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El trabajo con los equipos es una de las tareas más interesantes en el ámbito del deporte. Conseguirlo requiere conocer en profundidad a cada miembro y potenciar su rol dentro del equipo.
En cada equipo existen diferentes tipos de actitudes que definen el rol de cada miembro. Un equipo es más que la mera suma de los deportistas que lo componen. Dentro de él surgen procesos muy interesantes que hacen que el grupo funcione.
En concreto, los roles son un aspecto fundamental de cualquier equipo, no solo de los deportivos. El rol hace referencia a la función que cada miembro desempeña. Es decir, define qué tiene que hacer, cómo y cuándo participar en la dinámica grupal. Por ejemplo, los roles en un equipo de fútbol son las diferentes posiciones como el portero, los defensas, los mediocampistas o los delanteros.
Además, los roles también incluyen la personalidad de cada uno. Quién es el que anima en los vestuarios; el que se enfada con más facilidad; o el que pone la música antes de un partido. Con el propósito de averiguar más sobre el tema, a continuación veremos diferentes tipos de actitudes y cómo define cada rol en un equipo.
1. Liderazgo informal
La figura del líder es una de las más conocidas de la dinámica grupal. Sin embargo, ser líder es más que mandar y dar órdenes. También, es la persona con la que el resto de miembros se identifican y por ello le conceden poderes.
Dentro de un equipo se pueden destacar dos figuras como el líder formal y el informal. La diferencia está en que el primero es nombrado explícitamente, como el capitán, mientras que el segundo surge por la combinación de una personalidad extrovertida dentro de la dinámica grupal. Normalmente el líder informal es la persona simpática y graciosa del equipo, aquel que cae bien a todos.
2. La mente creativa
Para que un equipo funcione tiene que encontrar procedimientos para hacer las tareas de manera eficaz. Cuando encuentra esos procedimientos, estos tienden a repetirse con poca o ninguna variación. Así se trabaja eficazmente, pero se reduce considerablemente la posibilidad de introducir soluciones creativas.
Por suerte, es un fenómeno habitual que dentro del grupo aparezca una persona con ganas de dar una visión creativa. Esta persona aporta propuestas novedosas sobre las formas de hacer las cosas. Así, aumenta el repertorio de recursos grupales.
La creatividad también está limitada por la capacidad para aceptar las nuevas ideas. Es decir, hay grupos más o menos permeables a abrirse a hacer cosas diferentes, y esto es un factor que no se debe pasar por alto.
3. El que dinamiza a la acción
En un grupo no solo hace falta definir los objetivos y los métodos para alcanzarlos, sino que también hace falta movilizar a los miembros para que se pongan a trabajar. Este paso aunque parezca obvio no siempre se da de forma espontánea, y por ello es tan necesaria la figura del dinamizador.
Esta persona se encarga de motivar y activar a los demás para que cumplan con su función. Se trata de una persona de carácter fuerte, comprometida con los objetivos y con capacidad para persuadir.
Este rol se ve muy claramente antes de un partido. Aquel que mantiene al grupo unido y realiza el grito grupal es el dinamizador grupal.
4. La voz de la experiencia
Los diferentes miembros de un equipo no son figuras cortadas por el mismo patrón. Es muy interesante como personas con diferente formación, trayectoria y experiencias se unen para llevar a cabo una tarea con el mismo objetivo.
En los grupos siempre aparece la figura de lo que se conoce como “la voz de la experiencia”. Aquella persona que ha acumulado más experiencias y conocimientos, y que sirve como guía para tomar una decisión cuando la incertidumbre es alta.
Normalmente esta rol es muy valorado, de manera que quien lo ocupe dentro de un equipo será una persona con una alto estatus grupal.
Conocer los roles grupales ayuda al bien colectivo
Los equipos no funcionan porque todos los miembros se comporten de la misma manera. Funcionan porque son capaces de aprovechar las diferentes personalidades y orientarlas hacia la consecución del mismo objetivo.
Cada miembro cumple una función dentro del equipo y reforzarla es una tarea que debería hacer cualquier entrenador. La cohesión grupal se mantiene cuando cada persona entiende su contribución al equipo, y está conforme con el rol que desempeña.
También, hay que reforzar que ningún rol es más importante que otro. Todos son imprescindibles a su manera, y cuando alguien falta su ausencia se nota. Con todo esto solo nos queda decir que lidiar con equipos no es tarea sencilla, pero con un poco de conocimiento se puede llevar mejor.
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