso. El metano, como consecuencia de la fermentación que se produce en la digestión de los rumiantes y también como consecuencia de la fermentación de los estiércoles de los animales. Y el óxido nitroso fundamentalmente por la fertilización de cultivos para generar alimentos tanto para animales como para humanos”, explica David Yáñez-Ruiz, veterinario especialista en nutrición animal e investigador en el consejo superior de investigaciones científicas, CSIC (España).
En un contexto de aumento de las temperaturas globales, parece urgente trabajar para reducir las emisiones de metano, un gas que calienta 28 veces más que el CO2.
Los expertos del Panel Internacional sobre el Clima (GIEC o IPCC en inglés) indican que reducir en un 45% las emisiones de metano, permitiría evitar un aumento de 0.3 grados de temperatura.
Dado que comemos cada vez más carne, y que la producción del sector ganadero es una fuente significativa de emisiones de gases con efecto invernadero, hay dos soluciones: reducir nuestro consumo, o buscar soluciones científicas para que la industria ganadera sea menos contaminante. David Yáñez-Ruiz, David, investigador en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC (España).
Audio: Volverse vegetariano para salvar el clima
Con mejoras al sistema productivo de ganado mediante inteligencia artificial, incorporación de aditivos innovadores como algas en la alimentación animal para que los rumiantes generen menos metano, los científicos buscan buscan diseñar la ganadería sustentable del futuro.
Se ha trabajado incluso un tiempo en dispositivos para capturar el metano de los eructos de vacas, una solución “inviable en la mayoría de los casos” según Yáñez-Ruiz. “Requiere una logística que no se puede aplicar. El animal está expulsando metano durante todo el día y en condiciones de explotación en el campo no es viable recogerlo en cada animal. Lo que sí se esta haciendo es recuperar el metano que se excreta del estiércol”, precisa el científico.
¿Y si estas condiciones no son suficientes, n o sería más eficaz reducir sencillamente nuestro consumo de res, pollo, cerdo, etc., o incluso pasar a una dieta vegetariana?
“Está claro que hay algunos sectores de la sociedad occidental que necesitan reducir el consumo de productos de origen animal. Pero hay población infantil por ejemplo que no llega al consumo necesario de gente, incluso en países desarrollados”, responde Yáñez-Ruiz. Además, el consumo de carne en países emergentes debería aumentar, según proyecciones de la ONU.
En un reciente informe, la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, estima que el consumo mundial de alimentos de origen animal que se multiplicó por 5 en las últimas 6 décadas, seguirá creciendo de aquí a 2031.
El segundo impacto negativo del sector ganadero en la atmosfera se debe a la deforestación causada para el pastoreo y para la producción de soja destinado al consumo animal.
La Unión Europea, responsable del 16% de la deforestación mundial, principalmente a causa de sus importaciones de carne bovina, soja, aceite de palma, entre otros productos agrícolas, prohibió en 2021 las importaciones de varios productos si proceden de la deforestación. Una medida que la ONG Greenpeace aplaude.
En Sudamérica, Brasil y Argentina, la ganadería representa una industria colosal, tanto para la producción de carne, como para la soja que alimenta estos animales. Ambos países figuran entre los 5 países que más carne de vacuno producen. Y en los últimos años, este sector ha sido responsable de gran parte de la deforestación, otro factor de agravación del calentamiento global. “La destrucción del bosque Amazónico, y del Gran Chaco en Argentina y Paraguay se está dando por soja o ganadería en la mayoría de los casos”, apunta Hernán Giardini, responsable de la campaña de bosques de la ONG ambientalistas Greenpeace en Argentina.
Sin embargo, la dependencia económica de Brasil y Argentina a la producción de carne y a las exportaciones de soja es tal, que abogar por la supresión de esta actividad no sería muy realista.
“Nosotros no tenemos una postura de solución vegetariana directamente. Sí consideramos que tenemos que comer mejor carne y menos”, precisa Hernán Giardini. “Menos carne implica un cambio en muchos países de reducción de su forma de alimentación, que es complejo y que será gradual en términos de la cultura. Y una mejor carne implica que sea libre de deforestación y de agrotóxicos y de antibióticos”, apunta el activista de Greenpeace.
Sin olvidar que el caso de Argentina, “tenemos a la mitad de la población en situación de pobreza, con lo cual hablar de alimentación es un tema complejo”, concluye.
Para los habitantes de países ricos como Estados Unidos o Europa, los expertos sí recomiendan una dieta más equilibrada. De hecho, la dieta vegetariana o vegana ya es cada vez más popular en ciertos sectores de la juventud sensible a la cuestión climática. Una de las más famosas defensoras de la dieta libre de carne es la joven activista ecologista Greta Thunberg que convenció hasta a sus padres de abandonar los alimentos de origen animal.
Este programa ha sido producido en el marco de la Semana europea del desarrollo sostenible 2022.