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Siempre digo que el peor ejercicio es el que no se hace. Por eso, considero al personal trainer y al gimnasio un lujo, porque la verdad es que todos podemos entrenar en nuestra casa o en la plaza. Y para esto no necesitamos dinero, solo la decisión de hacerlo y un poco de tiempo. Un amigo cercano, el doctor Sergio Lotauro, neuropsicólogo, no está tan de acuerdo con esta idea. Por eso, le propuse abordar el tema para dar una respuesta final a la disyuntiva: “¿Entrenar con o sin personal trainer?”.
“Estoy de acuerdo en parte. Pero las neurociencias han puesto de manifiesto algunos beneficios que implica contar con uno que no está presentes en el entrenamiento en solitario”, apunta Lotauro. Los seres humanos aprendemos mejor cuando el proceso de aprendizaje nos involucra de manera activa, y esto aplica también al entrenamiento, o la práctica de un deporte.
“Nadie aprende a nadar leyendo un libro que explica cómo flotar y mover los brazos y las piernas en el agua, o mirando un tutorial de YouTube. Se consigue entrando a la pileta y poniendo manos a la obra”, razona. Ahí es donde reside la importancia del profesor, que aporta su experiencia, guía y seguimiento.
Para el experto, la segunda característica de todo buen personal trainer es que sabe cómo estimular la curiosidad de su alumno. Hay evidencia sólida que muestra que la curiosidad es el motor que hace que cualquier habilidad se desarrolle con mayor rapidez. Esto tiene mucho sentido y hunde sus raíces en la evolución, ya que en los albores de la humanidad la curiosidad fue el elemento crucial que nos impulsó a salir de nuestra zona de confort, y explorar el mundo. Los entrenadores de elite comprenden que deben desafiar a sus alumnos y animarlos a hacer descubrimientos por sí mismos.
“Y otro elemento importante es el feedback, es decir, la retroalimentación que recibimos de un profesor cuando avanzamos durante el entrenamiento en tanto proceso de aprendizaje”, agrega. Aprendemos mejor cuando no vamos a ciegas, cuando recibimos refuerzos que nos hacen saber que estamos bien encaminados o que nos hemos equivocado. Y del error se aprende más que del acierto, porque en el error la realidad contradice nuestras expectativas y genera una huella de memoria fuerte asociada a la sorpresa y lo inesperado. El error permite revisar postulados y ajustar el modelo. Numerosos estudios muestran que la calidad de los comentarios que recibe el alumno por parte del profesor es uno de los mayores determinantes para el éxito.
Sí, el peor ejercicio es el que no se hace. Y siempre voy a preferir que entrenes en casa, o salgas a caminar en lugar de quedarte mirando tele. Pero el mejor ejercicio puede estar a la distancia de un buen profesional, que sepa despertar estas respuestas y motivación.
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